Economía
Cómo hemos cambiado

Cómo hemos cambiado es el título de una elegante canción del grupo Presuntos Implicados que vio la luz a principios de los noventa tras su exitoso álbum Alma de blues. También es una inteligente forma de acercarse a explorar la realidad económica y social antes de tratar de anticipar, o al menos sugerir, los escenarios futuros que podemos enfrentar en marcos tan diversos y complejos como los que definen la sociedad actual. El efecto perspectiva, mirar con distancia cualquier fenómeno, ayuda en buena medida a entenderlos.
La transformación económica y financiera española, foco de este artículo, ha sido realmente destacable. Un libro de Afi (Analistas Financieros Internacionales), 35 años de economía y finanzas en España, que se publicará en breve, recopila y analiza una buena parte de esos cambios tan importantes, algunos de ellos difícilmente imaginables no tantos años antes. Aunque no sin dificultades y debilidades, todavía vigentes, la economía española se ha abrazado con éxito, cierto que de manera desigual, al paso marcado por las más prósperas y desarrolladas del mundo.
Sin duda, su transformación en una economía abierta, muy abierta en realidad, constituye la clave de bóveda de muchos otros cambios que han tenido lugar en estas décadas. Algo que, como es bien conocido, sólo fue posible tras la reinstauración de un régimen democrático que nos abrió las puertas a la integración europea a la que tanto debemos. Hoy en día la economía española no sólo ha avanzado sustancialmente en renta per cápita a precios constantes y en paridad de compra, el indicador sintético más expresivo de mejoras del bienestar, sino que con una perspectiva de varias décadas lo ha hecho también en términos relativos frente a nuestros pares europeos. De representar el 72% de la renta per cápita conjunta de las otras grandes economías europeas (Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido) cuando nos incorporamos a la Unión Europea, a definir hoy en torno a diez puntos más. Bien es cierto que la reducción de esta brecha dista de haber sido uniforme en el tiempo. Su estrechamiento solo se produjo realmente hasta la crisis financiera internacional de 2008. El adverso impacto de aquella, muy superior al que sufrieron las economías de nuestro entorno, como también ha sido el caso durante la reciente pandemia, ha impedido en los últimos 15 años consolidar un progreso del bienestar relativo como el que tuvo lugar durante los 20 años previos.
Y no era fácil la tarea en ese primer periodo, cuando el punto de partida era una inflación en niveles muy elevados, tasas de desempleo insufribles y unos desequilibrios en la balanza de pagos, que se traducían en una permanente inestabilidad de nuestro tipo de cambio y que abocaba a la definición de tipos de interés extraordinariamente altos. Realmente el gran avance en renta per cápita se sustanció en los últimos 10 años de ese primer periodo, cuando tras la aceptación de nuestra incorporación a la moneda única gozamos del beneplácito y de la confianza de los mercados con condiciones financieras inimaginables hasta entonces. Tan inimaginables, que propiciaron una expansión irracional de nuestro mercado inmobiliario, de la demanda y de nuestro desequilibrio exterior, cuyas consecuencias hemos estado pagando desde la gran crisis financiera. De hecho, no hemos recuperado aún los niveles de bienestar relativo de entonces frente a nuestros homólogos europeos.
En definitiva, está claro que el progreso, como casi todo, dista mucho de ser lineal. Restañadas muchas de las heridas de la gran crisis, recuperados de los desequilibrios y de la pérdida de confianza en que esta derivó, cabe preguntarse por la existencia de motores que nos permitan reemprender el camino del cierre de la brecha respecto de los grandes países europeos comparables cercanos. Porque, desde luego, el mundo también ha cambiado, y los efectos adicionales inducidos de nuestra integración europea y de nuestra apertura al exterior (tan positivos) están agotándose o tienden ya a ser marginales.
