Credit Suisse, el ocaso de un símbolo del poder financiero | Economía - TodoCryptos
Conecta con nosotras

Economía

Credit Suisse, el ocaso de un símbolo del poder financiero | Economía

Publicado

sobre

El alcohol corre en La Stanza, un coqueto local de la zona financiera de Zúrich donde durante el día los parroquianos toman café pacíficamente mientras leen el Financial Times, y cada jueves noche ve arrastrarse hasta su puerta a una legión de banqueros ávidos de relajación y desahogo tras una de esas agotadoras jornadas de trabajo frente al ordenador. La de este jueves no es una noche cualquiera. No han pasado ni 24 horas desde que Credit Suisse, la segunda entidad del país, ha anunciado que pedirá prestados hasta 50.000 millones de euros al Banco Nacional de Suiza tras sufrir un desplome en Bolsa que pone en peligro su misma existencia.

El mundo de oficinas acristaladas, altos salarios y eficiencia helvética construido durante más de un siglo se vuelve por momentos más frágil que nunca, pero en el exterior de La Stanza, a solo 200 metros de las sedes de UBS y Credit Suisse, apilados sobre la acera y el asfalto, los cócteles de alta graduación cambian de manos a toda velocidad entre conversaciones en alemán, francés, italiano o inglés. También en español. “No creo que se les deje caer”, afirma sobre Credit Suisse un empleado de banca que se fue de España atraído por los 80.000 euros de remuneración anual que perciben quienes apenas están empezando su carrera en la banca suiza. “Hoy he ganado tres clientes que vienen de Credit Suisse. Pero si te soy sincero, me da pena que sea por el mal ajeno”, dice copa en mano, traje impecable, un ejecutivo latinoamericano que lleva más de una década en UBS, el mayor banco del país.

UBS lleva años creciendo con cada nueva crisis de su rival —en 2022 ganó más de 7.000 millones, casi los mismos que perdió su competidor— y ese proceso, el de recibir con los brazos abiertos a todos esos clientes de Credit Suisse preocupados por la acumulación de escándalos, malos resultados, cambios en la cúpula y en definitiva, noticias negativas, no ha hecho más que acelerarse. Pero esas tres letras, siglas de la Unión de Bancos Suizos, pueden dejar de ser el destino del dinero nervioso para pasar ahora a ser parte de la solución.

El multimillonario rescate del banco central no ha conseguido el objetivo de aplacar a los inversores, que el viernes volvieron a hundir las acciones de Credit Suisse un 8%. —sus títulos se dejan un 26% en la semana, con un miércoles negro por la negativa de su principal accionista, el SNB saudí, a aportar más dinero—, así que un nuevo plan auspiciado por las autoridades, el de su venta total o parcial a UBS, se está negociando de urgencia este fin de semana para cerrarlo antes de la apertura del mercado el lunes.

Un acuerdo entre los dos gigantes de la banca suiza —ahora muy desigual, UBS tiene un valor en Bolsa de 56.000 millones de euros, frente a los 8.000 millones de Credit Suisse, siete veces menos—, se presenta como el cortafuegos perfecto para la crisis, porque pondría fin a la especulación sobre una posible quiebra, contendría la fuga de depósitos y mantendría la bandera helvética, pero la creación de un nuevo campeón nacional está plagada de obstáculos. Por su elevado tamaño —acapararía casi la mitad del mercado interno suizo, algo que no gusta a las autoridades de Competencia—, y porque absorber una entidad en caída libre tiene tantos riesgos como coger un cuchillo al vuelo.

“UBS tiene miedo de encontrar muertos en el armario”, advierte Marc Chesney, profesor de Finanzas en la Universidad de Zúrich. “Imagino que en la negociación presionarán para tratar de conseguir muchas ventajas a cambio de la compra”, añade. El economista lleva años convertido en una de las voces más críticas sobre la deriva de Credit Suisse. Llega a su despacho regadera en mano, y tras dar de beber a las plantas insiste en mantener la charla en español, el idioma que ha aprendido en sus muchas visitas a Barcelona, y al que se ha traducido uno de sus libros, La crisis permanente (Bellaterra Edicions). “Credit Suisse es peor que un casino, porque cuando funcionaba bien se quedaba con las ganancias, y ahora que va mal el contribuyente lo paga. Dicen que son liberales, pero un principio básico del liberalismo es que los que asumen los riesgos pagan los riesgos”, dispara.

