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Sector tecnológico: qué valores merecen la pena tras el duro castigo de 2022 | Mercados

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Si este 2022 ha tenido un sector maldito, ese ha sido el de los valores tecnológicos, los reyes del crecimiento. Lo resume bien el índice Nasdaq Composite, con un retroceso en el año del 35%, con caídas del 65% para Meta (Facebook), del 40% en Alphabet (Google) o del 50% en Amazon y Netflix. Los otros gigantes, Apple y Microsoft, han perdido el 27% y el 29%, respectivamente. Ha sido el sector preferido del mercado durante una década: en febrero de 2009, el Nasdaq cotizaba a 1.441 puntos y llegó a rozar los 16.000 en noviembre de 2021, para caer desde entonces hasta los 10.470 puntos en los que se mueve estos días.

Tras semejante castigo, surge la duda inevitable de si es momento de comprar a precio mucho más barato este tipo de compañías, líderes indiscutibles de su sector, y numerosos gestores sí reconocen que mantienen su apuesta por los gigantes de la tecnología, con una clara perspectiva de largo plazo.

Para poner la debacle vivida en contexto, la pérdida de capitalización bursátil de las llamadas FAANG (Facebook, Apple, Amazon, Netflix y Google) es equivalente a todo lo que vale el índice Euro Stoxx 50 o al PIB anual de Reino Unido o Francia. Una de las principales causas de esta escabechina en los precios la describe Jaime de León Calleja, gestor de renta variable de Mutuactivos: “Los tipos de interés son, sin duda, un factor de gran impacto sobre el sector tecnológico. Este segmento ha cotizado a valoraciones altísimas por los tipos de interés cero que hemos tenido en la última década. Ahora, estamos viendo una contracción del múltiplo que explica las importantes correcciones que han sufrido estas compañías este año”.

Alphabet, Amazon y Microsoft son compañías predilectas para muchos gestores

Las tecnológicas han empezado a comportarse como compañías “mortales”, con reducciones de empleo y recortes drásticos de gastos que antes ni se atisbaban. Esta misma semana, Micron Technology anunciaba una reducción de un 10% de su plantilla de 48.000 empleados. Pero hay más. También sus ventas se han deteriorado en el sector bursátil, que era paradigma del crecimiento, trimestre tras trimestre, año tras año. Las firmas de tecnología de megacapitalización generaron un crecimiento de ventas anual promedio notablemente alto, del 18%, frente a solo el 5% para el mercado en general.

Como recoge un reciente informe del banco estadounidense Goldman Sachs, “esta dinámica se ha invertido este año. Se pronostica que el crecimiento agregado de las ventas de tecnología de las grandes aumentará un 8% este ejercicio, muy por debajo del crecimiento del 13% esperado para el índice general. Y añaden: “El crecimiento de las ventas anualizadas del consenso 2021-2024 de las cuatro principales acciones equivale al 9%, solo ligeramente por encima del pronóstico de crecimiento anualizado del 7% para el resto del mercado”, concluyen. Unas menores ventas que, como comenta James Rutherford, director de renta variable europea de Federated Hermes Limited, responde al “descenso registrado en lo que va de año de los volúmenes de smartphones y ordenadores personales, así como al temor a una corrección del gasto general en tecnología”.

Trevor Noren, estratega de inversión temática en Wellington Management, da una pista sobre el futuro de estas megacompañías: “En las redes sociales, el entretenimiento, el comercio electrónico e incluso el almacenamiento en la nube, los gigantes digitales han alcanzado posiblemente un punto de madurez que podría dar lugar a una ralentización de las tasas de crecimiento y a una correlación mucho mayor con el entorno macroeconómico”. Mientras, Yves Bonzon, CIO del banco privado suizo Julius Baer lo amplía: “A medida que las FAANG entran en una nueva era de crecimiento de ingresos más lento, es urgente centrarse en los márgenes y en la capacidad de generar suficiente flujo de caja libre”.