El marco (el orden) internacional en el que estamos insertos, tras haber cobrado los dividendos de esa integración y apertura, también ha cambiado. El eje que conformaba la triada Estados Unidos, Europa y Japón ha devenido en una compleja relación en la que estos dos últimos se mantienen a la expectativa de una pugna (no sólo económica) entre las dos grandes economías actuales, Estados Unidos y China. Y en la que antes que después emergerá la India (este mismo año superará ya en habitantes a China) como tercer gran jugador, exponente del continuo afianzamiento de las economías emergentes. Por otra parte, las tensiones geopolíticas, en general, también se han agudizado y amenazan con socavar las bases del fenómeno de globalización que durante tanto tiempo ha estado impulsando el comercio internacional, y con él del crecimiento de la renta en el mundo. La reaparición de una crisis energética muy vinculada al afloramiento de algunas de esas tensiones geopolíticas, la cada vez más evidente crisis climática y el impacto brutal de la tecnología (y de las propias empresas tecnológicas) definen un puzle de difícil composición, en el que las empresas globales están perfilando la economía del futuro cada vez más que las propias acciones de los gobiernos.
Con todo, el papel y la orientación de estos continúa siendo central. Y ello a pesar de que (o quizás todo lo contrario) en Europa hemos delegado buena parte de esas acciones en organismos supranacionales que compartimos; delegación no “sólo” de la propia política monetaria, de la política comercial común o la de la competencia, sino de reglas y normativas de toda índole, cada vez más vinculantes, aplicables a piezas centrales del nuevo mundo como la energía, la sostenibilidad y la tecnología. El nuevo campo de juego será fundamentalmente este, pero la creación de las condiciones locales que favorezcan su desarrollo sigue siendo esencialmente nacional. Entre ellas, un sólido marco institucional, el fortalecimiento del capital humano con políticas educativas bien orientadas y eficientes, así como el despliegue de políticas que reduzcan la desigualdad. La desigualdad no es rentable, reiteraba Emilio Ontiveros, quien nos dejó hace poco y es coautor del libro al que aludíamos al inicio del artículo.
El reto ahora no es tan fácil de definir como ese “insertémonos plenamente en Europa” que ha guiado básica y eficazmente la acción política de estos últimos 35 años. Ahora sigue siendo condición necesaria, pero sólo una combinación acertada de las piezas mencionadas generará réditos adicionales que permitan continuar cerrando esa brecha de renta per cápita frente a los países de referencia. Otros diez puntos en los próximos 35 años no sería un mal resultado.
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Economía
Cómo reducir la factura energética de mi negocio con las ayudas europeas

Pocos empresarios dudan ya de que una empresa necesita ser sostenible para mantener su competitividad. Es fundamental para, por ejemplo, reducir el consumo energético en un escenario en el que el precio de los combustibles y la electricidad ha protagonizado grandes subidas; para adaptarse a las normativas, cada vez más restrictivas en cuanto al volumen de emisiones contaminantes, y también, asegura Sergio Sánchez, director de desarrollo de negocio sostenible de empresas de Banco Sabadell, para seguir resultando atractivas en un mercado que valora cada vez más las prácticas respetuosas con el medio ambiente: “Ser sostenible va a ser, además de una ventaja competitiva, un requisito fundamental para operar en el mercado”, detalla este experto que participará en el webinar La sostenibilidad como oportunidad de negocio: estrategias y claves del éxito empresarial, organizado a través de HUB Empresa de Banco Sabadell.
El problema para muchas organizaciones, especialmente las pequeñas y medianas empresas (pymes), radica en que para volverse más sostenibles han de acometer cambios de calado que requieren un esfuerzo financiero y organizativo. Y no todas se lo pueden permitir. De hecho, solo la mitad de las pymes españolas ve la sostenibilidad como un elemento clave en su estrategia, según el informe Small business: great opportunities, de 2022, del fabricante de soluciones digitales para empresas Sage. El principal impedimento, asegura un tercio de las compañías entrevistadas, es su alto coste.