Cofundado en 1856 por Alfred Escher, Credit Suisse empezó financiando líneas de ferrocarril como la que atraviesa los Alpes por el túnel de San Gotardo. Escher veía con impotencia cómo se construían más y más kilómetros de vías rodeando Suiza, y su país perdía el tren de la modernidad para quedar relegado a ser “un triste ermitaño en medio de Europa”, según sus propias palabras. Credit Suisse contribuyó a llenar ese vacío. “Ha participado de la mitología del crecimiento de Suiza en los siglos XIX y XX”, dice al teléfono desde Ginebra Yves Genier, periodista y autor del libro Scandales chez Credit Suisse.

Inestabilidad

Su evolución en el siglo XXI, sin embargo, deja mucho que desear. Empezando por su equipo directivo, sometido a constantes cambios que no han contribuido a dar estabilidad. En 2020, su consejero delegado, Tidjane Thiam, dimitió por un caso de espionaje a Iqbal Khan, un antiguo banquero de la compañía que se marchó a UBS. Contrataron a una agencia de detectives porque temían que se llevara consigo a otros empleados del grupo, pero todo salió mal. Al descubrir Khan a sus perseguidores, se enfrentó a ellos en plena calle y presentó una denuncia. Thomas Gottstein, sucesor de Thiam, fue relevado tras dos años en el cargo debido a las cuantiosas pérdidas que sufrió el banco.

Un logo del banco suizo UBS, encima de un paso de peatones en Zúrich, este sábado. Al fondo, el de Credit Suisse.Michael Buholzer (AP)

En cuanto a la presidencia, Urs Röhner agotó su mandato de 12 años en 2021, pero no se puede decir que su legado fuera brillante: en ese periodo las acciones cayeron más de un 70%. Su sustituto, el portugués, Antonio Horta-Osorio, duró mucho menos, solo nueve meses, tras descubrirse que se saltó la cuarentena de covid. Todos ellos cobraron millones en bonus suculentos, algo obsceno para el profesor Chesney. “Dicen que les pagan así para retener el talento, pero no han demostrado ser los mejor capacitados, sino los peores. Hablan a menudo de resultados, y aquí han sido negativos. No se puede justificar que cobren ese dinero”.

La larga lista de escándalos en los que se ha visto involucrado en tiempos recientes incluye numerosas multas de los reguladores en Suiza, la UE y EE UU por asuntos tan turbios como su implicación en sobornos en Mozambique, la manipulación del mercado de divisas o permitir el blanqueo de dinero de miembros del crimen organizado a sabiendas de que lo eran.

Uno de los más sonados, y seguramente el más dañino para sus cuentas, fue el caso Archegos, que le supuso unas pérdidas de más de 4.000 millones de euros por los préstamos que hizo a un fondo que usó el dinero para hacer inversiones de alto riesgo en un pequeño grupo de valores de EE UU y China, utilizando además derivados para multiplicar sus apuestas. Cuando el banco se dio cuenta ya era demasiado tarde. Genier explica así esa cadena de errores. “La cultura de gestión de riesgos ha estado totalmente descuidada, claramente desplazada por la búsqueda de más negocio. Hubo una acumulación de negligencias, mala gestión y mucha arrogancia por parte de los antiguos dirigentes”.

La regulación se ha endurecido en los últimos años, pero no ha evitado los excesos. “El Estado hace que los bancos sean más seguros; los banqueros responden haciendo que los bancos sean más arriesgados”, escribe el analista del Financial Times Martín Wolf en su libro La gran crisis (Deusto). Para el profesor Chesney, los antiguos valores de Credit Suisse han quedado completamente desdibujados. “Escher, su fundador, tenía espíritu industrial, era un emprendedor que tuvo la inteligencia de entender lo que necesitaba Suiza: los trenes. ¿Hoy en día qué es imprescindible para el mundo? Invertir en la transición energética. ¿Lo están haciendo? No. Juegan al casino”.

El profesor Marc Chesney, en el edificio de la Universidad de Zúrich donde trabaja, este viernes.
El profesor Marc Chesney, en el edificio de la Universidad de Zúrich donde trabaja, este viernes.Álvaro Sánchez

En esas apuestas peligrosas, esta vez la banca no está ganando. O al menos no Credit Suisse. ¿Es este un punto de inflexión para la imagen del país? El día de su rescate por el banco central, Suiza sigue siendo ese lugar silencioso y discreto donde los tranvías funcionan, los precios están por las nubes, y es difícil encontrar un papel tirado en el suelo. Solo dos cosas no encajan: la primavera anticipada que deja en el armario los abrigos y saca a los suizos a terrazas y plazas, y la idea, ya irrebatible, de que uno de sus símbolos, el banco que lleva el nombre del país, está al borde del precipicio. Esa misma sensación de sorpresa produce leer los titulares de la prensa local. “¿Hay que retirar el dinero?”, pregunta un diario. La misma cuestión que le han planteado algunos amigos a Genier porque saben que escribe de economía y publicó un libro sobre Credit Suisse. “La gente empieza a estar preocupada”, reconoce.