Nos enfrentamos a una normalización del sector tecnológico, aunque esta situación aún no queda del todo reflejada en sus valoraciones en los mercados. En general, siguen caras, según los expertos. Los analistas de Janus Henderson, en un informe de primeros de diciembre, indican que las valoraciones tecnológicas están en línea con la media a largo plazo, pero todavía en el extremo superior de un rango de diez años. “Consideramos que la valoración es un factor entre neutral y negativo para el sector tecnológico a la hora de seleccionar valores. Ya hemos visto una fuerte corrección en las expectativas de beneficios del sector; una tendencia que habría sido más evidente de no ser por la resistencia de dos de las mayores empresas del ramo, Apple y Microsoft”, explican.

Los vientos de cola soplan a favor de un sector llamado a resolver problemas

También desde Atl Capital dan un repaso histórico a la valoración del sector. El PER (veces que el precio contiene el beneficio por acción) del Nasdaq en la burbuja tecnológica llegó a 100 veces, para bajar a niveles de 11 veces tras la crisis. “En las correcciones sufridas desde 2007 hasta mínimos de 2009, el Nasdaq volvió a tener ratios inferiores a 15 veces. Esto es lo que nos ha enseñado la historia. Actualmente, el PER del Nasdaq se encuentra sobre 25 veces, mientras el índice mundial se mueve en 15 veces beneficios, su media histórica”, concluyen. Multiplicadores que ahora no se justifican con el crecimiento de sus negocios.

Medio plazo

Pero hay muchos elementos positivos en las tecnológicas para esperar una recuperación en el medio y largo plazo, aunque sometiendo a los valores a un fino análisis y dependiendo de su cliente final. Por ejemplo, pocos sectores en el mercado de acciones tienen vientos de cola tan claros y potentes como la automatización industrial. Según los cálculos de McKinsey, 480.000 millones de los 750.000 millones de horas de trabajo dedicadas a actividades relacionadas con la fabricación en todo el mundo son automatizables con las tecnologías existentes.

Tim Skiendzielewski, senior investment director de Abrdn, dice que “las firmas que operan en el sector empresarial están resistiendo mejor, ya que se trata de una tecnología que apuesta por la transformación digital, en contraposición a los modelos de consumo y publicidad”. Y pone el ejemplo de la buena evolución de la ciberseguridad, al tratarse de una tecnología crítica.

Recomendación

El experto de Mutuactivos destaca que las buenas perspectivas del sector tecnológico ligado a la actividad empresarial son más optimistas. “Las compañías están en su mayoría saneadas y cuentan con caja neta en el balance, y como sector, la digitalización y la transición a la nube son proyectos estructurales a medio largo plazo”. Destacan como opciones de compra los gigantes (Alphabet, Meta y Amazon) así como firmas de semiconductores, “como pueden ser Infineon, que está expuesta a verticales menos relacionados con el consumidor, o Qualcomm, que creemos descuenta en gran parte la debilidad del mercado de terminales”.

Matthew Benkendorf, CIO de Vontobel Quality Growth, indica que un mayor rigor en torno a los costes en Alphabet y Amazon, combinado con su potencial de crecimiento, podría convertirlas en grandes productoras de flujo de caja libre. Considera que los semiconductores se verán afectados por la ralentización del crecimiento en Estados Unidos y Europa. “En las empresas vinculadas a los ordenadores y a los teléfonos inteligentes, los múltiplos se han contraído, pero los beneficios aún tienen margen de caída”, señala.

Para el comienzo del año, los analistas de Bankinter incluyen al sector tecnológico entre sus preferidos y optan por Apple, Microsoft, ASML, Infineon, Alphabet, TSMC y Palo Alto. También Renta 4 forma su cartera de cara a 2023 con valores como Alphabet, ya que “en cuanto la economía recupere, será de las primeras en capitalizar este crecimiento”. En Amazon aprecian valor fuera del ecommerce y destacan la división AWS (Amazon Web Services), con expectativas de crecimiento del 30% los próximos años. La plataforma Match Group es otra de sus opciones con márgenes de ebitda del 35% y una elevada generación de caja. Adobe es otra de las preferidas de Renta 4 por su atractiva valoración tras la compra de Figma. Crowdstrike es su apuesta por la ciberseguridad, que seguirá siendo una partida de elevada prioridad empresarial, resiliente a posibles recortes presupuestarios. También distinguen a la plataforma cloud Datadog, líder de su segmento y muy castigada en Bolsa, y ponen el broche a su cartera con Microsoft, que “ha creado un ecosistema empresarial de difícil penetración por parte de los competidores”, indican.

