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La declaración de Negreira ante Hacienda: “El Barça consideraba que se lo perjudicaba y se favorecía a otros equipos”

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El exdirigente arbitral José María Enríquez Negreira, en una foto tomada en 2019.Gorka Leiza / diario AS

Los inspectores de la Agencia Tributaria son los únicos que, por ahora, han escuchado de viva voz la versión de José María Enríquez Negreira sobre los pagos que, durante 17 años que coinciden con su etapa como vicepresidente del Comité Técnico Arbitral (CTA), recibió del FC Barcelona. Cuando fue citado como investigado ante la Fiscalía, Negreira se acogió a su derecho a no declarar, alegando que padece alzhéimer. Ante Hacienda, sin embargo, arrojó luz sobre las presuntas motivaciones que llevaron al Barça a contratar sus servicios. EL PAÍS ha accedido al contenido íntegro de la declaración, en la que el exdirigente arbitral negó haber utilizado parte de los 7,3 millones que percibió del club para pagar a árbitros.

En octubre de 2021, tres años después de que el Barça rompiera la relación profesional con él, Negreira compareció personalmente ante Hacienda, que mantenía abierta una inspección fiscal sobre sus sociedades Dasnil y Nilsad, utilizadas para facturar al club azulgrana. Cuando los inspectores le preguntaron qué servicios prestaba a la entidad, el exárbitro contestó: “Ir a ver los partidos, personalmente o a través de compañeros exárbitros, y estar informado de por qué se habían tomado decisiones. El FC Barcelona consideraba que se perjudicaba al equipo y se favorecía a otros equipos. Esto es una hipótesis personal, nadie me lo ha dicho directamente. Mi obligación era dar mi opinión sobre los partidos en cuanto al arbitraje y los jugadores. Asesoramiento técnico. Lo que el FC Barcelona quería era asegurarse de que no se tomaban decisiones en contra del club, que todo fuera neutral”, precisó.

“¿Alguna vez pagó a algún árbitro o exárbitro con lo que recibía del FC Barcelona?”, preguntaron los inspectores. “No”, respondió Negreira, quien precisó que trataba directamente con los presidentes para hablar sobre el asunto. En su declaración citó directamente a dos: Sandro Rosell (2011-2014) y Josep Maria Bartomeu (2014-2020), ambos investigados por el juzgado de Barcelona que instruye el caso. “Los veía como mucho seis veces al año”, contó antes de admitir que no existe ningún documento que refleje la realidad de sus supuestos asesoramientos al club. Cuando le insistieron sobre el motivo de los pagos, Negreira dijo: “Así estaban tranquilos de que en el comité arbitral no había decisiones en contra del FC Barcelona, que todo era neutral”. El exdirigente aludió entonces a decisiones en el seno de ese organismo de gobierno de los árbitros, el CTA, que decide sobre ascensos y descensos de colegiados, pero no sobre, por ejemplo, quién dirige cada partido.

La inspección de la Agencia Tributaria fue el origen de la investigación de la Fiscalía, que el pasado viernes presentó una denuncia contra el Barça por un delito continuado de corrupción en el ámbito deportivo. El ministerio público considera que los 7,3 millones que constan abonados a Negreira entre 2001 (con Joan Gaspart como presidente) y 2018 (Josep Maria Bartomeu) perseguían el amaño de partidos y la alteración de la competición.

La magistrada de Barcelona Silvia López ya ha admitido a trámite la querella, por lo que tanto el Barça (como persona jurídica) como los expresidentes Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu tienen ya la condición de investigados. La magistrada ha ordenado a la Guardia Civil que lleve a cabo las investigaciones necesarias para averiguar los “motivos” de esos pagos y el “destino” que Negreira dio al dinero, que retiraba de forma periódica (él mismo y a través de colaboradores) en efectivo.

Un “interlocutor” del Barça en Madrid

Los pagos fueron mantenidos por todos los presidentes desde Gaspart y se interrumpieron por parte de la junta de Bartomeu en julio de 2018, presuntamente por una política de recorte de gastos. Uno de los elementos que llaman la atención a los inspectores de la Agencia Tributaria es que, apenas dos meses antes, Negreira había perdido su cargo como vicepresidente del CTA. Preguntado por esta cuestión, el exdirigente arbitral criticó al Barça por tomar la decisión “unilateralmente”. “Le envié una carta a Bartomeu y me quejé de incumplimiento de contrato; después le llamé, pero no me cogió el teléfono”. En fechas posteriores, a través de su abogado, Negreira remitió diversos burofaxes al club en los que amenazaba con romper su “confidencialidad” con “todos los presidentes” del club con los que había tratado.