Entre las soluciones para reducir el impacto ambiental, las empresas pueden empezar por dos ámbitos clave en el gasto energético: la reducción del uso de combustibles fósiles a través del autoconsumo y los sistemas de climatización más eficientes que utilizan fuentes de energía renovables. Acciones para las que el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) del Gobierno español, que articula el fondo europeo Next Generation EU, contempla dos programas de ayudas que estarán vigentes hasta el 31 de diciembre de 2023.
Paneles fotovoltaicos: reducir el consumo eléctrico externo (y la factura)
El uso de placas fotovoltaicas ofrece múltiples beneficios a las empresas. La principal, argumenta Paula Santos, directora de autoconsumo de la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), es que reducen el gasto eléctrico externo entre un 70% y un 80%. Un ahorro significativo posible gracias a que la actividad empresarial coincide con las horas de mayor radiación solar, de forma que lo que se produce se emplea al momento. Además, las fábricas y las instalaciones comerciales suelen contar, a diferencia de los edificios residenciales, con amplias cubiertas para los paneles, sin construcciones alrededor que las ensombrezcan.
Estas ventajas contribuyen a que la recuperación de la inversión se produzca en torno a los cinco años, destaca esta experta. De acuerdo con el I Informe Anual del Autoconsumo Fotovoltaico de la Asociación de Empresas de Energías Renovables (APPA), la instalación de placas fotovoltaicas supuso en 2022 un ahorro promedio de 280 euros por cada kilovatio instalado en las empresas.
El autoconsumo, explica Santos, llega a todos los sectores económicos. Se instalan placas solares en las cubiertas de factorías textiles, fábricas de procesado de alimentos, pero también en hoteles, gasolineras y edificios de oficinas. Y cada vez más. Su uso se ha disparado en un 108% de 2021 a 2022 en España. Casi la mitad (el 47%) pertenece al sector industrial, mientras que un quinto (el 20%) al comercial.
Los programas del fondo europeo Next Generation EU, señala Santos, han contribuido a este auge del autoconsumo. El plan para impulsarlo ofrece ayudas a fondo perdido para pymes, cuyo importe varía en función del tamaño. En el caso de una pequeña empresa con un sistema de autoconsumo de 10 kilovatios o menos, que es la potencia que requiere un local comercial como un taller o una tienda, se subvenciona el 45% del coste de la instalación, mientras que, para una mediana de similares características, el 35%.
Para instalaciones mayores, por ejemplo, una de 15 kilovatios en una nave industrial o una explotación agropecuaria, se sufraga el 35% si se trata de una pequeña empresa y el 25% si es mediana. Además, si la pyme desea añadir un sistema de almacenamiento, con el que acumular energía para usarla después, se costea el 55% en el caso de una mediana empresa y el 65% en el de una pequeña.
Climatización mediante energías renovables: adiós a los combustibles fósiles
La climatización de las instalaciones de una empresa es uno de los procesos que más energía demanda. Según la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) el calor es el uso final de la energía más amplio en todo el mundo. Representa casi la mitad del consumo total de 2021, por encima de la generación eléctrica (20%) y el transporte (30%). De esa mitad, el 46% se utilizó para calentar edificios.
El suministro de calor sigue dependiendo en gran parte de los combustibles fósiles, de acuerdo con la IEA, mientras que los sistemas de refrigeración suponen un alto consumo de electricidad. Por eso, si se quiere potenciar la sostenibilidad de una organización, sostiene Álvaro Pastor, presidente de la división valenciana de la Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración (Atecyr), conviene sustituir las instalaciones térmicas tradicionales por soluciones más eficientes que funcionen parcialmente o por completo con energías renovables. Solo así podrán reducir su consumo energético y, en consecuencia, su huella de carbono, es decir, el volumen de emisiones de dióxido de carbono (CO₂) y otros gases de efecto invernadero resultado de toda su actividad.
