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Inditex asume deterioros de 2.211 millones en Rusia tras reducir a 245 las tiendas que traspasará

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Inditex sigue pendiente de cerrar su salida del mercado ruso, anunciada en octubre, pero la factura ya es palpable en su cuenta de resultados. El gigante textil aplicó a cierre del ejercicio 2022 unos deterioros de 2.211 millones de euros sobre el valor de las inversiones que mantenía en sus filiales rusas, un total de siete, como consta en la memoria financiera individual del grupo, publicada tras la presentación de resultados celebrada este miércoles.

Este ha dejado a cero la inversión que asignaba a estas sociedades, una para cada marca con las que operaba en ese país. Por ejemplo, a cierre del ejercicio 2021 valoraba en 483 millones la inversión en la filial rusa de Massimo Dutti. Una cantidad que ha deteriorado al 100%, dejando su valor a cero. Lo mismo ocurre en las sociedades de Bershka, Oysho, Pull & Bear, Stradivarius Cis y Zara Home. Esos deterioros no impactan en las cuentas consolidadas.

Solo mantiene una parte de inversión en una sociedad. Se trata de la filial Joint Stock Company New Fashion, antes denominada JSC Zara CIS, a través de la que el grupo canalizaba la actividad comercial de su principal enseña, Zara. Sobre una inversión de 1.023 millones aplicó un deterioro de 840. La diferencia es de 183 millones, cantidad que corresponde con el valor que da a las tiendas ubicadas en Rusia y que traspasará.

Serán, finalmente, 245 establecimientos, menos de la mitad de los que tenía allí. Así lo desvela la compañía en la memoria financiera, en la que detalla el “traspaso de los activos y derechos asociados a 245 tiendas de las 514 que el grupo tenía en Rusia”. Son el 47,6% del total.

“Una vez se complete el acuerdo de venta, los locales transmitidos albergarán puntos de venta de marcas propiedad del grupo Daher, totalmente ajenas al grupo Inditex”, detalla el gigante textil de Arteixo (A Coruña).

La operación se articula a través de la venta del 100% de las acciones de la citada filial Joint Stock Company New Fashion. A consulta de este periódico, Inditex confirma el cierre definitivo de las 269 tiendas restantes, después de la suspensión de la actividad el 5 de marzo, tras comenzar la invasión sobre Ucrania. Hay que tener en cuenta que ninguno de los locales que ocupaban las tiendas de Inditex en Rusia eran de su propiedad.

La compañía textil anunció en octubre un acuerdo con el grupo emiratí Daher, que tiene entre sus participadas al franquiciado de Inditex en Oriente Medio y norte de África. Dentro de ese acuerdo se reservó el derecho a volver a Rusia, “en el supuesto de que se dieran nuevas circunstancias” que, a su juicio, “permitieran el retorno de las marcas del grupo a ese mercado” a través de un contrato de franquicia.

Fase final de la operación

El consejero delegado de Inditex, Óscar García Maceiras, explicó este miércoles que la salida de Rusia aún no está cerrada, a la espera del sí definitivo de las autoridades. “Las negociaciones se encuentran en su fase final”, explica la memoria.

El Gobierno ruso ha endurecido en los últimos meses las condiciones para que las empresas con origen en una serie de países considerados enemigos de la administración Putin, entre ellos España, puedan salir del país. Las citadas sociedades que Inditex tiene en Rusia seguían formando parte de su perímetro societario a 31 de enero de 2023, fecha de cierre de su ejercicio fiscal.

El grupo provisionó 231 millones por la paralización de su actividad en Rusia y en Ucrania, donde mantiene las tiendas y los salarios de los empleados, aunque siguen cerradas. De esa cantidad, 129 millones fueron por los gastos de personal y arrendamientos; otros 82 por amortizaciones y bajas de activos no corrientes, y otros siete por la reclasificación de diferencias de conversión.

El grupo pagará con reservas la mitad del dividendo récord

Los millonarios deterioros aplicados por Inditex sobre sus filiales rusas no tienen impacto en su cuenta de resultados consolidada, pero sí en la individual, cuyo beneficio  neto constituye la base de reparto del dividendo que la textil paga a sus accionistas.