En mayo de 2021, meses antes de acudir en persona, Negreira había contestado a la Agencia Tributaria por escrito sobre Dasnil. Allí explicó que la empresa se dedicaba a enviar pedidos (bolígrafos personalizados, por ejemplo) y que él era el único que la gestionaba y dirigía. Sobre los pagos del Barça, dijo entonces que obedecían a su “gestión, trabajo y experiencia” en el campo arbitral y que él era “personalmente el beneficiario” de todos esos ingresos. El acuerdo alcanzado con el club era “verbal” y siempre trataba directamente, insistió también por escrito, con los presidentes. En esa respuesta, que es anterior a su comparecencia presencial, precisó algunas de las supuestas funciones por las que el club le remuneraba tan generosamente: que el Comité de Competición (responsable de las sanciones a los jugadores) “no estuviera compuesto íntegramente por jueces madrileños”; que el Barça “dispusiera un interlocutor con la Federación que cuidara las relaciones institucionales”; o “mantener informado al club de posibles intereses o desavenencias” entre la Liga y la Federación.



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Andreas Christensen, el central favorito de tu central favorito

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La posición de central siempre me ha parecido la más desagradecida en el fútbol. Más incluso que la de portero, que ya es decir. Y no sólo por su función de apaga incendios. Despejar balones, ir al corte, bailar con los delanteros centro más pesados al ritmo de rock and roll. Expuestos a cualquier error de un compañero y retratados cuando aparecen en la foto de algún gol encajado. En resumen, su trabajo se basa en alejar la pelota de su portería.

No hay una definición por excelencia que determine cómo debe ser un central más allá de la descripción funcionarial que podemos encontrar en cualquier diccionario: “es aquel jugador que juega en la línea defensiva del equipo, ocupando las zonas más centradas”. Fin. Pero sí existe una aproximación en nuestro imaginario, una ley no escrita, que nos dice cómo debe ser un central al uso. Alto, corpulento, con carácter para ordenar y mandar, para organizar y dirigir desde su posición.

No hay nada como un central que, desde su posición, nos ponga en nuestro sitio. Cuando el Barça fichó a Andreas Christensen muchos afirmaron, sin titubear, que en Madrid se habían llevado al central bueno del Chelsea (Rüdiger) y en Barcelona, al malo (Christensen). El tiempo y, sobre todo, los partidos han demostrado que el danés era el bueno. Tan bueno como para que Xavi haya tenido que desplazar al lateral a otro central, ya sea Koundé o Araujo.

Seguramente no es un futbolista que encaje en la definición estereotipada de central. Es discreto, sin la exuberancia que sí puede tener Araujo o sin el mercado que tuvo Koundé después de su gran etapa en el Sevilla.

Christensen parece no haber roto nunca un plato y encaja en esa figura tan manida del yerno perfecto. Si tuvieras que confiarle a alguien tu número PIN, PUC o el de tu caja fuerte, se lo darías a él por la confianza que transmite. Si tuvieras que elegir entre carne o pescado, blanco o rosado, te fiarías de su criterio.

Sin hacer ruido se ha convertido en el defensa por excelencia que ahora necesita el Barça. Para su ADN y su estilo de juego de sacar el balón tocando desde atrás, el danés es el indicado. También es uno de los culpables de que el cuadro catalán sea el equipo menos goleado de la Liga, con diferencia. De hecho, Andreas vendría a ser lo que se conoce como central moderno. Aquel que asume las mismas responsabilidades que tradicionalmente tiene su puesto (recuperador y seguro en los pases completados), pero con un rol más destacado cuando su equipo tiene el balón.

De él, su seleccionador, Kasper Hjulmand, dice que “uno se siente bien cuando comprueba cómo Christensen lee el juego en una situación defensiva y pone el balón en movimiento, en lugar de despejarlo lejos o fuera”. Y añade: “Él arregla las cosas y eso lo aprecian en el campo”. Una frase que me ha dado que pensar. Eso es precisamente lo que debe hacer un buen central, arreglar cosas. Porque así es Christensen, resolutivo y eficaz. Arregla lo que otros compañeros no pueden y se ha convertido en un seguro de vida atrás. No es un jugador de muchas palabras, apenas le hemos escuchado delante de los micrófonos desde que llegó a la Ciudad Condal. Él sólo arregla cosas sobre el verde.

De todos los fichajes que hizo el Barça el pasado verano, es, a mi parecer, el que mejor ha rendido y el que claramente ha superado las expectativas.