La solución más extendida es la aerotermia, por su facilidad para adaptarse a cualquier tipo de construcción, argumenta Pastor. Se trata de un sistema limpio que transforma la energía térmica del exterior al interior, de manera que en verano permite refrigerar y, en invierno, calentar, además, con la posibilidad de proporcionar agua caliente sanitaria todo el año, con un consumo de electricidad más bajo que el de los sistemas tradicionales. “Es como una instalación de aire acondicionado, pero mucho más eficiente”, señala este experto. Esta tecnología está cada vez más presente en oficinas, centros comerciales y hoteles y permite reducir el consumo energético hasta un 60%.
La solar térmica también está muy extendida y resulta especialmente útil en la industria, de acuerdo con la Asociación Española de la Energía Solar Térmica (Asit). Se trata de una solución madura que permite ahorrar en torno al 60% de energía. El PRTR cuenta con un programa de incentivos para la renovación de las instalaciones térmicas en el sector industrial, el agropecuario y el de los servicios, para la producción de frío y calor en edificios y en procesos industriales que no requieren altas temperaturas, como los servicios de lavandería, la pasteurización y la conservación de productos perecederos, así como la climatización de naves industriales.
La revolución energética de una bodega centenaria

La urgencia por prescindir de combustibles fósiles ha llevado a las centenarias bodegas Familia Torres a combinar varias soluciones a partir de energías renovables. Con ellas, además, han reducido su huella ambiental. Josep Maria Ribas, director de cambio climático de Familia Torres, empresa familiar de 1.100 empleados ubicada en Vilafranca del Penedès (Barcelona), explica que en los últimos años están aprovechando la energía solar en los tejados, han adquirido varios vehículos eléctricos y han apostado por la generación de calor mediante biomasa procedente de la poda de la vid. “Hoy rozamos el 60% de autoconsumo energético generado con energías renovables”, destaca este experto que también participará en el webinar.
Pese a la gran inversión inicial que requiere la incorporación de estas tecnologías, asegura, han obtenido muchas ventajas. “Años atrás, una instalación fotovoltaica podía parecer cara, pero ahora tiene un retorno de la inversión cortísimo. Gracias a ella, hemos capeado mejor el temporal de la crisis inflacionaria energética. Invertir en descarbonizar no es caro. De hecho, es baratísimo si lo comparamos con lo que costará hacer frente a los impactos del calentamiento global si no mitigamos el cambio climático y no tomamos medidas suficientes para adaptarnos a lo que nos viene”, concluye Ribas.
La iniciativa subvenciona la instalación de sistemas de aerotermia y de paneles solares térmicos, además de otras tecnologías como las que funcionan con biomasa y las que aprovechan el calor del subsuelo y del agua: la geotermia, que climatiza a partir de la temperatura del subsuelo, y la hidrotermia, que permite el intercambio de calor con el agua. La implantación de estos dos sistemas, destaca Pastor, está condicionada por el espacio disponible en el subsuelo. De hecho, la geotermia implica perforaciones a gran profundidad mientras que la hidrotermia necesita la instalación de torres de refrigeración o una superficie de agua cercana, detalla este experto. En todos los casos, se ofrece la subvención del 40% de la instalación para medianas empresas y del 45% para las pequeñas.
Un empujón extra para las empresas rurales
Las empresas que soliciten ayudas en municipios de hasta 5.000 habitantes y en los municipios no urbanos de hasta 20.000 habitantes cuyas poblaciones no superen los 5.000 habitantes cuentan con un 5% extra sobre el coste subvencionable. Aunque el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) coordina los programas, son las comunidades y las ciudades autónomas las que los gestionan, por lo que las empresas interesadas deben acudir a ellas para tramitar las ayudas. Cuanto antes lo hagan, más posibilidades tendrán de obtenerlas, ya que se entregan en concurrencia simple, es decir, por orden de llegada.
Para una pyme, además, contar con asesoramiento puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso en la recepción de las ayudas del fondo europeo Next Generation EU. Por eso, el acompañamiento de un gestor como el de la entidad bancaria resultará útil para resolver dudas, ayudar con los trámites y aconsejar sobre las mejores opciones a su disposición.