La ganancia neta de matriz fue de 1.906 millones, un 29% más que en el ejercicio anterior. Inditex compensó los 2.211 millones deteriorados en Rusia con un mayor volumen de cobro de dividendos de sus filiales. En total fueron 3.872 millones, casi el triple que en el ejercicio anterior y el nivel más elevado de los últimos tres ejercicios. 
Gracias a ello,  y a una mejora en su cifra de negocios, Inditex amortiguó los deterioros rusos para anotarse un crecimiento en el beneficio individual.
Sin embargo, este es insuficiente para cubrir el dividendo comprometido con los accionistas.

Inditex anunció este miércoles un pago de 1,20 euros por título, una cifra récord y que implica destinar a este fin un total de 3.740 millones de euros.  La política de retribución al accionista consiste en comprometer el 60% del beneficio neto consolidado, además de una parte extraordinaria que, este año, es de 0,40 euros por acción.

Como explica Inditex en su memoria financiera, sus administradores decidieron distribuir 36 millones del beneficio individual a reservas, y 1.870 millones a dividendos, justo la mitad de lo comprometido. “La diferencia entre el importe del dividendo a cuenta y el dividendo total se hará con cargo a reservas de libre disposición de la sociedad”, explica la compañía.

Inditex ya debió recurrir el año pasado a las reservas para completar el pago del dividendo anual. Fue la primera vez que lo hizo, y entonces la parte cubierta por las reservas fue incluso mayor.

La compañía comprometió el pago de 2.898,4  millones en dividendos, que fueron cubiertos parcialmente con 1.440 millones de euros procedentes del beneficio neto de la matriz. El resto, 1.458,5 millones, llegaron de las reservas voluntarias. Pese a estos movimientos, las reservas totales de Inditex eran de 18.122 millones a 31 de enero.

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Economía

¿Hasta qué punto es grave el lío de los bancos?

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Estoy de vacaciones e intento pasar unas semanas sin pensar en lo de siempre, pero al final no puedo mantenerme al margen del debate sobre la repentina oleada de crisis bancarias y su efecto en las perspectivas económicas. Como todo el mundo sabe, el Silicon Valley Bank (SVB) ha sido intervenido por la Corporación Federal de Seguros de Depósitos tras enfrentarse a un clásico caso de pánico bancario. Pronto lo siguió el Signature Bank, y el First Republic Bank está sometido a fuertes presiones. Las autoridades suizas han organizado la absorción de Credit Suisse, uno de los principales bancos, por parte de su rival UBS. Y todo el mundo se pregunta qué otras minas terrestres están a punto de estallar.

Va a haber muchas indagaciones sobre por qué estos bancos se han metido en semejante lío y cómo han conseguido hacerlo. En el caso del SVB, parece que los reguladores sabían desde hacía tiempo que se trataba de un caso problemático, pero por alguna razón no lo frenaron o no pudieron hacerlo. Sin embargo, las cuestiones más acuciantes tienen que ver con el futuro. ¿Hasta qué punto el desastre bancario cambia las condiciones de la economía? ¿En qué medida debería cambiar la política económica? Algunos analistas lanzan advertencias apocalípticas sobre la hiperinflación y el colapso inminente del dólar. Pero, casi con toda seguridad, esto es lo contrario de la verdad. Cuando los depositantes retiran su dinero de los bancos, el efecto es desinflacionario, incluso deflacionario. Eso fue, desde luego, lo que ocurrió en los primeros años de la Gran Depresión.

La crisis de ahorros y préstamos de la década de 1980 no alcanzó el nivel del crac de 1929, en gran medida porque, por lo general, los depositantes estaban asegurados, de manera que se les reembolsó la totalidad de sus fondos (a enorme costa de los contribuyentes) a pesar de las grandísimas pérdidas del sector. Aun así, la crisis posiblemente frenó los préstamos a las empresas, especialmente en el sector inmobiliario comercial, lo cual contribuyó a la recesión de 1990-1991. Y la crisis financiera de 2008 también fue desinflacionaria y contribuyó a provocar la peor recesión económica desde la Gran Depresión.