Por todo esto y mucho más, es el central favorito de tu central favorito.



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Salma Paralluelo impulsa al Barcelona en Roma en un gran duelo

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Salma Paralluelo ante Elisa Bartoli, en el partido entre la Roma y el Barcelona.ALBERTO LINGRIA (REUTERS)

El Barcelona dejó su marca en el Olímpico de Roma. En el estreno del fútbol practicado por mujeres en el mítico estadio italiano (39.454 espectadores, récord de público en Italia), el Barça no falló en la Liga de Campeones (0-1) en la ida de los cuartos de final. Esta vez, sin embargo, no le sobró nada. Por momentos imprecisas, en otros ansiosas, las azulgrana chocaron con una Roma bien trabajada y desacomplejada, pero sobre todo valiente para acorralar al Barça. A las italianas les faltó oficio. Justamente lo que tiene el Barcelona en Europa, finalista en tres de las últimas cuatro ediciones.

A la Roma también le gusta tener el balón. Un placer prácticamente prohibido cuando te cruzas con las azulgrana. El cuadro de la capital simboliza la apuesta de la federación italiana por el fútbol practicado por mujeres en el país transalpino. En 2020, después de la que las licencias alcanzaran la cifra de 30.000 —en 2011, eran 10.000—, se decidió que la liga se tenía que profesionalizar. Esta temporada, finalmente, se concretó. Tras una inversión de cerca de 18 millones de euros en las últimas tres campañas, hoy el salario minino para una futbolista en el calcio es de 26.000 euros —en España es de 16.000—.

La Roma ha capitalizado como nadie la apuesta de la federación y, por ahora, ha logrado destronar a la Juve, campeón de las últimas cuatro ligas. Hoy, manda la Roma en la Serie A y es el único equipo italiano que continúa en la Champions. Parece que no lo hará por mucho tiempo.

Sorprendió, en cualquier caso, la Roma en la fase de grupos de la Champions. Quedó segunda en el grupo B, a un punto del poderoso Wolfsburgo. Sin embargo, a pesar de que ha continuado con la inversión —en el invierno fichó a la exazulgrana Vicky Losada—, el sorteo jugó con su suerte en los cuartos de final: el Barcelona. Líderes sin oposición en España, las azulgrana andan con ganas de revancha en Europa después de no poder defender el título en la final del año pasado en Turín ante el multicampeón Olympique de Lyon. El Barça perdió a Martens y a Hermoso, sí; pero apostó por Bronze, Walsh, Rabano, Vicky López y Salma Paralluelo. Dos campeonas de Europa con Inglaterra, más de las futbolistas españolas con mayor proyección. Siempre a la espera de Putellas —se rompió el ligamento cruzado de la rodilla en junio del año pasado—, a las inglesas ya no hay quien las mueva del once, mientras Paralluelo, oro en el Festival Olímpico de la Juventud Europea en 400 metros vallas, saca a pasear su velocidad en la Champions.

En su estreno en la Copa de Europa, sin embargo, Paralluelo enseñó que es mucho más que una velocista. Cuando el Barcelona no encontraba la fórmula para destrabar el duelo, Patri Guijarro le entregó el balón en la puerta de la medialuna. Y, la delantera azulgrana, como si el tiempo se detuviera, colocó el balón con tanta suavidad como con precisión al palo derecho de Caesar. El gol le trajo paz a las azulgrana. Ni Guijarro ni Aitana controlaban los tiempos del partido en la medular, mucho menos Walsh, mientras que se repetían las impresiones de Carolina Graham Hansen, sobre todo de Oshoala. El Barça, entonces, cargaba el juego en el ala izquierda para aprovechar a la eléctrica Paralluelo. El ritmo arrollador del Barcelona en España (98 goles en 22 partidos) y en la Champions (29 en la fase de grupos, récord de la competición) perdió ferocidad en el Olímpico de Roma. En cualquier caso, le alcanzó para ganar por la mínima.

Mérito de la camaleónica Roma. Equipo ofensivo en Italia, el cuadro romano forjó una telaraña defensiva difícil de interpretar por las muchachas de Jonatan Giráldez. No se perdió la Roma sin el balón, tampoco se asustó ante los sucesivos ataques del Barcelona. Al contrario, esperaban con paciencia su oportunidad. Y la tuvieron. Pero, cuando no se anticipó Sandra Paños, a Giacinti le falló la puntería. La Roma, entonces, cambió el plan de partido y mandó al campo a la excapitana del Barcelona, Vicky Losada.