Por último, en Schroders esperan un buen comportamiento de las firmas de semiconductores con múltiples vías de crecimiento, como la computación en la nube, el 5G, la inteligencia artificial y los vehículos eléctricos/autónomos.

Las tecnológicas parece que aún deberán esperar algo para volver a las ganancias. Pero está claro que su papel de motor de la economía continuará. Como dicen los expertos, los grandes problemas del presente solo se podrán solucionar con tecnología.

El primer sector en recuperarse
en 2009

Liderazgo. Las comparaciones de la crisis de los mercados vivida este año con la de los setenta o la financiera de 2008 han sido uno de los ejercicios de moda entre los expertos. Pues bien, el sector tecnológico fue el primero en recuperarse en 2009 tras la crisis financiera mundial, impulsado por la solidez de los balances del sector, la ausencia de pasivos heredados de los fondos de pensiones y el hecho de que el crecimiento de los beneficios, aunque mermado por la debilidad de la economía, continuaba siendo comparativamente superior al del mercado en general: la tecnología seguía restando cuota al resto de la economía. Cabe destacar que en los 23 ciclos alcistas del mercado de renta variable anteriores a 2022, la tecnología superó a otros sectores el 87% de las veces. ¿Se volverá a repetir esta historia?

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Economía

El fin del secretismo sobre los sueldos: los juzgados rompen barreras para saber si hay brecha salarial

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Una reciente sentencia de la Audiencia Nacional ha obligado a una empresa a facilitar todos los datos de su registro retributivo a la representación legal de la plantilla. Hasta ese momento, la compañía había impedido el acceso a información de los departamentos en que solo trabajara una persona, o lo hicieran empleados de un solo sexo. Los responsables alegaban que, en estos casos, primaba la confidencialidad y la protección de datos de los afectados, al ser reconocible quiénes cobraban el sueldo reflejado.

En su fallo, la Audiencia señala que, si existe una finalidad legítima (averiguar si hay brecha salarial en un determinado departamento), el empresario, responsable del registro, no puede impedir el acceso a los datos. Todas las empresas deben contar con un registro retributivo. Y el artículo 5.3 del Real Decreto 902/2020, de 13 de octubre (norma que regula la igualdad salarial), recoge el derecho de los representantes legales de los trabajadores a acceder a su contenido. Así, como recuerda Ana Ercoreca, presidenta del Sindicato de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social, se comunican “valores medios de salarios, complementos salariales y percepciones extrasalariales, desglosados por sexo y distribuidos por grupos, categorías, niveles y puestos”. Si los empleados no tienen representación, la información se limitará a las “diferencias porcentuales que existan entre retribuciones promediadas entre hombres y mujeres”, explica.

Los abogados laboralistas valoran positivamente el mecanismo. Fe Quiñones, directora del departamento laboral de Javaloyes Legal, lo concibe como “crucial para disminuir la brecha salarial entre hombres y mujeres”, así como para “detectar casos en los que no se cumpla con el principio de transparencia retributiva”. La letrada pone el ejemplo de “una trabajadora que accede a las medias y medianas de los sueldos de un puesto de trabajo de igual valor que el suyo”. Si esta empleada “descubre que su salario está por debajo del de sus compañeros, podrá solicitar a la empresa que la situación se corrija”. Si no es atendida, “tendrá la opción de ir al juzgado y reclamar la igualdad retributiva”.

