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Alexandros Ginnis, el esquiador que dejó a la todopoderosa selección de EE UU y logró la primera medalla en deportes de invierno de la historia de Grecia

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Recién estrenado el presente siglo, el desaparecido alpinista navarro Iñaki Ochoa de Olza se presentó en la localidad alpina de Arêches-Beaufort para participar en la Pierra Menta, la prueba por etapas de esquí de montaña más importante del calendario. Acababa de amanecer y trataba de entrar en calor embutido en un fino buzo de lycra, cuando un rival italiano se le acercó y le preguntó de dónde era. “¿Pamplona? ¿Eso está cerca del mar, no?”, inquirió el italiano. “A una hora en coche”, respondió Iñaki. Pensativo, el esquiador transalpino tardó unos segundos en expresar su duda: “¿Por qué no te has dedicado al surf entonces?”. Alexandros Ginnis, nacido en Atenas hace 28 años, comenzó su carrera deportiva defendiendo los colores de Estados Unidos, ya que cuenta con la doble nacionalidad, pero en 2020 renunció a la todopoderosa selección norteamericana y se enroló en la griega. En su caso, como le pasaba a Ochoa de Olza, ha perdido la cuenta de las veces que le han preguntado cómo alguien tan mediterráneo lleva años empeñado en ser alguien en el mundo del esquí alpino, un coto de norteamericanos, franceses, austriacos, italianos o noruegos. Ginnis es la revelación inesperada de la presente temporada cuya Copa del Mundo se despide este fin de semana en Andorra.

Y todo el circuito se frota los ojos y se alegra, porque se ha incrustado entre la élite de forma casi artesanal. Segundo en la prueba de la copa del mundo de Chamonix el pasado 4 de febrero y medalla de plata en los mundiales de Courchevel dos semanas después —es la primera medalla de toda la historia de Grecia en los deportes de invierno, tanto en un Mundial como en Juegos Olímpicos— muy pocos le esperaban ya, con seis operaciones de rodilla a sus espaldas (cuatro del ligamento cruzado anterior y dos de menisco, todas salvo la última en la rodilla izquierda) y sin el paraguas de la potente estructura del equipo nacional estadounidense, que abandonó hace tres años porque, al margen de cortar su apoyo económico, “las cosas allí no me fueron bien”. La federación griega de esquí le acogió entusiasmada anunciándole de paso que tampoco tenían dinero que ofrecerle. Ginnis había estado cerca de abandonar la competición, pero siempre creyó que podía dar un poco más de sí a poco que sus rodillas no se rebelasen. La cadena NBC le contrató como comentarista durante los pasados juegos de invierno en China. Casi era un ex esquiador entonces, pero a su regreso consideró que no estaba acabado… ni preparado para ver esquiar por la tele.

“Mi padre era profesor de esquí en Grecia, y dando clases a mi madre se enamoraron, primero, y casaron después. El esquí siempre ha formado parte de nuestra vida familiar: los fines de semana, cuando yo era muy pequeño, esquiábamos en Grecia, en la estación de Arachova, cerca del Monte Parnassos y cuando podíamos permitírnoslo viajábamos a esquiar a los Alpes. A los 12 años nos trasladamos a Austria en invierno para que mi padre trabajase en las estaciones locales, y allí empecé a competir. Al principio era malísimo, porque aunque esquiaba bien nunca había competido. Pero me enamoré de las carreras”, cuenta entre risas. Al teléfono, destaca su discurso humilde y su educación.

Ginnis, en una rueda de prensa esta semana en Andorra.

Al cumplir Alexandros los 15 años, toda la familia se mudó a Estados Unidos. Su doble nacionalidad permitió a Ginnis estudiar en Norteamérica e integrar, en 2012, su selección nacional. En 2015 fue medalla de bronce en la prueba de eslalon de los mundiales junior de Hafjel (Noruega). Todo parecía deslizarse en la dirección adecuada. Todo salvo sus rodillas, que no dejaban de quebrarse. “Sufrí mi primera lesión grave a los 17 años, y después llegaron muchas otras… Al principio era muy joven y cometí muchos errores: no escuchaba consejos ni recomendaciones. Ahora me lo tomo como un juego de equipo entre mi cuerpo, mis médicos y mis fisioterapeutas. He entendido que ellos quieren lo mejor para mí y si algo no va bien tengo que decirlo y buscar otras opciones. Ahora que he aprendido a hacerles caso, todo funciona”, reconoce.

Su apellido está de moda en el circuito, un éxito con el que empezó a soñar cuando el pasado mes de noviembre comprobó dos cosas: que sus rodillas aguantaban y que estaba esquiando más rápido y fuerte que nunca antes. “Mi segunda plaza en Chamonix fue una locura, pero el Mundial supone una presión extra. Recuerdo que al cruzar la línea miré el marcador y vi que había quedado el 12 y me dije que no había apretado lo suficiente y no había llegado. Pero me había equivocado: no era el 12 sino el 2, ¡medalla de plata!”. No tiene palabras para describir la sensación de alivio y felicidad que experimentó.