El Barça, que tiene más fondo de armario, respondió con Geyse, Engen y Crnogorcevic. El cuadro azulgrana no alteró su estrategia. Ocurrió que tampoco ganó pólvora en ataque. Y, sorpresivamente, se aferró a Paños para defender el triunfo. Le alcanzó.



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Ciccone, un grano para Roglic y Evenepoel

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Comarca del Ripollés, Pirineo catalán. Tierra de ganadería y excelentes embutidos. Tierra regada por el río Ter, ahora poco bravo. Tierra de frondosas montañas donde la lluvia es un inquilino permanente, aunque sin llegar a ser pertinaz. Tierra, también, de Birba, las famosas galletas. Tierra de sentido independentismo y esteladas. Tierra de veraneo para la burguesía catalana. Tierra de carreteras reviradas abrigadas por un manto verde. Y desde este martes, tierra de Giulio Ciccone (Trek-Segafredo), un grano para Roglic y Evenepoel, las dos bestias al manillar, los ciclistas que no sestean ni por casualidad, los que se citaron antes de la Volta y hacen buena la apuesta, espectacularidad superlativa. El esloveno fue segundo; el belga, tercero.

El triunfo se resolvió en el sprint final, colofón a una subida de muchos vatios, a unas arrancadas de Evenepoel que solo los más fuertes pudieron aguantar. Mazazo para Chaves (EF), que se las prometía muy felices hasta que los gallos vieron salir el sol; y premio para un Ciccone que se llevó el laurel para explicar que en la Volta quiere sentarse en la mesa de Roglic y Remco.

Comenzó el día en Mataró, envueltos en flashes Roglic y Evenepoel, la gran atracción, los ciclistas que de buenas a primeras mostraron sus credenciales para el triunfo de la Volta tras dirimirse la primera llegada al sprint. Baño de masas en la ciudad, apogeo del ciclismo. Poco después se abrió el telón y cinco corredores saltaron como un resorte —luego se sumaron otros tres—, soñadores con una gesta homérica, con una victoria de pe a pa. Algo que se destila poco en el ciclismo moderno, pues el pelotón calcula a la perfección los tiempos y espacios, el margen de desventaja, menor en las carreras de una semana que en las grandes vueltas no vaya a ser que se metan en un enredo.

Obtusos, los fugados llegaron a una distancia máxima de cuatro minutos y medio, lo que quiso el equipo Jumbo-Visma, siempre cabecero y obediente a las exigencias de Roglic, primer líder de la Volta, controlador por definición. Es lo que tiene ser del equipo holandés, que día sí y día también —porque el otro líder es Vingegaard— toca ponerse el mono de trabajo. Así, cuando comenzó el Coll de Coubet, 9,2 kilómetros de ascensión con pendientes máximas de 11%, la diferencia fue mermando. Sin prisas porque la chicha, el plato fuerte, el hors catégorie, era la ascensión a Vallter que llevaba a meta, 11,4 sufridos kilómetros envueltos por pinos y piedras blanquecinas adornadas con musgo, un desnivel medio de 7,6% y rampas máximas del 18%.

Por entonces, los fugados tenían algo menos de dos minutos de ventaja. Minucias para Bahrain y Jumbo —impusieron el ritmo persecutorio—, por más que Simon Carr (EF) hiciera buena esa frase célebre de Chente García Acosta, director de Movistar, “la fuga de la fuga”. Carr lo intentó y fracasó en el intento como también le sucedió a Chaves. Al colombiano, sin embargo, le faltó poco. Arrancó a 6,5 kilómetros de meta sin oposición alguna, dientes apretados y baile sobre la bicicleta, ahora sentado, ahora de pie, bocanas de aire que no costaban llegar. A falta de un kilómetro hizo aguas.

Culpa, sobre todo, de Mikel Landa (Bahrain), que dijo esta es la mía, arrancada que descosió al ya de por sí desnutrido grupo, solo perseguido por Remco, Roglic y Ciccone. Su pedalada, sin embargo, no era suficiente para cazar a Chaves ni para ganar la etapa, flaqueza que castigó Evenepoel, que en cuatro kilómetros atacó hasta en tres ocasiones. En la última hizo la selección natural: él, Primoz y Ciccone. El último, el que no se esperaba, venció. “He perdido muchas veces en las dos últimas semanas, especialmente con Roglic, pero estaba fuerte la altitud me ha venido bien”, resolvió el italiano tras coronar. Roglic pudo cerrar el segundo puesto y afianzar su liderato, ahora a seis segundos de Evenepoel.



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