Los otros dos socios de la sostenibilidad

Fernando Pérez, director de Programas Nacionales de la consultora Zabala Innovation, afirma que los programas con fondos europeos están siendo una palanca para que muchas empresas impulsen su sostenibilidad. Pero estos cambios, resalta Natalia Sánchez, directora general de la consultora Weber Shandwick, no deben quedarse solo en hacer rebajar el recibo de la luz, sino en hacer más eficiente todo el ciclo productivo y avanzar en la transición energética.
Carolina Beguer, directora de sostenibilidad de Grupo Gimeno, grupo empresarial con casi 150 años de historia especializado en la prestación de servicios urbanos a la ciudadanía, el turismo y la industria, destaca que «la sostenibilidad ambiental es necesaria y una prioridad de primer nivel, pero apostar por el desarrollo sostenible en el ámbito empresarial no se limita a impactar positivamente en el entorno medioambiental, sino también en el económico y social”.
Sergio Sánchez, director de desarrollo de negocio sostenible de empresas de Banco Sabadell, coincide en que la estrategia de sostenibilidad de una empresa debe ir vinculada tanto al respeto al medio ambiente como al buen desempeño en dos ejes adicionales, igualmente importantes: el cuidado del entorno social —sus empleados y las instituciones locales con las que interactúa—, y la responsabilidad respecto a la gestión de la empresa en conjunto, lo que se conoce como gobernanza —transparencia en su información, financiera y no financiera, o el ejercicio de buenas prácticas—. “Estos factores son causa directa de que la empresa sea sostenible en el sentido más genérico, es decir: ser capaz de perdurar con éxito en el largo plazo”.
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Economía
Leroy Merlin registró un beneficio récord de 135 millones en España en 2022 al calor del auge de la vivienda

Leroy Merlin ha sacado partido del bum de la vivienda registrado en España en 2022. La empresa de distribución especializada en artículos de bricolaje, propiedad del grupo francés Adeo, aceleró el año pasado el crecimiento en el mercado español con una cifra de negocio de 3.328 millones de euros, un 14,4% más que en 2021, y un beneficio neto récord de 135 millones, un 25% más. Las inversiones presupuestadas para los próximos tres años se aceleran respecto a ejercicios anteriores y ascienden a 415 millones.
El ebitda (resultado bruto de explotación) alcanzó los 216 millones, un 10,7% más, según ha informado este jueves la compañía en una rueda de prensa en Madrid. El resultado operativo neto (ebit) se incrementó un 27,1%, hasta 177,5 millones. “Ha sido un año de éxito: España es el mercado que más ha crecido del grupo en Europa”, ha resumido su consejero delegado en España, Alain Ryckeboer, que ha destacado que dos tercios del crecimiento se deben al impulso de la venta online, el servicio a profesionales y la venta de instalaciones como cocinas, baños, puertas y suelos.
La demanda ha sido excepcionalmente fuerte, sostenida por el récord en la compraventa de viviendas que se registró en España en 2022: un total de 649.494 transacciones inmobiliarias, la cifra más alta desde 2007, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Sin embargo, desde diciembre ya se ha apreciado una desaceleración, además de que las turbulencias siguen amenazando el conjunto de la economía mundial. “Todos estamos pendientes de cómo puede evolucionar la coyuntura económica, pero tenemos mucha confianza en que 2023 sea un año muy bueno también”, ha señalado Alberto Bustío, director financiero. Sobre su política de precios en un contexto inflacionista, Bustío ha asegurado que han intentado reducir el impacto “lo máximo posible” y que persiguen una política de precios estable.
Las inversiones en 2022 sumaron 88 millones, distribuidos en tiendas (32 millones), tecnología y logística (48 millones) y servicio al cliente (8 millones). En los últimos cinco años se han invertido un total de 500 millones, según la empresa.