El banco contaba con unos activos a cierre de 2022 de 574.000 millones —UBS tiene 1,1 billones—, y su grado de interconexión es grande, por lo que una eventual caída sería dramática, como recuerda Genier. “¿Te acuerdas de Lehman Brothers? Sería aún peor porque el banco es más grande. Un cataclismo. Y Suiza no es EE UU ni la UE para reaccionar”.

Ese escenario, el del colapso, ha perdido algo de fuerza ahora que UBS aparece como candidatos a comprarlo. Para Genier, en juego hay mucho más que la supervivencia de un banco. “Suiza perdería mucha credibilidad. Su postura en negociaciones internacionales se debilitaría, y ahora estamos en discusiones con la UE y nos están atacando por nuestra posición de neutralidad sobre la guerra en Ucrania. Perderíamos mucho peso. Es un asunto económico y financiero, pero también político, diplomático y simbólico para la imagen de Suiza y su desarrollo”.

En medio de las turbulencias, la Asociación de Banqueros Suizos (SBA) responde a este diario que los 50.000 millones en liquidez de emergencia del Banco Nacional de Suiza a Credit Suisse serán suficientes. “El centro financiero suizo sigue siendo estable a pesar del desafiante entorno actual. Los bancos cumplen con requisitos muy altos de capital y liquidez”, añaden. La apresurada operación de venta del banco lleva la contraria a ese discurso.

Suiza ¿futuro accionista?

A casi una hora en tren de Zúrich, en Berna, la capital del país aunque solo la quinta ciudad en tamaño —133.000 habitantes—, el diputado y vicepresidente del Partido Socialista, Samuel Bendahan, bebe zumo de uva sentado en la cafetería del Parlamento. “No sabemos si habrá una compra externa o de otro banco suizo, pero si esto va a peor debe ser el Estado quien entre en el capital de Credit Suisse”, opina. Cada cierto tiempo echa un vistazo rápido a la pantalla donde se puede seguir la actividad de sus compañeros en la Cámara, y cuando le toca votar —lo que sucederá en tres ocasiones durante los 20 minutos de entrevista— pide disculpas y sale corriendo a pulsar el botón de sí, no o abstención.

Su partido se mueve en un delicado equilibrio sobre el banco. Por un lado, critican que el dinero público haya salido veloz a rescatarlo. “Es injusto que el contribuyente pague los riesgos tomados por los accionistas. Los títulos de Credit Suisse se revalorizaron 2.000 millones el día del anuncio de la ayuda del Banco Nacional de Suiza, un dinero que fue al bolsillo de los accionistas”, alega Bendahan.

El diputado Samuel Bendahan, en la sede del Parlamento suizo en Berna, este jueves.
El diputado Samuel Bendahan, en la sede del Parlamento suizo en Berna, este jueves.Álvaro Sánchez

Por otro, son totalmente contrarios a dejar caer la entidad. “Hay gente a la que le molesta que se ayude a la banca, pero no intervenir sería una negligencia. Cuando se les explica que no podemos dejar que se hunda la reputación de Suiza y que es un problema sistémico, muchos lo entienden”. Su postura pasa por asegurarse de que el dinero público no acaba alimentando los cuantiosos bonus de los ejecutivos, y en su lugar revierte de algún modo en el interés general. “El espectáculo que este banco nos ha ofrecido en los últimos años es impresionante”, cargó en rueda de prensa este jueves Cedric Vermuth, copresidente de los socialistas.

La sensación general es que la crisis de los bancos regionales en Estados Unidos, aunque de características muy distintas, ha despertado a la bestia durmiente de la desconfianza, y no ha hecho falta escarbar demasiado para que los inversores apunten con el dedo al que lleva años haciendo méritos para ser el eslabón más débil del sistema financiero europeo. “La banca es la banca. Si pierdes la confianza te quedas sin banco también”, resume Genier.

Algunos cálculos cifran en más de un 9% del PIB la contribución del sistema financiero a la economía suiza. Como en la Alemania potencia industrial del automóvil que lidia a marchas forzadas con el cambio al coche eléctrico, o los petroestados del Golfo que observan cómo buena parte del planeta vira hacia las renovables, Suiza afronta algo parecido a un cambio de paradigma, y se resiste a perder su posición.

Menos suizo que nunca

El socialista Bendahan cree que no se puede generalizar. “Es un asunto interno de Credit Suisse. Es cierto que llevan la palabra Suiza en su nombre, pero tenemos a UBS, Pictet y muchos bancos extremadamente sólidos y muy, muy bien gestionados. Somos un país de banca que todavía preserva su reputación, aunque está claro que si Credit Suisse cae y no hacemos nada sería muy peligroso para nuestra imagen”.