Por tanto, el registro garantiza que no se discrimine salarialmente. Así lo entiende Jonathan Gallego, director de los servicios jurídicos de Comisiones Obreras de Cataluña. El letrado advierte del peligro de “discriminación indirecta”, es decir, una situación aparentemente neutral que, en la práctica, resulte adversa para las mujeres. Esta coyuntura es “más difícil de detectar y, seguramente, el gran foco de desigualdad salarial”. Gallego define el registro como una “herramienta totalmente útil para proteger el derecho fundamental a la igualdad de las personas trabajadoras”.

Para algunos especialistas, no obstante, hay algunos límites difusos en la protección de los datos. Alfredo Aspra, abogado laboralista y socio de Labormatters Abogados, expone sus dudas sobre la nueva sentencia. “Facilitar datos retributivos en supuestos donde únicamente prestan servicios trabajadores de un único sexo, o exista un único trabajador, podría colisionar con lo fijado por la normativa sobre protección de datos personales”, concluye. O lo que es lo mismo, en estos casos, por mera deducción, sería sencillo acceder a información privada de algunos trabajadores.

Principio de igualdad

El núcleo de esta controversia, remarca Aspra, es “dictaminar si, para garantizar la aplicación del principio de igualdad, es imprescindible y no existe otra medida más moderada o menos restrictiva de un derecho fundamental, cual es facilitar el dato retributivo que identifique a la persona”. Por tanto, debe garantizarse el derecho fundamental a la protección de los datos del afectado, “que puede ver su salario publicitado a pesar de no autorizar tal transmisión”.

Sin embargo, Fe Quiñones, primera letrada en conseguir una sentencia por brecha salarial tras la entrada en vigor del registro, ha argumentado en diversos juicios que “por encima de la Ley Orgánica de Protección de Datos se sitúa el principio de igualdad de trato y evitar una discriminación directa o indirecta por razón de sexo”, lo que hace “decaer el derecho individual del titular de los datos”.

Por otra parte, y para evitar filtraciones, la ley obliga a la representación legal de los trabajadores a guardar sigilo profesional. Quiñones es partidaria de exigir la reserva a todos los implicados, “sea en el ámbito empresarial por los representantes de los trabajadores, sea en el juzgado por las partes implicadas”. Pero no siempre hay colaboración. Según la abogada, la sentencia muestra que “algunas empresas son reacias a la transparencia retributiva y a aportar los datos concretos, sobre todo en determinados perfiles cualificados o directivos”. Sería deseable que las mercantiles se anticiparan para evitar problemas de interpretación de la información registral, a través de “una adecuada valoración de los puestos de trabajo”. En este sentido, añade, “las empresas más grandes están implementando políticas de igualdad y transparencia imprescindibles para una imagen adecuada de las mismas”.

Jonathan Gallego, por su parte, reconoce la naturaleza de derecho fundamental de la protección de datos, pero esto “no puede servir de excusa para vulnerar otros derechos fundamentales”. La regulación del deber de sigilo profesional es, según el experto sindical, suficiente. “El artículo 65 del Estatuto de los Trabajadores es tajante en este sentido”, razona, y su incumplimiento “podría dar lugar a medidas disciplinarias”. Alfredo Aspra no esconde algunas reticencias. En ocasiones, a pesar del deber de sigilo y de la imposibilidad de usar información confidencial fuera del ámbito de la empresa, “el control de la confidencialidad es harto complicado”. Por ello, el letrado incide en extremar las precauciones en los procesos más complejos y que requieran de documentación profusa, como “las mesas negociadoras tan extensas como las que se dan en el ámbito de la igualdad”.

Inspección de trabajo

Ana Ercoreca, presidenta del Sindicato de Inspectores de Trabajo y Seguridad Social, señala que, para comprobar que la empresa hace los deberes con el registro retributivo, es necesario un triple control. Los inspectores verifican que las empresas cuenten con el listado, que la herramienta cumple las exigencias legales y que la información que se entregue sea adecuada y anonimizada. No informar por escrito al trabajador sobre sus condiciones salariales puede considerarse infracción leve. La transgresión de los derechos de información, audiencia y consulta de los representantes de los trabajadores es una infracción grave, y puede conducir a una multa de entre 751 y 7.500 euros.