Con todo, sigue haciendo malabarismos para recaudar apoyos económicos para seguir en el circuito. “El esquí es un deporte sumamente caro, como todos sabemos. Todo el dinero que entra procede de mis patrocinadores, y es un estrés gastarlo de forma inteligente. Cuando estuve en el equipo americano durante años tuve mucha ayuda, un gran equipo detrás. Ahora no tengo muchas posibilidades económicas, pero hemos dado con la forma de salir adelante: viajo en furgoneta con mis dos ayudantes, vamos a apartamentos en vez de ir a hoteles, cocinamos por turnos… pero nos está funcionando seguramente porque amamos lo que hacemos y nos divertimos haciéndolo”. Es un equipo de tres en el que Ginnis es el atleta y el recaudador de fondos; Gaby Coulet, nacido en Chamonix, es el entrenador y el organizador que dejó un trabajo estupendo en Canadá para ayudarle, mientras que Sandy Vietz es el responsable de “todo” y no se han separado desde que ambos se conocieron en la escuela de esquí de Vermont. “Son mis mejores amigos”, resume, como dando a entender que eso explica esa comodidad en el alambre. “Y si te fijas en las fotos cuando gana algún esquiador famoso, en el podio se juntan él y otras 50 personas de su equipo, mientras que cuando yo logré la plata en el Mundial en el podio solo estábamos nosotros tres. Daba la risa”, recuerda.

Ginnis no considera estar viviendo un sueño. Vive tan apegado a la realidad que prefiere poner cierta distancia: “Es bonito ver que tus objetivos se cumplen, que todo el trabajo realizado ha merecido la pena. En esto del esquí, con todos los problemas que he sufrido con mis rodillas, los momentos bajos han sido realmente bajos y ahora el éxito es un subidón, así que estoy aprendiendo a vivir en el justo medio, sin que lo negativo sea un drama ni el éxito me vuelva loco”. Grecia no le da dinero, pero tampoco le pone presión, así que tiene dos ideas en mente: trabajar tan duro como le sea posible y pasarlo bien… y si nada se tuerce, ser competitivo en los Juegos de 2026 y optar a las medallas sin que nadie se sorprenda.



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Poco Athletic y mucho Sancet, que anuncia micro en mano al final del partido su renovación hasta 2032

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Nunca se había visto algo así. Acabó el partido de San Mamés, empataron Athletic y Getafe en un choque dominado por los bilbaínos pero con pocas ocasiones, y al terminar le dieron un micrófono a Oihan Sancet, la perla rojiblanca. Allí, en pleno césped, anunció su renovación de largo aliento: hasta 2032. Fue la mejor noticia del día, porque fútbol hubo poco.

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Julen Agirrezabala, Daniel Vivian, Yuri, De Marcos (Capa, min. 82), Yeray, Oier Zarraga (Nico Williams, min. 58), Muniain, Dani García (Vesga, min. 58), Berenguer (O. Sancet, min. 58), Williams y Guruzeta (Raúl García, min. 69)

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Getafe

David Soria, Domingos Duarte, Djene, Damián Suárez (Portu, min. 72), Omar Alderete, Juan Iglesias, Luis Milla (Gonzalo Villar, min. 85), Maksimovic (Aleñá, min. 72), Munir (Ángel Algobia, min. 72), Enes Ünal (Juan Latasa, min. 82) y Mayoral

Goles

Árbitro Javier Iglesias Villanueva

Si Valverde dice que no está pensando en algo es que lo está haciendo. El efecto elefante rosa que hace que se piense en él cuando alguien dice que no hay que hacerlo, aplicado al fútbol. No piensa en la semifinal frente a Osasuna, confiesa, pero el partido del martes está en su cerebro, pumba, pumba, pumba. Por eso reserva futbolistas habituales domingo a domingo y alinea ante el Getafe un equipo alternativo. Apañado, pero alternativo, y Nico Williams, Iñigo Martínez, Sancet o Vesga miran desde el banquillo, cuando lo suyo es estar en el césped. A menos que Valverde haya cambiado sus principios al estilo Groucho Marx, pero no parece.

El Getafe, sin embargo, puso a toda la artillería en el campo. Insuficiente para gobernar el duelo, pues sólo puso en apuros al rival durante cinco minutos de la primera parte, resumido en un remate de Alderete que sacó el portero. El resto del duelo se jugó en las cercanías del área de David Soria, que tuvo algo más de trabajo y que metió una mano milagrosa al remate de Yuri en un saque de esquina.

