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¿Es probable una guerra entre EE UU y China en esta década? Radiografía de un riesgo creciente

La relación entre las dos grandes potencias del mundo, Estados Unidos y China, se halla en un estado pésimo, y va empeorando en múltiples frentes. La esperanza de principios de siglo de que el estrechamiento de los lazos comerciales generara una dinámica positiva ha dejado paso a la constatación de una competición descarnada, una rivalidad con visos de moverse hacia la confrontación y que despierta inquietud. ¿Hay riesgo real de que esta espiral negativa degenere en un conflicto bélico? ¿Es posible que esto ocurra incluso ya en esta década, como alertan algunas voces autorizadas?
Los expertos consultados para esta información y muchos de los estudios y opiniones publicadas en la materia coinciden en una zona de consenso que puede resumirse así: una conflagración militar que implique a las dos potencias en el corto y medio plazo no es probable, pero el riesgo existe y está claramente al alza ―sobre todo por la posibilidad de escalada accidental en medio de tanta tensión, desconfianza y deficiente comunicación―. Este concepto es casi omnipresente en los análisis, que alertan de que sería un grave error no tenerlo adecuadamente en cuenta en todo cálculo político y económico.
El análisis tiene dos planos principales. Uno, gran angular, es el devenir de conjunto de la relación entre las dos potencias. Otro, más enfocado, es la cuestión de Taiwán, el epicentro en el que la fricción entre las dos placas tectónicas puede convertirse en guerra. Ambos muestran dinámicas preocupantes.
En el primero, “el desarrollo más probable es que la competición, la rivalidad, probablemente se intensificará y ampliará en su espectro”, dice Ben Bland, director del programa Asia-Pacífico del centro de estudios Chatham House. “Antes del incidente del globo [sobre territorio de EE UU], ambos Gobiernos habían mostrado una voluntad de contener las tensiones. Pero luego han ido ocurriendo cosas, y esto es sintomático de una relación con mucha fricción. Una vez que se han desatado ciertas fuerzas dentro de una sociedad, en los ámbitos políticos, económicos, mediáticos, es muy difícil reconducir”.
En el otro también hay síntomas problemáticos. “La paz y la estabilidad alrededor de Taiwán se han mantenido porque las tres partes [China, Taiwán y EE UU] aceptaron un alto grado de ambigüedad. El problema es que el espacio para la ambigüedad se está reduciendo en todas las partes. Con él, encoge la posibilidad de hallar rampas de salida”, prosigue Bland.
“La relación bilateral se halla en un punto muy bajo. La tensión es muy alta. Esto no significa que alguna de las partes quiera la guerra. Pero cuanto más se eleva la tensión, más probabilidad hay de que pueda estallar un conflicto tanto de manera intencional como accidental”, dice Helena Legarda, analista líder del Instituto Mercator para Estudios sobre China especializada en política de defensa y exterior. “De momento no creo que sea un riesgo altísimo, no creo que vaya a pasar de manera inminente, pero el riesgo existe y está al alza según la competición empeora”, concluye, en una opinión que resume un consenso amplio.
A continuación, una mirada sobre la cuestión, desde cómo se ha ido elevando la tensión a las razones para confiar que prime la contención y los elementos de riesgos que pueden detonar un conflicto.
La tensión
Ante la constatación del fuerte auge de China y la convicción de que el régimen de Pekín se halla en una evolución cada vez más autoritaria y determinada a alterar a su favor el orden mundial, en los últimos años EE UU ha ido endureciendo su posición. Washington apoya su interpretación en varios elementos fácticos, desde un expansionismo chino por la vía de los hechos en aguas disputadas hasta el cierre de filas con regímenes como Rusia e Irán; desde la creciente represión interna y vigilancia total de la sociedad hasta el gran desarrollo militar o el tono cada vez más nacionalista. Su reacción ha sido a todo espectro, desde los aranceles de Donald Trump hasta el refuerzo de las alianzas en la región ―como Aukus―, pasando por las restricciones en las exportaciones de tecnología, especialmente los microchips. Este último elemento tiene un impacto enorme, provocando fortísima tensión.