¿En qué se diferencia de ellas el caos actual? No cabe duda de que supondrá un lastre para la economía. Pero, ¿de qué magnitud? ¿Y en qué medida debería cambiar la política económica, en particular las decisiones de la Reserva Federal sobre los tipos de interés? La respuesta es sencilla: nadie lo sabe. Esto es lo que sí sabemos: no parece que los depositantes estén pidiendo dinero en efectivo y guardándolo debajo del colchón. Sin embargo, sí que están transfiriendo fondos de los bancos pequeños y medianos, en parte a bancos grandes, y en parte a fondos del mercado monetario.

Es probable que ambos tipos de entidades concedan menos préstamos a las empresas que los bancos pequeños que ahora están bajo presión. Los grandes bancos están sometidos a una regulación más estricta que los pequeños, ya que se les exige que dispongan de más capital (exceso de activos sobre pasivos) y de más liquidez (una proporción más alta de sus activos dedicada a inversiones que puedan convertirse fácilmente en dinero contante y sonante). Los fondos del mercado monetario también tienen que cumplir unos requisitos de liquidez bastante severos. Si añadimos la probabilidad de que incluso los bancos que no han sufrido una retirada masiva de depósitos se vuelvan mucho más cautelosos, es probable que nos encontremos ante una grave reducción del crédito. De hecho, las turbulencias bancarias tendrán un efecto muy parecido a una subida de tipos de interés.

Hace un par de semanas escribí que la Reserva Federal navega a través de una densa niebla de datos, tratando de atravesar el estrecho entre Escila, el monstruo de la inflación, si se queda corta apretando, y Caribdis, el monstruo de la recesión, si se excede (o tal vez sea al revés; las aportaciones de los expertos en Homero son bienvenidas). Pues bien, la niebla se ha vuelto aún más espesa. Pero está claro que el riesgo de recesión ha aumentado y el de inflación ha disminuido, así que tiene sentido que la Reserva Federal vire un poco a la izquierda.

Probablemente lo que esto signifique en la práctica sea que la Reserva debería suspender sus subidas de tipos hasta que se despejen algo más el panorama de la inflación y los efectos del lío bancario, y debería dejar claro que eso es lo que está haciendo. No parece existir mucho peligro de que el banco central de Estados Unidos pierda su credibilidad en la lucha contra la inflación si se da un tiempo para orientarse. Las previsiones de inflación parecen muy bien ancladas. ¿Debería la institución ir más allá y rebajar los tipos? Aunque por lo general soy una paloma monetaria, yo no pediría una rebaja real, al menos no de momento. Entre otras cosas, eso podría transmitir una sensación de pánico.

Y aunque la oleada de problemas bancarios ha conmocionado a casi todo el mundo, el pánico no parece la respuesta adecuada.

Por otro lado, que la Reserva Federal siga con las subidas de tipos precisamente ahora podría enviar la señal contraria: una sensación de desorientación. Parece que es el momento de decir: no actúen por actuar; quédense quietos. Por si sirve de algo, la verdad es que me tranquiliza un poco la forma en que los responsables políticos están respondiendo a la actual oleada de problemas bancarios. Algunos de nosotros recordamos los amargos debates de 2008-2009 sobre cómo estabilizar el sistema financiero. Las instituciones con problemas eran complejas y opacas, y nadie en el poder parecía dispuesto a intervenirlas para poder rescatarlas sin rescatar también a los accionistas. Esta vez estamos hablando de bancos convencionales que pueden ser y han sido intervenidos, protegiendo a los depositantes sin que los accionistas se vayan de rositas.

La conclusión es que, de momento, esto no parece una crisis financiera en toda regla. Pero permanezcan atentos.