Credit Suisse ya es menos suizo que nunca. Sus inversores del Golfo poseen conjuntamente más del 20%, encabezados por el Saudi National Bank, dueño del 9,8% del banco, el Fondo Soberano de Qatar (casi el 7%), y el 3% de la familia saudí Olayan. Su sede, eso sí, sigue estando en Zúrich, la ciudad más poblada —400.000 habitantes— capital económica y financiera del país. Allí, una española empleada de Credit Suisse que este jueves se confundía entre sus colegas de otros bancos a las puertas de La Stanza, eludía hablar sobre el estado de ánimo de la plantilla de puertas para adentro, y confiaba en que el préstamo del Banco Nacional de Suiza bastara para cerrar la crisis de confianza. Tal vez, cuando regrese la semana próxima a por su cóctel, el banco ya tenga nuevo dueño.

Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y , o en nuestra



Lea el artículo completo aquí.

Economía

Las mil crisis de la vivienda en un solo portal

Publicado

sobre

Algunos de los terremotos inmobiliarios que ha sufrido y que sufre España desde la crisis de 2008 se concentran en un solo edificio. El bloque en cuestión se encuentra en la calle de San Juan de Letrán, en el número 4, en pleno centro de Málaga, a un paso de la casa en la que, en 1881, nació Pablo Picasso. El inmueble tiene una veintena de pisos repartidos en seis plantas y siete locales comerciales y da, por un lado, a un callejón estrecho (San Juan de Letrán), y por el otro a una vía algo más ancha (calle de Gómez Pallete). Hay 10 pisos en propiedad, 3 en régimen de alquiler, 5 apartamentos turísticos y 2 oficinas. Y una mezcla extraña de personas mayores que no conocen ya su barrio, propietarios maduros que dudan sobre si es tiempo aún de irse, escasos jóvenes en casas de alquiler y mucho turista con maletita de ruedas.

Héctor Gómez, de 58 años, el propietario del 6ºC, lleva 30 años en el edificio y toda la vida en el barrio. Se pone a pensar y calcula que todo empezó a cambiar hace 10 años. O antes, tal vez. Es difícil precisarlo. De lo que sí se acuerda es de que, en los buenos tiempos, bajaba a la cercana plaza de la Merced para que jugaran sus hijos con los hijos de los vecinos. Ahora ya no hay casi niños jugando en la plaza. Ni casi vecinos. Solo hay terrazas de bares y restaurantes de comida rápida (paellas, principalmente) ocupados a todas horas por turistas que comen y cenan (predominantemente paella). Tampoco hay niños en nuestro edificio-emblema. Los hijos de Héctor han crecido, se han independizado y viven en otras zonas de la ciudad, más baratas y más tranquilas. Lo mismo pasó con los hijos de los otros. Y las parejas jóvenes que llegaban a San Juan de Letrán 4 acabaron también por emigrar a otras áreas menos caras o más tranquilas. Todos respondían a las sacudidas generales inmobiliarias que zarandean el convulso mundo inmobiliario español, particularmente agitado ahora en Málaga.

En 2007 se acabó de inflar la burbuja. En 2008 estalló, llevándose el mercado por delante. Durante los años siguientes, el universo inmobiliario permaneció noqueado, adormecido. Pero en 2022 las compraventas en toda España han experimentado una eclosión sin precedentes desde el inicio de la crisis financiera. La tesis más extendida entre los expertos apunta a que la pandemia generó una demanda extra debido al aumento del ahorro de muchas familias. A eso se unieron las buenas condiciones de financiación durante parte del año (o incluso las prisas por comprar cuando se empezó a ver que esas condiciones tendían a empeorar). Así, en 2022 se vendieron más casas de segunda mano que nunca. Y las 650.000 viviendas, entre nuevas y usadas, que cambiaron de manos constituyen una cifra solo superada en el frenético 2007. Hay, eso sí, señales de agotamiento. El economista Gonzalo Bernardos, director del máster inmobiliario de la Universidad de Barcelona, incide en el necesario efecto —buscado por el Banco Central Europeo— que tendrá la subida de los tipos de interés oficiales. “Para una familia con un salario medio que se endeuda por un 35% de sus ingresos, la diferencia entre pagar un interés al 1,5% o hacerlo al 4,5% supone unos 94.000 euros menos para comprar una vivienda”, calcula.