Venta a distancia
Uno de los negocios clave en 2022 fue el online. La facturación de la venta a distancia ascendió a 266,9 millones, un 44,4% más. La web de Leroy Merlin, que también cuenta con 400 vendedores externos, es el cuarto mercado de comercio electrónico en España por tráfico. Ryckeboer ha destacado que la mejora de los tiempos de entrega ha sido esencial. “Si el producto está en stock [almacenaje]se puede recoger en la tienda en dos horas o recibirlo en casa en 24 horas”, ha explicado. “Hace dos años, el plazo de entrega de un producto voluminoso era de 8 a 10 días, ahora son 3 o 4 días”, ha añadido.
Con los clientes profesionales, Leroy Merlin ha centrado sus esfuerzos en dar un servicio más rápido, con cajas diferenciadas para evitar colas, además de un canal para resolver dudas técnicas o hablar de precios. “El mercado profesional tiene un gran potencial de crecimiento, porque en España su tamaño es similar al de los particulares”, ha afirmado el consejero delegado.
El servicio de instalación ha crecido un 44%, a través de un red de instaladores certificados. “No solo se trata de vender los productos, sino ofrecer una solución completa al cliente, que cada vez lo demanda más”, ha dicho Ryckeboer, que ha destacado que el 98% de los empleados de la empresa son accionistas del grupo Adeo.
Un tercio del crecimiento se debe a las tiendas físicas, con nuevas aperturas en 2022, y una inversión de 13 millones de euros. En total, el grupo tiene 133 tiendas en España. Sus objetivos para 2023 pasan por seguir potenciando el mercado online, el profesional y la venta de proyectos llave en mano. También van a impulsar tiendas especializadas y tiendas exprés, para acercarse al cliente, y el plan pasa por evaluar cómo funcionan antes de decidir si siguen abriendo este tipo de establecimiento.
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Economía
Puig dispara su beneficio un 71% impulsado por sus marcas y unas ventas de 3.620 millones

La pandemia queda ahora mismo muy lejos en el retrovisor de Puig. La compañía de perfumería, moda y belleza, que tiene marcas como Paco Rabanne, Carolina Herrera o Charlotte Tilbury, sufrió mucho la irrupción de la covid-19, que con las mascarillas tapó el maquillaje y con las restricciones y confinamientos aparcó a los perfumes. Pero la recuperación ha sido muy rápida y muy intensa, y el llamado “efecto pintalabios”, la tendencia de los consumidores a buscar satisfacción personal en momentos difíciles, ha tenido algo que ver. La empresa ya obtuvo cifras de ventas récord en 2021, y el año pasado las superó, con 3.620 millones de euros de facturación, un 40% más respecto al año anterior, y con un beneficio neto de 400 millones, un 71% más, según ha comunicado este jueves. Detrás de estos números está sobre todo la buena marcha de las marcas propias y la recuperación de la categoría de fragancias de distribución selectiva, la que se vende en tiendas, grandes almacenes o aeropuertos, en la que ya tienen un 10% de la cuota de mercado mundial.
Justo cuando empezaba la pandemia, Puig estaba en plena senda de crecimiento y expansión, y estaba a punto de pisar aún más el acelerador, así que la crisis sanitaria tenía que ser solo eso: un bache en el camino. Por primera vez en su historia, el grupo familiar registró pérdidas, de 70 millones, en 2020, pero eso no les apartó de su hoja de ruta. En junio de 2020 compró una participación mayoritaria de la marca de maquillaje Charlotte Tilbury en una operación que se valoró en 900 millones. Esto, y la recuperación tras la pandemia, impulsó las cifras de 2021, cuando ganó 234 millones de euros y facturó 2.585 millones, una cifra récord.
En 2022 aún fue más allá: a mediados del año pasado el grupo adquirió una participación mayoritaria en la firma de lujo sueca Byredo y más tarde en las marcas de wellness Kama Ayurveda y Loto del Sur. La primera de las tres estuvo valorada en 1.000 millones de dólares, y en la subasta hubo tanta competición, que por un momento parecía que L’Oréal se quedaría con Byredo, pero al final su fundador escogió a la compañía catalana.