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Canadá tiene un problema con sus enfermeros

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Los canadienses tienen un problema con la mano de obra. Hay 848.000 empleos vacantes, según un reciente informe del Gobierno. Un sector particularmente afectado por la carestía de personal es el sanitario y, en concreto, la enfermería. Es un área muy sensible y las consecuencias del déficit de trabajadores irritan a la ciudadanía: salas de urgencia cerradas los fines de semana en Winnipeg, enfermos molestos en los hospitales de Montreal por demoras en la atención, o un lento sistema de ambulancias en Ottawa porque muchos de los vehículos deben hacer fila para esperar a que alguien reciba a sus pacientes son solo algunos de los ejemplos más sangrantes.

Es práctica común que las enfermeras y los enfermeros deban hacer horas extras obligatorias. También que tengan a su cargo un número elevado de pacientes. “El estrés y la ansiedad son muy altos. Nos da miedo cometer un error con las personas bajo nuestro cuidado”, escribió en sus redes sociales una de estas trabajadoras de Columbia Británica. Además, algunos Gobiernos provinciales se niegan en redondo a un incremento de los salarios. En Ontario, la provincia más poblada del país, las enfermeras no dejan de manifestarse en contra de una ley —aprobada en 2019— que limita los aumentos salariales al 1% anual para trabajadores públicos.

No sorprende por tanto que numerosos profesionales de la enfermería tiren la toalla o busquen cobijo en ambientes menos precarios (por ejemplo, en clínicas privadas); otras se lo piensan dos veces antes de ingresar por vez primera a la red pública. Un informe de 2022 elaborado por la Federación canadiense de Sindicatos de Enfermeras constató “un aumento del 219,8% en las vacantes de enfermería desde 2017″. Distintos Gobiernos provinciales han puesto en marcha iniciativas para tratar de reducir el problema. Becas de estudio y una conciliación más acentuada entre personal y administradores de hospitales forman parte de estas herramientas. También programas para reclutar enfermeros y enfermeras en otras latitudes. Sin embargo, esta última medida no está exenta de críticas. Algunos expertos denuncian que los esfuerzos de reclutamiento en el sudeste asiático y África occidental pueden provocar un debilitamiento en los sistemas sanitarios de naciones menos desarrolladas.

Reunión con Trudeau

Un elemento clave para frenar esta carestía pasa por mejorar las condiciones laborales, sobre todo aumentando los salarios y haciendo menos pesadas las cargas de trabajo (por ejemplo, eliminando las horas suplementarias obligatorias). En febrero, los primeros ministros provinciales se reunieron con el primer ministro, Justin Trudeau, para abordar el tema de las transferencias federales a la sanidad. Actualmente, las provincias cubren el 78% del presupuesto y Ottawa el 22% restante. Trudeau ofreció unos 31.700 millones de euros para los próximos 10 años. Los primeros ministros provinciales, sin margen de maniobra real para negociar, aceptaron la propuesta a regañadientes. La sanidad canadiense —reconocida en todo el mundo por su carácter público, gratuito y universal— se enfrenta a retos de altura. La escasez de enfermeras y enfermeros es uno de los más graves, pero la modernización de instalaciones y la contratación de médicos son también asunto urgente.

Por si fuera poco, hay un expediente x en las pruebas de selección. En septiembre de 2022, solo el 51,4% de las personas que se presentaron por primera vez al examen de la Orden de enfermería de Quebec lograron un aprobado. En marzo del mismo año, la tasa fue del 71%, mientras que en septiembre del 2021 alcanzó el 81%. Se ha abierto una investigación para saber qué está pasando.

Aquí puede consultar las últimas Cartas del corresponsal

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Las dudas sobre el Deutsche Bank arrastran a la banca europea a un viernes negro en Bolsa

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La banca europea no recupera la calma. Cerrada la crisis de Credit Suisse con su absorción forzosa por UBS, el foco salta a la zona euro y se pone ahora sobre el Deutsche Bank, otra entidad que lleva años dando muestras de vulnerabilidad. Los seguros contra impagos (CDS) del mayor banco alemán se han disparado este viernes, e inmediatamente las pérdidas en Bolsa se han extendido como la pólvora por todo el sector sin excepción. Con la operación de rescate de Credit Suisse todavía muy presente, y la crisis de la banca regional estadounidense que se ha llevado a dos entidades por delante todavía sin cerrar, la sensibilidad de los inversores está a flor de piel. Eso se reflejaba este viernes en la evolución del índice Stoxx Europe 600, que agrupa a los principales bancos europeos, un 3,78% abajo al cierre de la sesión. Deutsche Bank (-8,5%), Société Générale (-6%), y Commerzbank (-5%), estuvieron entre los más penalizados. Si se miran los españoles, Bankinter se deja un 5%, BBVA, Sabadell y Unicaja un 4%, y CaixaBank y Santander un 3%.