Como todo está encadenado, las dificultades en el acceso a la vivienda en propiedad constituyen una mala noticia para quien vive de alquiler o quiere hacerlo, porque se encarece un precio ya de por sí sobrecalentado. Los inquilinos españoles son, según datos de Eurostat, de los más asfixiados financieramente de Europa: un 41% de los hogares dedican más del 40% de sus ingresos netos al pago del alquiler. El problema es básicamente un desequilibrio de oferta y demanda (hay pocos pisos para toda la gente que los necesita, lo que a su vez encarece aún más los precios, en un bucle terrorífico). “El alquiler es un problema muy grave socialmente, sobre todo para los jóvenes”, asegura el director de coyuntura económica de Funcas, Raymond Torres. El año pasado, según los datos de oferta de los portales inmobiliarios, los importes crecieron en España alrededor de un 7,5%. Pero esa media queda por debajo de las subidas en las principales ciudades.

En el 6ºD del edificio de San Juan de Letrán, al lado del piso de Héctor, vive de alquiler Valentina Aragonés. Es argentina, llegó hace meses a España, tiene 25 años y trabaja de camarera. Cobra 1.400 euros al mes y paga de renta 900. Consigue vivir ahí porque comparte gastos con su hermano y le gusta vivir ahí porque va andando al trabajo. No tiene hijos. No se imagina viviendo en ese piso con una familia. En el 4ºD hay otra vivienda alquilada. Antes, según cuenta Héctor, había más, pero también se han ido sustituyendo por apartamentos turísticos. Francisco Toré, propietario de una inmobiliaria cercana, advierte que desde la pandemia el precio de la vivienda —y en especial el del alquiler— se ha encarecido mucho en Málaga. Que sobra la demanda; que falta la oferta. Que un piso en alquiler en el centro se alquila en el mismo día. Según Fotocasa, Málaga experimentó en 2022 el mayor incremento de precio de los alquileres de todo el país: un 31%. Los valores de compra subieron un 7% en la estadística oficial del Gobierno.

Los expertos advierten de que se está llegando al límite. El nivel que han alcanzado las rentas mensuales y su cotejo con los salarios españoles hacen difícil pensar que los arrendatarios puedan pagar mucho más. Pero Carlos Martín, director del Gabinete Económico de CC OO, recuerda que “cuando el proceso de extracción de rentas termina entre gente del mismo país, empieza la posibilidad de los apartamentos turísticos”.

Encarnación González, del 3ºD, no es economista (en realidad trabajaba en una institución psiquiátrica hasta que se jubiló), pero esto de los apartamentos turísticos se lo sabe bien. Lleva en su piso más de 20 años, viviendo sola. También ha visto transformarse el edificio hasta que se le ha hecho irreconocible. Al lado, el 3ºA estuvo alquilado a una pareja de arquitectos con un hijo pequeño. Después lo compró un suizo (cerca del 14% de las compraventas en España corresponden a foráneos, según las últimas estadísticas de los registradores). El nuevo vecino lo utiliza a medias, literalmente: la mitad del tiempo vive en Suiza y la mitad en Málaga. Cuando no reside, lo alquila por días a turistas. Málaga, según la última estadística del INE, tiene 5.972 viviendas vacacionales, una por cada 97 habitantes, frente a los 203 habitantes por piso turístico de Barcelona o los 251 de Madrid.

Encarnación (Encarni para los vecinos) se queja de las fiestas de madrugada, de los ruidos, de que no puede comunicarse con ellos porque no sabe inglés: “Igual te están diciendo una palabrota y no te enteras. Cuidado que una ahora, a mis 73 años, tenga que cuidar las costumbres. ¡Todo el día para arriba y para abajo con las maletas, bum bum, como si fueran caballos!”. Abomina del ruido de la calle, llena de bares, con una discoteca que no cierra nunca. “Una noche me senté en la cama a llorar porque no podía dormir y no sabía qué otra cosa hacer”. A veces ha pensado en vender su casa —le darían más de 250.000 euros—, e irse a un barrio diferente, pero le asalta una pereza descomunal al pensar en organizar una mudanza a su edad. Por eso, se ha resignado a ver cada día un vecino diferente al que no puede decir ni hola porque no le entiende.

Cuatro vecinos del bloque de San Juan de Letrán, 4, en Málaga: Andrea Vinci (imagen superior izquierda), Mónica Renio (superior derecha); Encarni González (inferior izquierda) y Héctor Gómez (inferior derecha). PACO PUENTES

En el 2ºA también se alojan turistas. El piso, de tres habitaciones, es de Andrea Vinci, de 61 años, una argentina descendiente de españoles que en 2016 decidió venirse a vivir a Málaga con su marido. En 2018, cansada del ruido que comenzaba ya a hacerse notar en la calle, decidió mudarse a Rincón de la Victoria con su marido y alquilar el apartamento. Lo hace por días, primero, por seguridad: “Así sé que se van a ir al poco tiempo, sin sorpresas: con estudiantes o con jóvenes puede haber más riesgo. Se quedan sin trabajo y chau, se largan de improviso y puedo tener problemas”. También por rentabilidad: cobra por noche 25 euros por habitación en temporada baja, 40 en alta y 150 en la feria. Su piso constituye su trabajo y su sueldo. La afluencia de turistas es tanta en el barrio y hay tanto jaleo por la noche que Andrea ha llegado a la paradójica decisión de entregar a sus inquilinos, junto a las llaves del apartamento, unos tapones para los oídos.

