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Así será la economía mundial en 2023

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Los registros de las últimas décadas dan cuenta de que el consenso de los economistas, a diferencia de los mercados, no ha anticipado ninguna de las recesiones que se han producido desde los años setenta. Ahora, ese mismo consenso apunta que la combinación de inflación, subidas de tipos de interés, debilidad de la economía china e incertidumbre geopolítica tiene grandes probabilidades (de más del 60%) de acabar desembocando en una recesión. Y precisamente por eso hay quien dice que si los economistas prevén una recesión, lo más probable es que no suceda.

2022 estaba llamado a ser el año de la plena recuperación tras la pandemia, del fin de las restricciones y la vuelta a la normalidad. Y ha acabado convirtiéndose en el año de la guerra, de la inflación, de las crisis de precios de la energía y las materias primas, de las sequías y las inundaciones. También ha sido el año del cambio de paradigma en los bancos centrales, sumidos en la dura tarea de luchar contra la inflación a cualquier precio, del adiós a los tipos de interés cercanos a cero, del fin de la energía barata y de la globalización tal y como la conocíamos.

Yves Bonzon, director de inversiones del banco privado suizo Julius Baer, reconoce en su último análisis que no es fácil hacer conjeturas en estas circunstancias. “2022 ha sido un año sombrío para las previsiones económicas y 2023 no será más fácil de leer”, sostiene. Con la cantidad de cisnes negros y rinocerontes grises que se han materializado en los últimos años, el ejercicio de hacer previsiones se complica aún más. Pero básicamente la pregunta clave para 2023 es si los bancos centrales van a ser capaces de reducir la inflación no hasta su meta del 2% sino a niveles aceptables sin producir con ello una recesión o, al menos, sin que esta sea muy profunda. Y pese a que las diferencias regionales son notables, los riesgos son muy elevados.

Después de insistir durante meses en que la inflación era primero temporal y después transitoria, los bancos centrales se dieron de bruces con unos niveles de precios que no habían visto desde los años ochenta y que los llevó reaccionar con la subida de los tipos de interés más agresiva en estas cuatro décadas. El precio del dinero ha pasado del 0,25% en marzo en EE UU al 4,5%; en el caso europeo, el Banco Central Europeo (BCE) ha subido los tipos del 0% al 2,5% entre julio y diciembre. A uno y otro lado del Atlántico la consigna es que las subidas de tipos seguirán hasta que la inflación se aproxime al objetivo del 2%. Lo que trasladan es que intentan recuperar el terreno perdido en términos de credibilidad por sus errores de cálculo.

Aunque en los últimos meses la inflación ha empezado a moderarse en Estados Unidos y en algunos países de la zona euro, como España, todavía se mantiene en los dos dígitos en economías como Alemania, el Reino Unido o Italia. Un buen número de economías en Latinoamérica, así como en Europa del Este y central empezaron a subir tipos para hacer frente a las presiones inflacionistas mucho antes que sus pares de las economías desarrolladas. Ninguno de esos países ha conseguido doblegar la inflación, sin embargo su actividad en términos generales se ha comportado mejor de lo previsto.

Los economistas prevén que las tasas se irán moderando en los próximos trimestres, a medida que las perturbaciones de este año en los precios de la energía y los alimentos empiecen a desaparecer de las comparaciones anuales. Pero tampoco pueden descartarse nuevas tensiones en el ámbito energético, dado que “el mercado global del gas está tan tensionado que sería incapaz de acomodar casi cualquier aumento de la demanda europea el año que viene, suponiendo que se materialice la prevista recuperación de la demanda asiática”, explica Edoardo Campanella, economista de Unicredit. Sin final a la vista en la guerra en Ucrania, en los próximos meses se estará jugando también qué sucederá con los precios de la energía el próximo invierno.

Además, igual que los efectos de la política monetaria tardan entre 6 y 18 meses en dejarse sentir en la economía, también los estímulos fiscales tienen efectos rezagados. Y paquetes de ayuda como el impulsado por Alemania, de 200.000 millones de euros, o el grueso de los fondos europeos de Next Generation todavía deben aterrizar en la economía. La situación es similar en Estados Unidos, donde después de los cheques de estímulo a los hogares estadounidenses y las ayudas al desempleo, el ahorro de los ciudadanos ha pasado de rondar el billón de dólares antes de la pandemia a 4,7 billones en el segundo trimestre de este año, según datos de Bloomberg.

Subidas salariales

Hay otros factores que van a contribuir a mantener la inflación en niveles elevados —incluida la tasa subyacente— durante bastante tiempo, como apunta Stefan Hofrichter, responsable de economía y estrategia de Allianz: las subidas salariales previstas en países clave; la fragmentación de la economía global, que encarece las cadenas de suministro y reduce la oferta en productos decisivos como los semiconductores, y la lucha contra el cambio climático, que provoca que los precios de la energía se disparen durante la transición hacia un modelo más sostenible y eficiente. En este escenario, la perspectiva de que los bancos centrales sigan endureciendo la política monetaria a lo largo de 2023 es más que plausible.