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El complicado despegue de la vivienda protegida en alquiler

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España construye poca vivienda protegida y, al menos de momento, mal enfocada a solucionar los problemas de accesibilidad residencial. Esa es la foto que ofrecen las últimas estadísticas publicadas. El año pasado se terminaron en todo el país 9.221 viviendas de protección oficial (VPO), lo que supone un pequeño paso atrás respecto a las 9.567 de 2021. Y de esas, solo 2.362 tenían como destino el alquiler o el alquiler con derecho a compra. De nuevo son menos que en 2021 (2.418) y suponen apenas un 25,6% del total de casas protegidas, un porcentaje que avanza muy lentamente pese a que numerosos análisis de expertos y políticos han señalado la VPO de alquiler como clave para solucionar los problemas de accesibilidad a la vivienda en España. “Todo parece apuntar a que el nuevo modelo tiene que pivotar sobre la vivienda de alquiler social y asequible, pero no acaba de consolidarse”, diagnostica Jordi Bosch, director del Observatorio Metropolitano de la Vivienda de Barcelona y experto en políticas de vivienda.

En esa transición hacia un nuevo paradigma en la vivienda social, algunas comunidades autónomas salen mejor retratadas que otras. Cinco territorios (Andalucía, Cantabria, Castilla y León, Murcia y La Rioja) no terminaron ni una sola VPO en 2022, según los datos del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Otras tres (Aragón, Asturias y Extremadura) edificaron casas protegidas, pero sin destinarlas al arrendamiento. En otras como Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Galicia el porcentaje o el número de VPO que se destinaron al alquiler fue irrisorio. Y solo dos, Baleares y Canarias, destinaron toda la vivienda protegida al arrendamiento. El siguiente porcentaje más alto fue, con un 36,5%, el de Madrid, de largo el territorio donde más se construye (3.466 VPO en total, 1.264 para arrendamiento), aunque también el que más retrocedió respecto al año anterior, cuando se terminaron más de 5.000 casas protegidas, y ninguna de las nuevas formó parte del plan de 15.000 viviendas que el Gobierno regional había prometido a bombo y platillo para esta legislatura.

Javier Jiménez, director de Suelo de la consultora CBRE en España, cree que hay tres factores que explican por qué el modelo no acaba de despegar. Dos son coyunturales, la carestía de materiales de construcción a raíz de la guerra de Ucrania y las mayores dificultades para encontrar financiación, y afectaron a toda la construcción residencial. El año pasado se acabaron menos VPO de la misma manera que se edificaron menos casas de renta libre (cerca de 80.000, por 84.000 en 2021). Pero hay un tercer elemento de carácter estructural: los módulos en los que las Administraciones fijan el precio máximo al que luego se puede ofrecer cada vivienda. “Están completamente obsoletos”, lamenta Jiménez, “ahora mismo todo esto está estrangulando el desarrollo de vivienda protegida”.

Estas mismas causas explican, además, por qué se hace más VPO destinada a la venta. Como la mayoría de promociones se apoyan en el sector privado, este opta por la fórmula que mejor conoce y la que le resulta más rentable. “Construir edificios protegidos para vivienda en alquiler con un módulo máximo de renta es prácticamente inviable”, sostiene Jiménez, quien cree que a la Administración “tampoco le resulta rentable asumir los costes de construcción y el resto de limitaciones, y por eso busca poner suelos en mercado para que un privado los desarrolle”.

Como en todo el sector inmobiliario, el estallido de la burbuja inmobiliaria marcó un antes y un después para la VPO. “La vivienda protegida de venta como instrumento clave y nuclear de la política de vivienda en España tuvo su época dorada en el franquismo y tuvo décadas muy buenas en democracia, pero tras la crisis de 2008 se deconstruyó”, recuerda Bosch. “El sistema está en una fase de transición que no se acaba de cerrar”, continúa, “se pone la atención en la vivienda de alquiler social y asequible, pero no acaba de asentarse por un tema de estabilidad de recursos y de estabilidad legislativa”. Aunque el experto también destaca la “asimetría” por comunidades y destaca al País Vasco como ejemplo de “modelo sólido”.