Las autoridades monetarias y gubernamentales llevan días insistiendo en la fortaleza del sistema financiero europeo, pero el recado no cala. El temor a que las turbulencias no hayan desaparecido y se inicie un nuevo seísmo con epicentro en Fráncfort gana terreno como nueva preocupación. Se cita entre sus problemas la exposición al mercado inmobiliario estadounidense. Pero el origen viene de lejos. A nadie se le escapa que el Deutsche Bank —como le ocurría a Credit Suisse— se ha visto mermado por más de un lustro de escándalos. La entidad fue multada en 2015 con 2.500 millones de dólares (2.326 millones de euros) por participar en la manipulación del índice líbor (la tasa de referencia del mercado interbancario londinense) junto a otros bancos; en 2018, fue investigada por Bruselas por formar parte de un cartel en el mercado secundario de bonos soberanos y en 2019 por un cartel en el mercado de divisas. La Comisión Europea tiene abierta una investigación para saber también si manipuló el mercado secundario de deuda pública en la negociación de valores en euros entre 2005 y 2016. Pese a los múltiples frentes, el banco pareció recuperar el pulso en 2022, cuando ganó más de 5.000 millones de euros, su mejor resultado desde antes de la crisis financiera.

Los problemas de confianza vuelven a la banca justo cuando los líderes europeos están celebrando una cumbre que pretendía enviar un mensaje de tranquilidad a los mercados financieros. A la entrada, el presidente del Eurogrupo, el irlandés Paschal Donohoe, ha insistido a los líderes de la UE en que avancen en la Unión Bancaria, y pidió a la Comisión Europea que presente las propuestas legislativas para ajustar los procedimientos de resolución de crisis bancarias. Donohoe también ha reclamado que se ratifique la reforma pendiente del fondo de rescate del euro, bloqueada por Italia. El canciller alemán, Olaf Scholz, presente en esa reunión, no ha esquivado la cuestión: “Deutsche Bank se ha modernizado. Es un banco rentable. No hay razones para estar preocupados”, trató de tranquilizar, informa Manuel V. Gómez.

Mientras tanto, la capitalización del banco alemán —que llegó a recular más de un 14% en lo peor de la sesión— sigue cayendo. Ahora ronda los 18.000 millones de euros, y desde la implosión del Silicon Valley Bank ha perdido en Bolsa más de un 25% de su valor. Una vez rescatado Credit Suisse, el Deutsche Bank era el gran candidato a estar en el candelero si regresaba la incertidumbre al mercado. Y así ha ocurrido. Hay algunas similitudes entre ambos: son símbolos financieros de sus respectivos países, aunque venidos a menos, han estado en el punto de mira de los reguladores por sus malas prácticas, recurrieron a inversores del golfo Pérsico para recapitalizarse, y sus acciones llevan años desangrándose tras haber tocado techo en 2007, antes de la Gran Recesión.

También diferencias. El tamaño de Deutsche Bank es mayor que el de Credit Suisse, y por tanto mayor su potencial impacto sobre el sistema financiero: a cierre de 2022 contaba con 1,3 billones de euros en activos, más del doble que los 570.000 millones del banco suizo en esas fechas. Esas cifras lo colocan como el octavo mayor banco europeo —Credit Suisse era el decimoséptimo—. Si se comparan las plantillas, Deutsche Bank está por encima: 85.000 empleados frente a los 50.000 del banco con sede en Zúrich, que a diferencia de los beneficios obtenidos por su rival alemán, sufrió cuantiosas pérdidas en 2022.