Las tres marcas que se incorporaron el año pasado al porfolio de Puig todavía representan menos del 10% del porcentaje de crecimiento de las ventas, pero Marc Puig, presidente y consejero delegado de la compañía, ha destacado que tienen un gran potencial. “Desde hace 12 años hemos combinado el crecimiento orgánico con el inorgánico, el que viene de las adquisiciones. Hemos hecho 14 adquisiciones en 12 años, pero las dos más importantes han ocurrido en 2020 y en 2022. Aunque seguimos escuchando el mercado, ahora es momento de consolidarlas”, ha dicho Puig este jueves en la presentación de los resultados en la sede del grupo en Barcelona. La empresa, cuya propiedad reside completamente en la familia Puig, ha ido financiando este crecimiento con recursos propios y mediante un endeudamiento que ha crecido sustancialmente, hasta los 1.015 millones de euros. La ratio de la deuda terminó en 2022 en 1,6 veces el ebtida (resultado bruto de explotación), el triple que en 2021, pero Puig afirma que la compañía “está muy confortable con este nivel de endeudamiento”.
Esta comodidad se explica por la recuperación de los beneficios, por un ebitda que se situó el año pasado en 638 millones (un 37% más que el año pasado), y por un volumen de ventas que sitúa al grupo en una posición de lograr los objetivos antes de lo previsto.
Confianza y seguridad
Hace dos años, Puig presentó su plan estratégico, que fijaba la meta de llegar a los 4.500 millones de facturación en 2025, un logro que, a este ritmo, se podría llegar a conseguir antes. “Actuamos en un sector que es bastante resiliente. Sobre todo después de la covid, la gente ha visto lo frágil que puede ser todo, y nosotros vendemos un tipo de productos que dan confianza y seguridad a las personas, por lo que han sido resilientes”, ha explicado el presidente de la empresa. Es lo que se conoce como el “efecto pintalabios”, es decir, la tirada que tienen productos relacionados con la autoestima en tiempos de incertidumbre en los que otros productos, como los de más lujo, pueden perder clientes. “El sector tiene buenas perspectivas y nosotros, con un porfolio de marcas tan bien comisariado, tenemos el objetivo de crecer por encima del sector. A pesar de los riesgos, no vemos ningún síntoma de ralentización”, ha dicho Puig.
Este porfolio es lo más importante para la empresa, que si bien empezó como fabricante para licencias, ha apostado mucho por sus marcas propias. Casi el 90% de las ventas vienen de estas marcas (que son Carolina Herrera, Paco Rabanne, Jean Paul Gaultier, Dries Van Noten, Nina Ricci, Byredo, Penhaligon’s, L’Artisan Parfumeur, Kama Ayurveda, Loto del Sur, Charlotte Tilbury, Uriage y Apivita) y el resto por las licencias (entre otras, Comme des Garçons, Christian Louboutin, Benetton, Antonio Banderas o Adolfo Domínguez). Los productos de fragancias y moda representan el 74% de las ventas, y han crecido un 40%, mientras que el maquillaje representa el 17% del total y los productos para la piel, un 9%.
Por mercados, España representa un 7% de las ventas (hace 20 años, era la mitad del total). En Europa, Oriente Medio y África se concentra el 54% de la facturación, en América el 36% y en Asia el 10%. La región que más ha crecido ha sido la americana, impulsada por Estados Unidos y en especial gracias a Charlotte Tilbury. En Asia la empresa tenía puestas muchas esperanzas, y ha crecido un 41%, pero Puig ha reconocido que deberán revisar el objetivo que se habían marcado de que el mercado asiático, y particularmente el chino, llegase al 25% de su facturación, ya que las restricciones por la covid en ese país han tardado más en desaparecer.
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