“La Gran Moderación, 40 años de actividad e inflación prácticamente estables, ha terminado”, sentencian los economistas de BlackRock Investment Institute. En este nuevo régimen, continúan, los bancos centrales ya no acudirán al rescate de la actividad como han hecho en el pasado y esto hace que la recesión —rematan— sea casi anunciada. Lo cierto es que si la historia sirve como referente, en estos tiempos de teletrabajo y economía digital de efectos no del todo cuantificados, en el pasado los bancos centrales no han sido capaces de reducir unos niveles de inflación de dos dígitos sin provocar una recesión. Puede que esta vez sea diferente, pero conviene estar prevenidos para lo contrario. Algunos datos anticipan un frenazo de la actividad, como el índice de gestores de compras, que lleva varios meses instalado por debajo del nivel 50, compatible con una contracción de la actividad. O las bajadas de la producción industrial, que anticipan una caída del PIB en la zona euro y una notable desaceleración en EE UU. En el lado positivo del análisis cabe incluir la reciente decisión de China de poner fin a la política de covid cero, lo que ha sido recibido con alborozo por los mercados. Pero conviene no olvidar que el cambio hacia una convivencia con el coronavirus será más difícil de lo que algunos creen y que, a la luz de la experiencia, cabe esperar nuevas olas de contagios en China, que provoquen disrupciones a corto plazo en la actividad mundial.

Hasta ahora, la solidez del mercado laboral ha protegido a la economía global de un posible aterrizaje brusco, esa resistencia que ha sorprendido a muchos expertos que auguraban una recesión en las principales economías ya en este 2022. Pero el aumento de los costes de financiación por la subida de tipos y la caída de la renta disponible suponen un lastre evidente a la actividad. Si a ello se le suma el freno al crecimiento de los beneficios empresariales y la consiguiente desaceleración de la inversión, todo apunta que acabarán por desencadenar una recesión. “Cuando tu análisis macroeconómico y tus propios indicadores dicen lo mismo, conviene no ignorarlos”, explica Neil Shering, economista jefe global de Capital Economics. “El consuelo es que la recesión no debería ser muy profunda: no estamos ante una pandemia o una crisis financiera, como ha sucedido con las últimas recesiones de 2020 y 2008″, subraya. A una recesión suave, le seguirá una recuperación débil, asegura el economista jefe de Unicredit Daniel Vernazza, y la estanflación es una clara amenaza una vez que las principales economías superen el terreno negativo.

Según los cálculos de Fitch, en el caso de EE UU y de la zona euro cada punto porcentual de subida de los tipos de interés reduce el PIB en medio punto. El BCE ya subido 2,5 puntos porcentuales los tipos y la Reserva Federal, 4,25 puntos. La agencia de calificación asegura que el mercado inmobiliario ya está sufriendo las consecuencias del encarecimiento de la financiación, con una caída de la inversión residencial del 8%. Aunque las previsiones varían de una casa de análisis a otra, el consenso apunta que la recesión en Estados Unidos puede rondar el -0,5%, mientras que en la eurozona y el Reino Unido la recesión será más profunda (entre -1,5% y -2%) debido al mayor impacto de la crisis energética y a los lazos comerciales con Rusia. España, según casi todos los pronósticos, evitaría la entrada en recesión técnica, aunque su ritmo de crecimiento también se deterioraría. Esta semana, el Banco de España fijaba el crecimiento en el 1,3% para 2023.

En el caso de China, la segunda economía del mundo, la recesión queda descartada pero los expertos calculan que su economía se situará en 2023 en los niveles de mediados de 2021, tras casi dos años de crecimiento perdido por la gestión de la pandemia. Las previsiones apuntan a una primera mitad del año de crecimiento lento mientras que Pekín se adapta al fin de la política de covid cero, que los expertos no creen que entre plenamente en vigor hasta abril, seguida de un notable rebote en la segunda mitad del año. Con todo, los expertos de Goldman Sachs aprecian cambios notables en la economía china, que afectan a sus bases de crecimiento. Por un lado, las últimas restricciones estadounidenses a las exportaciones de semiconductores avanzados, así como de los equipos capaces de producirlos, reducirán un cuarto de punto el PIB de China en 2023 y 1,7 puntos porcentuales del PIB chino para 2026. Por otro, calculan que buena parte de la desaceleración del crecimiento chino en los últimos años corresponde a una reducción de su crecimiento potencial hasta el 4,2%. “Creemos que el crecimiento potencial se ralentizará hasta el 3% en la próxima década, como consecuencia tanto de su debilidad demográfica y de su productividad, así como la larga caída del mercado inmobiliario”, asegura el banco de inversión estadounidense en uno de sus informes. De ahí que cada vez más expertos prevean que Pekín no logrará superar a Estados Unidos como primera potencia económica mundial, si eso finalmente sucede, antes de 2060, lo que supondría 30 años después de lo previsto hasta hace poco.