No fue nada vistoso lo que se observó y tampoco lo que pasó en la segunda mitad. El Athletic intensificó su dominio, pero faltaron las ocasiones. El Getafe jugó muy serio, pero poco más. Luego, Sancet dio su noticia y la gente se fue contenta de San Mamés.



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El Sevilla se impone en el barro al Cádiz

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“Crecimos en el barro, a nada tememos”. Así rezaba la pancarta mostrada por la afición del Sevilla en el Nuevo Mirandilla. Ahí, en el barro, en un derbi regional marcado por una necesidad casi extrema, José Luis Mendilibar se estrenó con una victoria que aleja al Sevilla de la zona de descenso. Un triunfo vital que mete al Cádiz en un lío, que permite al Sevilla volver a ganar lejos de su estadio ocho partidos después, y que se definió por detalles en un partido con un fútbol muy espeso. En los dos goles del Sevilla falló el meta David Gil, que juega por la sanción de Ledesma, el titular. Su despeje débil al interior de su propia área fue muy bien aprovechado por Ocampos, de lo más entonado del Sevilla.

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David Gil, Fali, Luis Hernández, Luis Espino, Raúl Parra, Rubén Alcaraz, Fede (José Mari, min. 80), Iván Alejo (T. Bongonda, min. 60), Rubén Sobrino, Sergi Guardiola y Negredo (Chris Ramos, min. 60)

2

Sevilla

Dmitrovic, Marcos Acuña (Alex Telles, min. 85), Jesús Navas, Gudelj, Loic Bade, Lucas Ocampos (Óliver Torres, min. 85), Joan Jordán, Pape Alassane Gueye, Rakitic (Lamela, min. 69), Bryan Gil Salvatierra (Suso, min. 75) y En-Nesyri

Goles 0-1 min. 50: Lucas Ocampos. 0-2 min. 73: En-Nesyri.

Árbitro César Soto Grado

Tarjetas amarillas Loic Bade (min. 28), Iván Alejo (min. 41), Rubén Sobrino (min. 54), Lucas Ocampos (min. 55), Bryan Gil Salvatierra (min. 59), Raúl Parra (min. 62) y Pape Alassane Gueye (min. 64)

Un poco más tarde llegó la jugada decisiva del choque. Fali, que había enviado un balón al palo, subió al ataque cuando más apretaba su Cádiz. Navas salvó el empate ante Guardiola con un cruce fantástico. En el balón siguiente al área, con Fali fuera de sitio, la falta de Badé fue muy bien tocada por Bryan Gil para que En-Nesyri, muy trabajador, hiciera el segundo. Fútbol directo, estilo Mendilibar, se supone, tres toques y gol. Fue el colofón a un choque demasiado tenso. Donde todo ocurrió después de un primer tiempo realmente discreto.

No hay fútbol cuando la amenaza del descenso acecha. Mucho más cuando el peligro le llega a un equipo como el Sevilla, con sus jugadores sin saber muy bien cómo reaccionar ante este tipo de situaciones. Son circunstancias del juego que van más allá de la influencia de un nuevo entrenador, caso de Mendilibar. Dos semanas de trabajo con el vasco dieron para ver a un Sevilla con Dmitrovic en la portería por Bono y el abandono de la defensa de tres centrales por un 4-3-3 más clásico es los esquemas de Mendilibar. También, para que el juego del Sevilla se basara en los pelotazos de Dmitrovic desde su área aprovechando la buena pegada del serbio.

Fueron los matices novedosos de un Sevilla que apenas mejoró con respecto a la etapa de Sampaoli. Apareció de nuevo el juego plano y sin profundidad de un grupo que sigue muy desconcertado. El equipo de Sergio, que apostó por Negredo arriba, se defendió con mucha consistencia ante un Sevilla romo e inocente.

El gol de Ocampos lo cambió todo en la segunda mitad. El Cádiz creó peligro de forma rústica, con balones al área, hasta que En-Nesyri hizo el segundo. “Sabíamos que iba a ser muy complicado. Soy un recién llegado y apenas les conozco. Es un triunfo muy importante”, admitió el propio Mendilibar.



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Vuelven los delanteros en el Barcelona

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El Barcelona encontró por fin a sus delanteros Lewandowski, Ansu Fati y Ferran Torres para resolver un partido de mínimos contra un inofensivo Elche. El colista nada tuvo que decir ante un líder que ya suma 15 puntos más que el Madrid a la espera de la cita de hoy en el Bernabéu contra el Valladolid. El partido no tuvo más historia que los goles de tres jugadores que se habían extraviado en dirección a la portería y habían obligado a un sobre esfuerzo a centrocampistas como Kessié o Sergi Roberto.