La falta de consistencia general del modelo tiene consecuencias muy perjudiciales para muchas familias. En España hay 11 millones de personas en riesgo de exclusión residencial, según los cálculos de Foessa, una fundación auspiciada por Cáritas. Y Andrea Jarabo, responsable de Comunicación e Incidencia de Provivienda, otra organización sin ánimo de lucro, esgrime esos datos para reivindicar “un cambio estructural con respecto a la inversión pública en VPO”. “En la práctica vemos que en las diferentes promociones muchas veces se quedan fuera personas en situación de vulnerabilidad, como jóvenes, personas migradas o familias de bajos ingresos”, describe.

Jarabo recuerda que siete de cada diez desahucios se dan en hogares que viven de alquiler y España presenta índices de emancipación juvenil muy insuficientes. Todo ello, cree, se relaciona con un modelo de vivienda protegida para venta “en un contexto relacionado con dinámicas muy especulativas” que hay que desterrar. “Orientar la política de vivienda hacia una política más inclusiva, que tienda a equilibrar los regímenes de tenencia y a equilibrar el parque social y asequible es un proceso largo en el que no se va a notar el impacto hasta el medio y el largo plazo”, reflexiona la experta, “se tiene que complementar con cuestiones que aborden el corto plazo”.

La construcción de VPO es solo una pata de la política de vivienda de las comunidades, que tienen transferida esa competencia en exclusiva, aunque en la práctica se complementa con acciones de la Administración central o de los Consistorios. Algunas autonomías como Cataluña, Baleares o la Comunidad Valenciana han apostado por ampliar sus parques públicos con vivienda existente, bien sea a partir de cesiones forzosas de grandes propietarios o mediante adquisiciones masivas. Recientemente se anunció la mayor compra de pisos por parte de una administración pública, la Generalitat Valenciana, a Sareb y fuentes de esta última relataban más operaciones en marcha con Cataluña, Madrid o Murcia.

Una emergencia “cronificada”

El proyecto de ley de Vivienda que el Gobierno envió al Congreso recuerda que entre 1962 y 2020 se levantaron 5,7 millones de viviendas protegidas. Pero como eran para venta, y pasado un periodo las casas pasaban al mercado libre, España tiene uno de los parques públicos más escasos de Europa. El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana insiste en la importancia de la futura norma y saca pecho por su plan de 100.000 viviendas de alquiler social y asequible. Unas 60.000 deben salir de nueva construcción: 25.000 en coordinación con comunidades y ayuntamientos, 17.000 en desarrollos directos de Sepes (la entidad pública del Suelo) y 20.000 del impulso de los fondos europeos de recuperación. “Partíamos de una situación de abandonos en las políticas de vivienda, algo que se está revirtiendo”, justifican.

Pero de momento las estadísticas dejan claro que las VPO de alquiler están llegando con cuentagotas. Eso ha impedido curar las heridas que ha ido dejando la vivienda desde el estallido de la crisis financiera-inmobiliaria de 2008: primero, la avalancha de ejecuciones hipotecarias y, en los últimos años, las crecientes dificultades de muchos inquilinos para pagar unos alquileres que no dejan de subir. “Desde 2010 hasta ahora vivimos en una permanente emergencia en materia de vivienda y quizás deberíamos considerar que esa situación se ha cronificado”, resume Bosch. “La vivienda tiene un importante impacto en la desigualdad social”, advierte, “siempre lo ha tenido, pero en la última década mucho más”.