Pronósticos pesimistas

Con estos mimbres, los expertos han rebajado sus previsiones de crecimiento y el consenso apunta que el PIB global rondará el 2,2% en 2023. Según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), si se ajustan los efectos de base, el PIB global apenas crecerá un 1,2% el próximo año, niveles no vistos desde la Gran Recesión, con la excepción de la pandemia de 2020, y compatible con lo que los economistas consideran una recesión de facto a nivel global.

Ahora que el dinero ha dejado de ser gratis, el riesgo vuelve a tener un precio. La crisis desatada en el Reino Unido con el castigo de los mercados a los planes fiscales de la entonces primera ministra Liz Truss demostró dos cosas: la dura realidad del Brexit y que habrá tolerancia cero para aquellos planes fiscales insostenibles. Para 2023, los expertos ponen en el punto de mira del riesgo soberano a Italia, con una deuda pública que ronda el 150%, y a Brasil, que cambiará de Gobierno el 1 de enero. Pero como la experiencia demuestra, una vez que se produce un episodio de tensión en los mercados, la posibilidad de contagio se dispara. Y esa amenaza volverá, toda vez que algunos bancos centrales, como la Reserva Federal, han iniciado el proceso de reducción en el tamaño del balance y que el BCE ha anunciado que a partir de marzo dejará de comprar deuda de los Estados, que volverán a estar sometidos a la dictadura de los mercados. Con más deuda pública y mayores costes de financiación, los planes de ajuste fiscal volverán a estar sobre la mesa y los inversores seguirán con atención las primas de riesgo.

“Bienvenidos a la recesión Godot”, señalaba en una nota Ray Farris, de Credit Suisse, parafraseando la famosa obra de Samuel Beckett. El pesimismo tiene un punto seductor y, dada la experiencia de 2022, es fácil dejarse llevar por los malos augurios de cara a 2023. Aunque lo único que se puede dar por seguro a estas alturas es que cualquier escenario estará dominado por la incertidumbre y que hasta la recesión que hoy parece inevitable puede acabar, como Godot, por no llegar.

Sistemas de tuberías en la estación receptora de gas del gasoducto Nord Stream en el mar Báltico.Stefan Sauer (dpa/picture alliance via Getty I)

‘Cisnes negros’ y ‘rinocerontes grises’

Después de lo vivido en los últimos años, “no hay límites a lo que uno pueda imaginar que sucederá en 2023″, confiesa Erik Nielsen, asesor económico del grupo Unicredit. Lo cierto es que la pandemia, la guerra en Ucrania, o la erupción del volcán de La Palma en el caso español, han devuelto a la actualidad la teoría de los cisnes negros que describió el filósofo e investigador libanés Nassim Taleb en 2007. Son sucesos inesperados, de gran impacto socioeconómico que se explican a toro pasado como si hubiera sido posible anticiparlos a la luz de los datos. Aunque son más quienes consideran que lo acontecido en estos años son rinocerontes grises, riesgos de alta probabilidad y gran impacto (como los ambientales, tecnológicos o sanitarios) que, a pesar de ser reconocidos y evaluados, resultan ignorados hasta que es demasiado tarde, y explotan. Una idea que expuso la autora estadounidense Michele Wucker en la cumbre de Davos de 2013.

Las previsiones de Nielsen encajan más entre los rinocerontes grises, que divide entre la política y la economía y a los que adjudica una probabilidad no menor al 20%. Entre las políticas, Nielsen expresa su preocupación por la situación estadounidense y teme que, con la Cámara de Representantes bajo control de un Partido Republicano echado en brazos del populismo, pueda acabar provocando una crisis del techo de deuda “que deje la volatilidad provocada por los planes fiscales de Liz Truss en el Reino Unido en un juego de niños”, apunta. También advierte del cambio de alianzas que se está produciendo en Oriente Próximo, con China como nuevo actor regional de la mano de Arabia Saudí, como se ha podido comprobar en el reciente viaje de Xi Jinping a Riad. En el lado económico, el que ha sido durante años economista jefe de la entidad italiana apunta la posible amenaza de una recaída en la recesión en la segunda mitad de 2023, si las tensiones inflacionistas persisten, el poder adquisitivo de los hogares se deteriora y el impacto de la política monetaria. “Si fuera así, los bancos centrales tendrían que revertir la senda de la política monetaria”, subraya. Aunque también ve similares posibilidades de lo contrario, un repunte de la actividad notable que obligue a las autoridades monetarias a seguir subiendo los tipos hasta niveles del 6%-7%, en el caso de la Reserva Federal, y del 4%-5%, para el Banco Central Europeo. No se puede descartar tampoco, a su juicio, un nuevo shock de oferta en el ámbito energético ni que los problemas del sector inmobiliario chino rebasen sus fronteras