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Edgar, Bigas, Helibelton Palacios, Omar Mascarell, Clerc, José Ángel Carmona (Raúl Guti, min. 54), Tete Morente (Josan, min. 65), Lautaro Blanco (Nicolás Fernández, min. 65), Gumbau, Fidel y Pere Milla (Ezequiel Ponce, min. 76)

4

Barcelona

Ter Stegen, Ronald Araújo (Pablo Torre, min. 77), Alba, Marcos Alonso, Koundé, Gavi (Kessié Franck, min. 67), Sergi Roberto, Eric Garcia, Ansu Fati (Aleix Garrido, min. 83), Lewandowski y Ferrán Torres

Goles 0-1 min. 19: Lewandowski. 0-2 min. 55: Ansu Fati. 0-3 min. 65: Lewandowski. 0-4 min. 69: Ferrán Torres.

Árbitro Carlos del Cerro Grande

Tarjetas amarillas Gavi (min. 60), Ronald Araújo (min. 73) y Lewandowski (min. 87)

Los azulgrana no precisaron de sus volantes, ni siquiera de la figura clásica del mediocentro, para golear a un rival que no encuentra su rumbo en la Liga y va camino de Segunda División. El Elche fue un espectador de los goles de los atacantes barcelonistas, que se pusieron las botas y se pudieron reivindicar en la cancha después de protagonizar las críticas por su sequía ante el enojo de Xavi. No habrá recriminaciones en el Camp Nou después de la apacible noche del Martínez Valero.

El partido se puso muy pronto cuesta abajo para el Barcelona. Una falta lateral botada por Jordi Alba fue cabeceada por Araujo para la posición de Lewandowski y el delantero centro embocó a la red con un disparo mordido con la derecha después de un buen control con la izquierda, una acción imposible para Edgar Badía. Las acciones a balón parado se convirtieron en una buena solución para un equipo que apenas pivotaba alrededor de Eric García en un centro del campo sin Busquets ni Frenkie de Jong.

Xavi apostó por un central como organizador en una decisión que de alguna manera expresaba la dificultad por cuadrar una alineación condicionada por los efectos del virus FIFA y las rotaciones indispensables con vista al clásico de Copa del miércoles en el Camp Nou. Aunque su fútbol era discontinuo y poco profundo, falto de desequilibrio y fluidez —a las ausencias de Pedri y Dembélé se unió la de Raphinha— las intervenciones de Lewandowski y Ansu ayudaban a sostener la ofensiva del Barça. El gol, sin embargo, desconectó por un momento a los azulgrana y activó al Elche del debutante Beccacece, antiguo ayudante de Sampaoli y exentrenador de Defensa y Justicia, el sexto técnico que se sienta en el banquillo del Elche. El preparador argentino intentó dar estabilidad al equipo a partir de una trama táctica tan extraña como solidaria, vulnerable en cualquier caso en su propia área y poco efectiva también en la de Ter Stegen.

Los ataques del Elche acababan en el banderín de córner mientras que los del Barça no encontraban la portería después del gol 16 de Lewandowski. El polaco, que no marcaba desde el 19 de febrero contra el Cádiz, falló un segundo tanto cantado en un plácido cabezazo y tampoco acertó Koundé en una posición muy ventajosa, finalmente desbaratada por Mascarell. El partido, muy poco exigente, se mantuvo abierto solo hasta que acertaron en el remate de los delanteros del Barça.

Una arrancada a campo abierto de Carmona, que se rompió camino del arco de Ter Stegen, denunció la excesiva comodidad con la que actuaba el Barcelona y el infortunio del Elche. La jugada se repitió acto seguido en la cancha contraria y supuso el 0-2. Ferran tocó en campo propio para Ansu y la larga conducción del delantero acabó con un tiro cruzado a la derecha de Badía. El punta encontró en una excelente transición la manera de acabar con el desatino en los ataques cortos y celebrar un gol que se le negaba desde el 20 de octubre contra el Villarreal.

Lewandowski repitió después de una recuperación de Gavi y también triunfó Ferran Torres, muy certero en el control y en el tiro, cinco meses más tarde de golear al Viktoria Plzen. La jornada se puso tan estupenda desde el punto de vista barcelonista que Xavi permitió debutar al joven Álex Garrido y dio salida a Pablo Torre. El partido, a fin de cuentas, fue más nominal que de equipo, propicio para que algunos de los jugadores más señalados últimamente, reclamaran su protagonismo a falta de 11 jornadas para acabar la Liga. El poderío barcelonista en las áreas, manifiesto también en la de Ter Stegen —dejó su arco a cero por 20ª ocasión en la Liga—, marcó las diferencias en Elche. El Barça encontró finalmente a sus delanteros después de mucho tiempo amenizado por los medios. Han vuelto Lewandowski, Ansu y Ferran en el último tramo de Liga y en vigilias de la Copa.



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