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La economía real ante la tormenta financiera

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El vuelco inesperado de los mercados energéticos unido a la suavización de los cuellos de botella en la llegada de suministros había empezado a disipar algunas de las principales incertidumbres que pesaban sobre la economía española. Pero eso era sin contar con las repercusiones del episodio de inestabilidad financiera que se ha desatado desde la caída de Silicon Valley Bank, y que sigue extendiéndose.

De momento las fuerzas expansivas son las que dominan la coyuntura, como lo muestran el buen comportamiento del mercado laboral y las encuestas de actividad, con indicadores PMI que apuntan a un crecimiento tanto en los servicios como —y esto es lo nuevo— en la industria. El turismo da buenas sensaciones, y estaría a un tris de superar los niveles prepandemia en términos de entradas de extranjeros. Todo ello es compatible con un avance del PIB en el primer trimestre y probablemente también en el segundo, a tenor del tirón anunciado para esta Semana Santa.

Más allá, los efectos del ajuste monetario y de las tensiones financieras que han aflorado estos últimos días ganarán protagonismo. La contracción del crédito bancario, importante indicador avanzado de actividad, ya es palpable: el volumen de nuevos préstamos a hogares ha descendido un 8% desde el verano pasado y en el caso de las empresas el descenso alcanza el 9,3% (con datos desestacionalizados y suavizados que van hasta enero). De manera similar, las entidades financieras también declaran haber endurecido las condiciones de acceso al crédito, según la última encuesta del BCE realizada antes del colapso de SVB.

La restricción crediticia sólo puede agravarse tras la última vuelta de tuerca del BCE, y sobre todo como consecuencia de la probable reacción de prudencia de las entidades financieras en un entorno marcado por la pérdida de confianza. Las instituciones financieras se enfrentan a pérdidas latentes que se generan de manera cuasi automática a medida que los bonos que habían comprado a tipo de interés fijo durante la era de abundancia monetaria se devalúan. Si bien se trata de pérdidas potenciales (solo se realizan en caso de venta de los títulos antes de llegar a vencimiento), las entidades no pueden permitirse añadir a ese riesgo de tipos de interés otro de impago en los créditos que conceden, de ahí la necesidad de una mayor cautela en la política de préstamos al sector privado.

De manera general, las decisiones de política monetaria podrían impactar con más nitidez en la segunda parte del año, habida cuenta del tiempo de latencia entre las medidas y la evolución de la economía. Además, como ya ocurrió en la crisis financiera de 2008, el impacto se refuerza con cada subida adicional de tipos de interés (es decir, la repercusión no es lineal).

En todo caso, la clave está en la inflación. De moderarse significativamente, los bancos centrales tendrán la ocasión de frenar sus subidas de tipos, atenuando los riesgos recesivos y de crisis financiera. Se espera que los próximos datos de IPC relajen la presión: en el caso de España, el incremento será inferior al 5% en términos interanuales, por la comparación con los meses inmediatamente posteriores a la invasión de Ucrania (efecto escalón). Además, la electricidad se ha abaratado un 16% en lo que va de mes. Pero Fránkfort ya ha detectado efectos de segunda ronda en los márgenes de algunos sectores, y alerta de la posibilidad de una reacción de los salarios en los países miembros con mercados laborales más tensionados. Los costes laborales se incrementaron casi un 6% en el cuarto trimestre en términos medios interanuales en la eurozona, pero solo un 3,6% en España. Una heterogeneidad que complica aún más la tarea de la política monetaria en su doble objetivo, cada vez más contradictorio, de actuar enérgicamente contra la inflación y a la vez asegurar la estabilidad financiera.

Precios

La tasa de inflación del Índice de Precios Industriales se situó en febrero en el 7,8%, muy por debajo de las tasas registradas a lo largo de 2022, que llegaron a superar el 40%. Esta moderación obedece fundamentalmente a la bajada del índice energético experimentada desde el verano pasado (pese a lo cual continúa por encima de los niveles de 2021). El índice de la industria de la alimentación sigue ofreciendo señales preocupantes: su tasa interanual apenas se ha reducido unas décimas hasta el 20%, lo que apunta a que la cesta de la compra seguirá encareciéndose.

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