Más provocadoras son las “escandalosas” previsiones que cada año elabora el banco danés Saxo Bank de la mano de Steen Jakobsen, su director de inversiones, que sin embargo tienen en su haber su anticipo del Brexit en 2016, el desplome de la Bolsa en 2008 o el auge del bitcoin en 2017. Entre las predicciones de Saxo Bank para 2023 está la dimisión de Emmanuel Macron como presidente de Francia y la llegada de Marine Le Pen al Eliseo, una victoria de los laboristas en el Reino Unido y un nuevo referéndum para dar marcha atrás al Brexit, la escalada del oro hasta los 3.000 dólares por onza, la puesta en marcha de controles de precios sobre productos básicos o la salida del FMI de los países de la OPEP, China e India. ¿La recapitulación? Dentro de 12 meses.

La nueva geopolítica del comercio mundial

La Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad) anticipan que la fortaleza mostrada por el comercio mundial este año se frenará notablemente en 2023. El deterioro de las perspectivas de crecimiento, el elevado precio de los bienes intercambiados y el impacto de la subida de los tipos de interés sobre la deuda (pública y privada) van a pesar negativamente sobre el volumen de los intercambios de bienes y servicios, aunque haya algunos factores positivos como la mejora de la logística comercial o algunos acuerdos regionales. Alrededor de un 1% se espera que crezca el comercio el año que viene, tras el 3,5% previsto para este año. 
Con todo, los cambios más importantes están relacionados con la guerra en Ucrania. La decisión de las potencias occidentales de reducir progresivamente su elevada dependencia del gas ruso ha llevado a Rusia a ampliar su cartera de clientes, a los que ofrece sus productos con un sustancial descuento. Como consecuencia, la India lidera los países que más han aumentado sus importaciones de Rusia, con incrementos mensuales superiores al 100% desde febrero, según datos de S&P Global. Por su parte, en los nueve primeros meses del año Gazprom aumentó el suministro a China a través del gasoducto Poder de Siberia un 61%, según Interfax. Para 2023, S&P calcula que China será el destino de más del 25% de las exportaciones de Rusia, desde el 12% en 2018. Le seguirán Turquía, Bielorrusia, Kazajistán y Corea del Sur. 
Los expertos advierten que las cadenas de suministro se están adaptando con rapidez a las disrupciones del suministro energético y de otras materias primas, y advierten de que, si el conflicto en ­Ucrania se prolonga, los cambios pueden volverse permanentes. Es la teoría de Ivan Krastev, politólogo y presidente del Centro de Estrategias Liberales de Sofía, que sostiene que son las potencias medianas las que están rediseñando la geopolítica.

¿Es válido el 2% como objetivo del IPC?

No es la primera vez que economistas de reconocido prestigio defienden la necesidad de revisar al alza el actual objetivo de inflación del 2% aceptado por los principales bancos centrales como herramienta de su política monetaria. La meta del 2% fue una herramienta desarrollada por el banco central de Nueva Zelanda a finales de los años ochenta y desde entonces muchas cosas han sucedido en la economía, tan profundas como cambios en los elementos que la componen.
Ahora es Olivier Blanchard, senior fellow en el Instituto Peterson de Economía Internacional de Washington, quien lidera las voces que piden revisar al alza la meta de inflación. Su argumento, que ya defendió en 2010 cuando la principal amenaza de los precios era la contraria, la deflación, es que un objetivo más alto de precios implica unos tipos de interés nominales también más altos y ofrece mayor margen a la política monetaria para bajar los tipos en caso de que la economía lo demande, al tiempo que reduce los riesgos de liquidez asociados al límite inferior de cero.  
Con la inflación de vuelta, y parece que para quedarse por bastante tiempo, una meta más elevada de inflación evitaría que los bancos centrales tuvieran que subir los tipos de interés hasta niveles que estrangulen la actividad. Y, como apuntan James Ashley y Simona Gambarini, de Goldman Sachs, permitiría mejorar la dinámica de la deuda pública, en momentos de niveles récord de endeudamiento, al reducir de facto parte del stock de deuda. 
En su momento, Blanchard, como antes Kenneth Rogoff, profesor de Economía y Política Pública en Harvard, proponía elevar la meta de inflación al 4%. Ahora considera que cuando los precios en Estados Unidos se sitúen en el 3% —la meta realista que propone también Goldman Sachs— se abrirá un debate sobre si merece la pena el coste de reducir la inflación al 2%. Con el temor de los bancos centrales a poner en riesgo su credibilidad, no parece fácil que esos cambios se produzcan en 2023.    