Algunos análisis han incidido en una característica del mercado de alquiler actual en España. Actúa como una forma de transferencia de rentas de familias humildes a familias acomodadas. Es un enfoque que en su día abordó CC OO en un estudio a partir de los microdatos de la Encuesta de Condiciones de Vida. Los hogares que viven arrendados se sitúan mayoritariamente en los tramos de ingresos más bajos mientras que los que tienen una vivienda de sobra (o más) para alquilar forman parte de las rentas más altas. Carlos Martín insiste en esa idea. Parte del auge de las compraventas que se vivió el año pasado responde, en su opinión, “a un movimiento especulativo” y no a la búsqueda de una casa para vivir. “Los inversores ven que la rentabilidad que van a obtener por la vía del alquiler les va a compensar esa compra más cara”, argumenta.

Vista del bloque de viviendas del número 4 en la calle San Juan de Letrán (Málaga).
Vista del bloque de viviendas del número 4 en la calle San Juan de Letrán (Málaga).PACO PUENTES

El estallido de la burbuja de 2008 se saldó con una caída de precios prolongada durante años. En ese tiempo, la vivienda no se consideró una cuestión política de primerísimo orden. De hecho, en 2017, los Presupuestos Generales del Estado destinaron 474 millones a políticas de vivienda, la cifra más baja de la historia. Pero los problemas larvados emergieron. Y, relevo en La Moncloa mediante, la izquierda parlamentaria se ha propuesto sacar adelante la primera ley estatal de vivienda de la democracia. La negociación ha sido todo menos fácil y todavía no ha concluido. El proyecto prevé medidas para ampliar el parque público (prohibirá la descalificación de VPO) o reforzar las garantías de los compradores. Pero han sido los alquileres, y la manera de limitar las rentas, el tema estrella de la discusión. Martín, cuyo sindicato CC OO ha apoyado la norma, cree que esta va a tener un “papel limitado en el control de precios” al reservar las medidas más estrictas, los precios máximos de alquiler tasados por ley, solo a los grandes propietarios. Para los caseros particulares, el borrador, aún susceptible de cambiar, prioriza las bonificaciones fiscales. El sector, sin embargo, se aferra al argumento de que podría provocar nuevos desequilibrios de oferta y demanda. Y Exceltur, el lobby de las grandes empresas turísticas, teme que acabe incentivando los pisos turísticos como vía de escape al control de precios.

Si la normativa sale adelante y se aplica, será el tiempo el que determine si es útil o no. Pero cualquier ley tendrá que seguir conviviendo con un sector inmobiliario que es cíclico y no parece atravesar ahora por su momento más halagüeño. En nueve meses, los tipos de interés oficiales han subido 3,5 puntos. Eso deja temblando a muchas familias con hipoteca variable, y muchas otras que querían comprar casa se quedarán con sus expectativas frustradas. Si más gente tiene que vivir de alquiler, los inquilinos pagarán el pato una vez más con menos pisos disponibles y, previsiblemente, más caros. En suma, el modelo de vivienda español parece dejar cada vez a más personas descontentas con la casa en la que les toca vivir.

Mónica Reino, propietaria del 2ºC, luchadora contra el ruido del centro de la ciudad, a veces también piensa en rendirse, vender e irse. Héctor, del 6ºC, cuenta que su hermano se ha tenido que desplazar de Madrid a Toledo por los precios. Encarni, del 3ºC, echa de menos cuando en el piso de sus vecinos oía a un niño pequeño llorar por la noche.

Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y , o en nuestra



Lea el artículo completo aquí.

Sigue leyendo

Economía

La directora del FMI advierte del aumento de los riesgos para la estabilidad financiera

Publicado

sobre

Los riesgos de que la economía mundial vuelva a descarrilar están aumentando. Tras la crisis provocada por la pandemia y el impacto de la guerra de Ucrania, especialmente sobre la inflación, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha advertido este domingo en una conferencia en Pekín del aumento de los riesgos para la estabilidad financiera y de los derivados de la fragmentación geopolítica.