La velocidad a la que se han derrumbado los bancos en las últimas semanas acentúa la sensación de inseguridad. El viernes 10 cayó el californiano Silicon Valley Bank. El domingo 19 Credit Suisse fue rescatado. Ahora, con Deutsche Bank en la mirilla, la pregunta es: ¿cae por su propia debilidad o por un ataque despiadado de los mercados, donde los inversores pueden hacer dinero apostando en corto? Para Antonio Carrascosa, ex director general del FROB, es más lo segundo. “Que suban mucho los CDS denota que hay movimientos especulativos en torno a Deutsche Bank. ¿Y por qué ellos? Tienen una imagen de cierta debilidad y un modelo de negocio menos claro, pero en Credit Suisse había problemas de salidas de depósitos y clientes, lo que indicaba un problema en el funcionamiento del banco. En el caso de Deutsche Bank no se llega a esto. Está mejor que hace dos o tres años. Los mercados buscan con qué víctima hacer dinero y han encontrado a Deutsche Bank, pero no es parecido en absoluto al caso de Credit Suisse”, opina.

Para el economista de Arcano Leopoldo Torralba, hay cierta irracionalidad que afecta a los bancos cuya reputación se ha visto más tocada en los últimos tiempos. “Los inversores quieren evitar estar expuestos a bancos que en el pasado demostraron una peor gestión. Una vez cerrado el caso de Credit Suisse, Deutsche Bank era el siguiente en la lista de gestión pasada mejorable, con varias reestructuraciones y rentabilidad reducida. Ante la incertidumbre de cómo afectará la situación actual a las cuentas de resultados y balances bancarios, los inversores se curan en salud y evitan los menos fiables cualitativamente, porque cuantitativamente las ratios de solvencia y liquidez generales son razonables. La incertidumbre siempre genera volatilidad, pero no vemos un riesgo sistémico bancario general, y sí que las entidades con un prestigio inferior en gestión o modelos de negocio más complejos y sesgados a la volátil banca de inversión, pueden pasarlo peor en Bolsa y en los mercados de deuda”.

“No es el próximo Credit Suisse”

La cuestión ha generado una cascada de análisis. “No tenemos preocupaciones sobre la viabilidad de Deutsche Bank. Para ser muy claros, Deutsche no es el próximo Credit Suisse”, dice tajante un informe de Autonomous Research. “Si bien la confianza es frágil y el mercado recordará los problemas anteriores a la reestructuración de 2019, el perfil financiero de Deutsche ha mejorado sustancialmente”, apunta JPMorgan. El banco estadounidense destaca que todas las divisiones comerciales de Deutsche Bank son rentables, y la mayoría de litigios están cerrados, a diferencia de lo que le sucede a Credit Suisse, cuya factura legal todavía seguirá aumentando. Y recuerda que la ratio de capital de máxima calidad (CET 1) está en el 13,4%, cumpliendo con el compromiso de mantenerlo por encima del 12,5%.

Frenar esa secuencia que se retroalimenta de caídas en Bolsa, noticias negativas, viralización en redes sociales, y nueva pérdida de confianza de inversores es ahora el reto del banco, que busca evitar que la rueda siga girando en una espiral destructiva. La dinámica recuerda a la de las primas de riesgo durante la crisis de deuda soberana de 2011-2012, cuando una vez se forzaba un rescate, los inversores saltaban a otra presa y el país cuestionado salía a defenderse negando parecerse a los ya rescatados.

Todos los indicadores recogían este viernes el miedo a que se abra un nuevo capítulo de la crisis bancaria: el euro perdía terreno frente al dólar al crecer la posibilidad de que el Banco Central Europeo se vea obligado a ralentizar las subidas de tipos. Los principales índices bursátiles sufrieron importantes números rojos: el Ibex 35 español superó el 2% de caídas, mientras que el Eurostoxx 50 y los parqués de París y Berlín cerraron con descensos de más del 1,5%. El barril de petróleo brent, de referencia en Europa, perdió más de un 1% hasta los 75 dólares ante la posibilidad de que la economía se resienta por los problemas de la banca y el crédito fluya con menos fuerza, lo cual aumenta el riesgo de una recesión.

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