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Economía

La economía española creció un 5,5% en 2022, sostenida por el consumo y el sector exterior

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Resumir el ejercicio económico 2022 en una frase es difícil: fue el año del comienzo de la guerra de Ucrania; de la crisis energética; de los cuellos de botella en la cadena de suministros; de la inflación desbocada o del fin del dinero gratis. Sin embargo, y a pesar de todo esto, la economía española acabó superando buena parte de los pronósticos y creció un 5,5%, sostenida por el consumo y el sector exterior. Con todo, la economía sigue sin recuperar el volúmen de antes de la pandemia. Así lo ha confirmado este viernes el Instituto Nacional de Estadística (INE), que ya había adelantado este dato a finales de enero, pero que ha recortado una décima la variación interanual del último trimestre (2,6%).

La evolución por trimestres refleja bien lo que fue 2022 para la economía española. Tras un crecimiento robusto en los dos primeros trimestres ―impulsados por el fin de las restricciones y el retorno del turismo―, la segunda mitad fue de desaceleración: el PIB pasó de crecer un 2,2% entre abril y junio a un 0,2% entre julio y septiembre. Este ligero avance se repitió en los últimos tres meses del año (+0,2%), confirmando así la desaceleración económica.

En el último trimestre todos los pronósticos se tornaban negros: servicios de estudios e instituciones como el Banco de España advertían de que una recesión técnica ―dos trimestres consecutivos en rojo― se cernía sobre la economía española a principios de 2023. Sin embargo, el aterrizaje está siendo más suave de los esperado. Son varios los factores lo han evitado: en primer lugar, la resistencia del consumo, propiciada por el ahorro y un mercado laboral que aguanta. Además, la energía, uno de los principales dolores de cabeza del año, se abarató hacia finales de año, influida por las suaves temperaturas y la poca demanda china. A lo que se suman la mejora de los cuellos de botella en el comercio global y una fuerte contribución del sector exterior español.

Consumo y sector exterior

El colchón de ahorro acumulado en la pandemia y un mercado laboral robusto han sostenido el consumo a pesar de la inflación. Con un un Índice de Precios al Consumo (IPC) que creció de media un 8,4%, el consumo privado fue menguando conforme avanzaba 2022: mientras que en el tercer trimestre se mantuvo fuerte, en los tres últimos meses del año, confirman ahora los datos del INE, se hundió un 1,8% trimestral. Sin embargo, este batacazo ha sido en parte compensado por un importante avance del consumo público, del 1,9% ―que avanzaba ya el inicio de un año electoral, donde el gasto público suele dispararse―, y por una caída de las importaciones del 4,2%.

El sector exterior ha sido uno de los motores económicos del ejercicio: la balanza por cuenta corriente —que incluye el comercio de bienes y servicios y las rentas— exhibió un superávit con el exterior de unos 11.800 millones en 2022. Con todo, las exportaciones sufrieron una variación similar al resto de la economía a lo largo del año. Tras unos primeros seis meses de avances notables ―entre abril y junio aumentaron un 4,6%, dos décimas menos de lo que avanzó el INE en enero―, las ventas al exterior se resintieron del enfriamiento general en la segunda parte del año: en el tercer trimestre apenas avanzaron un 0,3% (una décima menos de lo adelantado por el INE), y en los últimos tres meses se contrajeron (-1,1%).

Contabilizado en euros, el PIB de España en 2022 fue de 1,327 billones, un 10% más que en 2021 debido en gran parte a la inflación. El INE ha revisado esta cifra a la baja, pues en enero avanzaba 1,328 billones. Por sectores, destacan los retrocesos trimestrales de la construcción, del 0,3% en el último tramo del año, y del comercio, transporte y hostelería, del 0,7%. Por el contrario, aguantan bien las comunicaciones, las actividades inmobiliarias y profesionales y la administración pública, educación y sanidad. Estas últimas han tenido unos incrementos del empleo público muy elevados en un último trimestre del año ya influido por la proximidad de elecciones.

El INE confirma también que el empleo en horas trabajadas se contrajo entre octubre y diciembre un 0,1% trimestral, como ya había adelantado. En términos interanuales, sin embargo, la balanza anual en términos de empleo es positiva: las horas trabajadas aumentan un 2,7% respecto a 2021 y el año terminó con 386.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo más. La inversión, por su parte, protagonizó una primera parte del año de grandes avances, pero cayó un 3,8% en los últimos tres meses ante la elevada incertidumbre y a pesar del impulso que debían haberle imprimido los fondos europeos a la economía en la recta final del año.