Sus declaraciones se producen dos semanas después de que la quiebra del Silicon Valley Bank evocase el fantasma de una crisis financiera al contagiarse a otras entidades estadounidenses y europeas. “Es evidente que han aumentado los riesgos para la estabilidad financiera”, ha dicho Georgieva en el China Development Forum en Pekín, según el texto del discurso distribuido por los servicios del FMI en Washington.

“En un momento de mayores niveles de deuda, la rápida transición de un periodo prolongado de tipos de interés bajos a tipos mucho más altos, necesarios para luchar contra la inflación, genera inevitablemente tensiones y vulnerabilidades, como demuestra la reciente evolución del sector bancario en algunas economías avanzadas”, ha añadido.

El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell; la del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, y otros banqueros centrales han acometido las subidas de tipos de interés más agresivas en décadas para luchar contra la subida de precios. En Estados Unidos, el alza de tipos ha generado minusvalías latentes de cientos de miles de millones de dólares en la cartera de bonos del Tesoro de las entidades financieras. Esas pérdidas fueron uno de los detonantes de la fuga de depósitos que hizo caer al Silicon Valley Bank.

Georgieva ha añadido que “los responsables políticos han actuado con decisión en respuesta a los riesgos para la estabilidad financiera, y los bancos centrales de las economías avanzadas han aumentado la provisión de liquidez en dólares estadounidenses”. Según la directora gerente del FMI, “estas medidas han aliviado en cierto modo las tensiones del mercado, pero la incertidumbre es elevada, lo que subraya la necesidad de mantener la vigilancia”.

El FMI, ha explicado, está vigilando de cerca la evolución de la situación y sus posibles repercusiones en las perspectivas económicas y la estabilidad financiera del mundo. El Fondo está prestando especial atención a los países más vulnerables, en particular a los de renta baja con elevados niveles de deuda. El organismo ofrecerá una evaluación detallada en su próximo informe sobre las Perspectivas de la Economía Mundial, que se publicará en las próximas semanas, durante las reuniones de primavera del Fondo, que se celebrarán en Washington.

En enero pasado, y por primera vez en más de un año, el Fondo se atrevió a elevar su previsión de crecimiento de la economía mundial para 2023, aunque fueran solo dos décimas, hasta el 2,9%. Cuando este domingo ha intervenido Georgieva ha pronosticado que “2023 será otro año difícil, con una ralentización del crecimiento mundial por debajo del 3%, ya que las secuelas de la pandemia, la guerra de Ucrania y la restricción monetaria pesan sobre la actividad económica”. Incluso con mejores perspectivas para 2024, el crecimiento mundial se mantendrá muy por debajo de su media histórica del 3,8%. La previsión que el Fondo publicó en enero fue del 3,1% para el año próximo.

División en bloques

No solo la estabilidad financiera preocupa a Georgieva: “Las incertidumbres son excepcionalmente elevadas, entre otras cosas por los riesgos de fragmentación geoeconómica que podrían suponer la división del mundo en bloques económicos rivales”, ha dicho.

La directora gerente del FMI, que intervenía en Pekín, no se ha extendido sobre esa división, en gran medida una rivalidad geopolítica entre Estados Unidos y China como superpotencias que está aumentando el proteccionismo y el nacionalismo económico. Georgieva sí ha señalado que esa fragmentación geoeconómica es “una división peligrosa que dejaría a todos más pobres y menos seguros”.

No todo ha sido pesimismo. “Afortunadamente, las noticias sobre la economía mundial no son del todo malas. Podemos ver algunos ‘brotes verdes’, también en China”, ha dicho, utilizando una expresión que hizo fortuna en Estados Unidos en la salida de la crisis financiera, pero que se volvió contra quienes la pronunciaron en algunos países de Europa, que sufrieron una segunda andanada con la crisis del euro.

En China, ha dicho Georgieva, la economía está experimentando un fuerte repunte, y las previsiones de enero del FMI sitúan el crecimiento del PIB en el 5,2% este año, un considerable aumento de más de dos puntos porcentuales con respecto a la tasa de 2022. El motor de este crecimiento es el repunte previsto del consumo privado, ya que la economía se ha reabierto y la actividad se ha normalizado.

“Esto es importante para China y para el mundo. El fuerte repunte significa que China representará alrededor de un tercio del crecimiento mundial en 2023, lo que supondrá un bienvenido impulso para la economía mundial. Y más allá de la contribución directa al crecimiento mundial, nuestro análisis muestra que un aumento de 1 punto porcentual en el crecimiento del PIB en China conduce a un aumento de 0,3 puntos porcentuales en el crecimiento de otras economías asiáticas, en promedio, un impulso bienvenido”, ha añadido.

Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y , o en nuestra



Lea el artículo completo aquí.

Sigue leyendo

Economía

La hora de los bancos centrales

Publicado

sobre

Maravillas Delgado

El endurecimiento de la política monetaria por los bancos centrales, iniciado por la Reserva Federal (Fed) en marzo de 2022 para controlar la inflación, ha derivado en una amenaza de crisis bancaria, cuyo detonante fue el desplome de Sillicon Valley Bank (SVB), decimosexto banco de EE UU con sede en California y muy vinculado con el sector tecnológico.

Los reguladores estadounidenses se vieron obligados a tomar medidas extraordinarias de forma coordinada, para salvar la situación y evitar un posible contagio. La respuesta fue contundente, garantizando a los clientes de las entidades afectadas la totalidad de los depósitos, frente al anterior límite de 250.000 dólares por cliente y entidad garantizado por el FDIC (Federal Deposit Insurence Corporation).

Los bancos con problemas son bancos regionales, con activos por debajo de 250.000 millones de dólares, que tienen unos requisitos regulatorios más laxos en EE UU y, por otro lado, está la norma contable que solo exige valorar a precio de mercado los activos disponibles para la venta y no refleja la pérdida de valor latente por los activos categorizados a vencimiento. Este modelo contable solo funciona cuando el mundo es color de rosa. Cuando una entidad como SVB, por cuestiones de liquidez, tiene que vender su cartera categorizada a vencimiento, aflora unas pérdidas que provocan la desconfianza del mercado. Hay un tercer aspecto, que también aparece en estos casos, que es la ausencia de una gestión adecuada del riesgo de tipo de interés.

La situación de Credit Suisse es un caso aparte. El banco estaba muy expuesto por su situación interna, que venía arrastrando desde hacía años. La caída del 51% de su cotización el 17 de marzo exigía una rápida actuación para evitar el contagio, ya que es uno de los 30 bancos sistémicos a nivel mundial. Tras un fin de semana de intensas negociaciones, UBS anunció la adquisición por 3.000 millones de francos suizos. El Banco Nacional de Suiza, con apoyo del Gobierno y el regulador, ha facilitado la operación con garantías adicionales de 9.000 millones de dólares y facilidades de liquidez hasta 200.000 millones de francos suizos para proteger la economía suiza y garantizar la estabilidad financiera.

Con subidas de tipos de interés tan agresivas, pasando en un año del 0,25% al 4,75 -5% en EE UU y de tipos de interés negativos en la eurozona del -0,5% al 3,5% en nueve meses, algo se rompe y alguien sufre los daños. Un hecho positivo ha sido la rápida actuación de los bancos centrales en coordinación con los reguladores, tanto en EE UU como en Suiza, que han actuado con celeridad, encontrando soluciones en menos de 48 horas bien aceptadas por los inversores. En situaciones de crisis, el recurso a los bancos centrales es necesario, pero exige garantizar la igualdad de condiciones en la regulación y mejorar la eficacia de la supervisión. La actitud del BCE y la Fed , manteniendo en marzo las subidas de tipos anunciadas, parece indicar que lo prioritario es el control de la inflación. La presidenta del BCE negaba que existiera conflicto de interés entre la estabilidad de precios y la estabilidad financiera, afirmando que el sector bancario es resiliente, con fuertes posiciones de capital y liquidez y que, en cualquier caso, el BCE está equipado para proporcionar apoyo de liquidez si fuera necesario.

A pesar de la reciente subida de tipos, la política de la Fed ha cambiado de dirección, pasando de una política restrictiva (QT), con la retirada de 95.000 millones al mes, a una política expansiva (QE), poniendo en marcha un programa de préstamos contingentes para dar liquidez a las entidades y evitar el estrangulamiento de liquidez y, por tanto, una crisis de confianza en el sistema bancario americano. Los fondos solicitados por la vía de préstamos contingentes, han supuesto 300.000 millones de dólares y, por la vía de los repos inversos, se han alcanzado 160.000 millones, por lo que el impacto que ha tenido para la Fed es de 460.000 millones en una semana, lo que equivale al 40% de la liquidez que se había retirado desde abril de 2021, incluyendo los repos inversos.

Los temores de inflación, por una política monetaria más expansiva, quedarían matizados por el endurecimiento de la concesión de créditos de los bancos. Todo parece indicar que las subidas de tipos están agotadas y así lo reflejan los futuros y muchos analistas señalan a un escenario de desinflación progresiva.

Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y , o en nuestra



Lea el artículo completo aquí.

Sigue leyendo
Advertisement

Boletin Informativo

Suscríbase a nuestro boletín para recibir las últimas noticias directamente en su bandeja de entrada.


Tendencias