Cerrado oficialmente el 2022, todos los pronósticos que en octubre se revisaban a la baja el desempeño de la economía española se han dado la vuelta: el viernes pasado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) aumentó su previsión de crecimiento para el 2023 hasta el 1,7%. El Banco de España mejoró la suya hasta el 1,6% este miércoles, frente al 1,3% que preveía en diciembre. El mismo día, el panel del think tank Funcas hizo lo propio, y estima que la economía española crecerá un 1,5% este año. Aun con las revisiones al alza, todos se mantienen lejos del aumento del 2,1% recogido por el Gobierno en los Presupuestos.

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Las tres casas de la semana: de la cama a la piscina interior en La Moraleja por 6,5 millones

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Casa en La Moraleja de 1.000 metros construidos

El ocio y el disfrute son una parte esencial en esta vivienda unifamiliar. De hecho, esta zona está separada del resto de la casa. Ambos volúmenes, con puertas independientes, se unen a través de un porche que conecta el dormitorio principal con la piscina interior, el gimnasio y la sauna. Así se presenta esta vivienda construida en 2003 y actualizada recientemente que se localiza en la exclusiva urbanización madrileña de La Moraleja, morada de deportistas, empresarios y artistas de alto poder adquisitivo. En sus 1.000 metros de superficie construida se hallan seis dormitorios con baño y dos piscinas, una interior y otra exterior, que comparten el mismo plano visual. La casa, con placas solares en su cubierta y orientación sur, se distribuye en dos plantas principales y un semisótano.

Al entrar en el interior del inmueble aparece un recibidor que conduce hasta un salón de doble altura y otras estancias: comedor independiente, tres suites (incluida la principal, con un importante vestidor), sala de estar (que comparten los dos dormitorios de niños), aseo de invitados, cocina y zona de lavandería con entrada para el servicio. La planta superior, dominada por un lucernario, tiene 150 metros cuadrados destinados a cualquier uso. Aquí hay un dormitorio con baño y vestidor. El nivel inferior cuenta con una sala diáfana de unos 190 metros cuadrados que dispone de una pequeña cocina, aseo, un dormitorio de invitados y otro de servicio. La arquitectura del espacio anexo dedicado al ocio y al ejercicio es idéntica a la de la casa principal. La parcela, totalmente llana, que suma algo más de 2.500 metros cuadrados, dispone de jardín y un pozo. El aparcamiento tiene capacidad para cinco vehículos.

Situación: Alcobendas (Madrid)

Superficie: Parcela de 2.500 metros cuadrados y 1.000 construidos

Estado: Bueno

Precio: 6,55 millones de euros

Teléfono: 916 50 42 42

Viñas gestionadas por Macià Batle

Más de tres hectáreas de parcela alojan esta propiedad singular, emplazada en Santa Maria del Camí, una localidad de la parte central de la isla de Mallorca. En ese extenso terreno se dispone un amplio viñedo gestionado por Macià Batle, una bodega familiar que desde 1856 elabora vinos en esta zona. De aquí obtienen sus botellas cada año. La villa principal se distribuye en dos plantas más el sótano y comprende tres dormitorios más un despacho, cocina y salón con chimenea, entre otras estancias. Se conecta a través de un patio al apartamento de invitados, que cuenta con dos dormitorios, cocina y baño. También dispone de un amplio sótano con bodega, una sala de cine y sauna. En el exterior, todo el protagonismo se lo llevan la piscina y una zona cubierta de barbacoa y chill out. La propiedad balear, que fue construida en el año 2015, tiene vistas a la montaña.

Situación: Santa Maria del Camí (Mallorca)

Superficie: Parcela de 3,18 hectáreas y 885 metros construidos

Estado: Bueno

Precio: 7,95 millones de euros

Teléfono: 971 62 16 29

Cuatro edificios y un jardín tropical

La finca en venta es del año 1940 y ha sido rehabilitada por completo. Se sitúa en un enclave tranquilo de la localidad de Elche, a unos cinco minutos del aeropuerto de Alicante y de las playas de la Costa Blanca. La propiedad, que pertenece a la urbanización de Torre Azul, se organiza en torno a cuatro edificaciones: casa principal, inmueble para eventos y celebraciones, gimnasio con sauna y un espacio con cocina y horno de leña. La casa principal dispone de siete suites, salón, cocina, zona de lavadero y una bodega dispuesta en la planta sótano. Todos los techos de la vivienda tienen más de cuatro metros de altura. La propiedad, que suma una parcela de 10.000 metros cuadrados, luce una piscina rodeada de un jardín tropical en el que priman las palmeras. También existe un jacuzzi para 12 personas.

Situación: Elche (Alicante)

Superficie: Parcela de 10.000 metros cuadrados y 1.200 construidos

Estado: Bueno

Precio: 1,9 millones de euros

Teléfono: 966 28 70 70

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Economía

Beneficiados y perjudicados por la reforma de las pensiones

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La reforma de las pensiones diseñada por el Ministerio de Seguridad Social pretende aumentar las prestaciones sin poner en riesgo la sostenibilidad del sistema. Dos ambiciones intrínsecamente enfrentadas, que el ministro José Luis Escrivá ha maridado con un aumento de los ingresos derivado de la subida de cotizaciones. Entre las modificaciones que proyectan una mejoría de las pensiones está la posibilidad de ampliar el periodo de cómputo —los años que se toman como referencia para calcular la pensión— de 25 a 29, retirando los dos peores y eligiendo los 27 con mayores cotizaciones. O quedarse con los últimos 25, como sucedía hasta ahora.

Un horizonte más amplio beneficiará a aquellos trabajadores con carreras irregulares, en palabras de Escrivá. Sin embargo, el impacto puede no ser relevante para otros perfiles con carreras más estables. EL PAÍS ha consultado a distintos tipos de trabajadores próximos a la jubilación cómo creen que puede afectarles los cambios del nuevo marco legislativo.

Un autónomo: “Deberían contemplarse todos mis años cotizados y no los últimos”

La pensión de jubilación media de un autónomo es 600 euros más baja que la de un asalariado. Entre otras razones, porque el 80% de ellos cotiza por la base mínima. Con estas dos variables sobre la mesa, el Ministerio de Seguridad Social aprobó —tras recibir el visto bueno de las principales organizaciones de autónomos—, un sistema de cotización basado en los ingresos reales con el que se busca una mejor cobertura al terminar la vida laboral. Según ha defendido el ministro Escrivá, dos de cada tres miembros de este colectivo se va a beneficiar del nuevo marco y tendrán una pensión mayor.

Francisco Gordillo cumplirá 64 años en junio después de toda una vida como trabajador por cuenta propia. “En febrero sumé 39 años cotizados”, reconoce. Tiene una tienda de fruta, pescado y carne en Sevilla, en un local que comparte con otros dos autónomos. Ha trabajado ininterrumpidamente, por lo que no tiene lagunas de cotización —los periodos en los que una persona no ha aportado a la Seguridad Social, por encontrarse, por ejemplo, en situación de desempleo—, aunque ha ido variando su base de cotización: “Hasta que llegué a los 50 años estuve pagando la mínima, que entonces era de 800 euros. Después la subí a los 1.200″.

Gordillo es crítico con la reforma: “Está mal hecha, porque lo que debería contemplarse es toda la vida laboral de una persona, y no sus últimos 25 o 29 años”. Y se explica: “Una persona que haya trabajado hasta los 55 años y de repente se quede sin empleo, se encuentra en una edad muy mala para encontrar otro trabajo y ve cómo le quedan diez años por delante, que va a tener muy difícil cubrir, y la pensión con la que va a vivir el resto de su vida se le va a recortar”. Los críticos con este planteamiento señalan que incluir en el cálculo los primeros años de la vida laboral, cuando los salarios suelen ser inferiores, repercute en una menor pensión.

Un ‘baby boomer’ con carrera estable: “No cambia mi situación”

Francisco Javier Goicoechea, en Madrid.Olmo Calvo

Francisco Javier Goicoechea tiene 65 años recién cumplidos, 42 cotizados y, de momento, poca intención de jubilarse. La vida laboral de este ingeniero navarro afincado en Madrid es un ejemplo idílico de cómo ha desarrollado su carrera buena parte de su generación, la de los baby boomersaquellos nacidos entre 1946 y 1964—, cuyo retiro pondrá en tensión el sistema de pensiones por tratarse de una hornada numerosa y con prestaciones elevadas: “No he dejado de trabajar desde que salí de la universidad”. Y, aunque su empresa ha ido sufriendo cambios societarios, su empleador ha sido el mismo.

La reforma afectará a su cotización en los años que le quedan, pero no a su pensión: con el aumento de las bases máximas, su empresa pagará más impuestos por él lo que le quede de vida laboral. “A mí no me cambia nada”, reconoce. No ha tenido periodos de inactividad en su carrera y tendrá derecho a la pensión máxima cuando se jubile. Esto, cuenta, lo hará en “en principio en tres años”, y está al tanto de que por cada año de más su pensión se incrementará un 4%. Aunque le beneficiaría, no está de acuerdo con que esta se revalorice al mismo ritmo que las más bajas: “No me parece sostenible. Mantendría la revisión al IPC solo para las menores o aumentaría el periodo requerido de cotización”.

Una trayectoria irregular: “Tendré que trabajar todos los años que pueda para mejorar mi pensión”

Yolanda Babecki, en su puesto de trabajo en Patones (Madrid).
Yolanda Babecki, en su puesto de trabajo en Patones (Madrid).SANTI BURGOS

“La última vez que comprobé cuánto me correspondería de pensión casi me entra una depresión y no he vuelto a mirarlo”, cuenta Yolanda Babiecki (Madrid, 65 años). Geóloga de carrera, ha hecho “de todo” en la vida: al salir de la universidad, y tras varios empleos en el mundo de la arqueología, estuvo trabajando como profesora ayudante mientras preparaba su tesis doctoral. No llegó a acabarla porque decidió dedicarse a tiempo completo a la educación de sus hijos. Desde entonces, ha ido alternando trabajos puntuales como profesora en academias o para empresas, con contratos por cuenta ajena pero temporales. También ha asesorado en materias de medioambiente a empresas como autónoma.

Ahora es profesora de jardinería como docente de la Comunidad de Madrid, y las cuentas no le salen: tiene 22 años cotizados, de los cuales menos de diez han sido como asalariada. Todo lo demás ha sido como autónoma, y alternando épocas sin trabajo. “Voy a seguir trabajando todo lo que pueda, porque estoy bien de salud y además lo necesito para mejorar mi pensión”. De la reforma, lo que más le afecta es el plus de 30 euros que recibiría por cada uno de sus cuatro hijos. Lo que sí defiende es que hay que retrasar la jubilación: “No queda más remedio”.

Un fijo discontinuo: “Va a mejorar la pensión de las mujeres con este contrato”

El sindicalista de CC OO Antonio Ferro, en la sede del sindicato de Lloret de Mar (Girona).
El sindicalista de CC OO Antonio Ferro, en la sede del sindicato de Lloret de Mar (Girona). Massimiliano Minocri

Uno de los contratos estrella de la reforma laboral es el del fijo discontinuo, diseñado para cubrir actividades estacionales y sustituir al temporal. Se trata de una modalidad en la que el trabajador tiene garantizado el empleo durante un tiempo determinado al año, y el empresario la obligación de llamarlo cuando den comienzo estas campañas. También ofrece una mayor indemnización en caso de despido. El empleado, por su parte, cotiza mientras esté en situación de actividad, y durante el periodo de inactividad cobra la prestación por desempleo. Cuando no reciba paro, no aportará nada al sistema, y comenzará a acumular lagunas.

Antonio Ferro, de 60 años, firmó hace dos meses un contrato de este tipo. Hasta ese momento venía siendo indefinido, pero ha acordado permanecer así durante cuatro años en la empresa donde trabaja, una cadena hotelera con presencia en Lloret de Mar (Girona), y después volver a ser fijo. Además, suma 42 años cotizados, por lo que la jubilación se le antoja próxima. En su condición de secretario general de la Federación de Servicios de CC OO de Girona, está al tanto de los beneficios que aporta el nuevo marco, especialmente sobre las mujeres. “En zonas como la Costa Brava, donde se trabaja cada vez menos meses, hay muchas mujeres que por no tener los años de cotización necesarios cobran pensiones no contributivas, y estas se van a incrementar en un 20% y es algo importantísimo. Va a suponerles una gran mejora”, detalla. “Además, son las que se cogen, por lo general, más reducciones de jornada, y con la reforma se les va a cubrir hasta tres años la base de cotización como si estuvieran a jornada completa”, añade.

Un funcionario: “A mí no me afecta”

Santiago Collado, en San Sebastián.
Santiago Collado, en San Sebastián.Javier Hernandez Juantegui

Santiago Collado se jubiló el año pasado. Lo hizo con 64 años, y después de haber estado durante los últimos 39 dando clase en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad del País Vasco de San Sebastián. “A mí esta reforma no me afecta”, asegura, por su condición de profesor universitario de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social. ¿El motivo? Ha cotizado como funcionario en el régimen de clases pasivas —en el que se encuentran alrededor de 670.000 personas—, que es distinto al de los trabajadores del sector privado, y que, por ejemplo, permite retirarse a los 60 años con la pensión máxima si se acreditan 30 años cotizados.

Además de no afectarle por estar ya jubilado, los trabajadores públicos cuentan con una tabla de edad diferente para poder retirarse: a los funcionarios sujetos al Régimen de Clases Pasivas, la jubilación o retiro forzoso se les declara de oficio a los 65 años; excepto a los profesores universitarios, magistrados, jueces, fiscales, secretarios judiciales y registradores de la propiedad, para los que se prolonga hasta los 70.

“El aumento del número de años puede beneficiar puntualmente a algunas personas, pero en términos generales el impacto va a ser limitado”, reflexiona. De hecho, el problema principal, según él, va a permanecer a pesar de los cambios acordados: “El número de pensionistas va a ser cada vez mayor, y sus pensiones más altas. ¿Cómo se va a financiar eso?”. Junto con esta variable, a su juicio no resuelta, Collado también afea el modo en el que se ha aprobado una reforma de este calado. “La forma de hacerlo ha sido muy apresurada. Se han puesto las pilas a última hora y han existido elementos políticos que han condicionado lo que debería ser un pacto global”, sentencia.

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