“EE UU sostiene que [la medida de los microchips] es muy focalizada. Pero siendo honestos hay que reconocer que estos productos tienen un uso dual [civil además de militar], tan presente en varios sectores de la economía china, que hay un elemento de contención del ascenso de China, de la economía china como una potencia tecnológica”, dice Meia Nouwens, analista sénior del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos especializada en cuestiones de defensa y seguridad chinas. “El objetivo de esto no es solo mantener el gap actual entre ambos, sino intentar que se ensanche. Obviamente, esto ha provocado un esfuerzo redoblado por parte de China para asegurarse una resiliencia en este ámbito, superar la dependencia”.
El conjunto de estas acciones está enfureciendo a Pekín. El nuevo ministro de Exteriores, Qin Gang, ha advertido recientemente: “Si Estados Unidos no pisa el freno y sigue acelerando en el camino equivocado, no habrá barandillas suficientes para prevenir el descarrilamiento, que se tornará conflicto y confrontación”. El propio Xi Jinping manifestó la irritación de forma inusualmente explícita hace poco: “Los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, están implementando una contención, un cerco y una supresión total de China”. Las advertencias y resentimiento ante las presuntas maniobras de Occidente para provocar asfixia recuerdan a los muchos años de quejas de Putin antes de pasar a las más brutales vía de hecho.
La rivalidad abarca una carrera armamentística, otra tecnológica, grandes esfuerzos para reducir la dependencia mutua, un pulso para conquistar el apoyo de países no alineados entre otros ámbitos. Las chispas aparecen a diario.
Tan solo en los últimos días, la alianza Aukus ha presentado sus planes para dotar a Australia de submarinos con propulsión nuclear; Pekín conduce maniobras militares en el golfo de Omán junto con Rusia e Irán mientras ha anunciado que Xi visitará a Putin en Moscú la próxima semana; Washington ha avisado a TikTok de que le prohibirá operar en EE UU si los accionistas chinos no venden su cuota ―por temor a una transmisión de datos de ciudadanos estadounidense―; China ha nombrado ministro de Defensa a un general sancionado por Washington dificultando los canales de diálogo, y la empresa manufacturera taiwanesa Foxconn, célebre por ser un proveedor esencial para Apple, ha anunciado que pretende reducir mucho su actividad en China.
En el plano específico de Taiwán, la dinámica tampoco es tranquilizadora. Pekín insiste en que lo que llama la “reunificación” es un objetivo irrenunciable y, aunque subraya querer lograrlo por vías pacíficas, no descarta el recurso de la fuerza. “La preocupación está justificada, es evidente. Por una parte, Xi ha dicho que es un asunto que no puede ser dejado de generación en generación. Por el otro, en la sociedad taiwanesa una inmensa mayoría se reconoce en un sentimiento identitario local y cada vez menos en una identidad china. Evolucionan claramente en un sentido alejado de los intereses del continente”, dice Xulio Ríos, asesor emérito del Observatorio de Política China y autor de Taiwán, una crisis en gestación (Editorial Popular).
Varios gestos o palabras procedentes de EE UU también han agitado la situación. La visita a Taiwán el pasado mes de agosto de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes ―la demócrata Nancy Pelosi― desató la ira de Pekín. Por otra parte, el presidente Joe Biden se ha alejado de las posiciones tradicionales afirmando en repetidas ocasiones que Washington acudiría en defensa de Taiwán si sufriera un ataque.
El paso de la tradicional ambigüedad a una creciente claridad en este asunto es uno de los muchos elementos en metamorfosis. El cambio en las relaciones de fuerza y en las actitudes desestabiliza y produce una peligrosa tensión.
La contención
La perspectiva de una guerra alrededor de Taiwán que involucre a ambas potencias es tan pavorosa que, de por sí sola, constituye un elemento de pausa y contención para cualquier mente racional. El potencial destructivo de los dos ejércitos es prácticamente inimaginable. El impacto económico mundial tendría una escala colosal. “Se han hecho estudios que estiman que tan solo un bloqueo naval-aéreo podría en primera instancia restar dos billones a la economía mundial, sin ni siquiera tener en cuenta sanciones”, señala Legarda. Taiwán es un productor fundamental de microchips, componente esencial en un abanico enorme de sectores de la economía moderna.
Las dos partes, además, se hallan interconectadas por una relación comercial de volumen enorme, que no para de crecer pese a todas las tensiones, en lo que constituye la principal diferencia con la Guerra Fría, cuando las dos principales potencias no compartían vínculos de este tipo. El comercio de bienes entre EE UU y China alcanzó en 2022 un valor de unos 690.000 millones de dólares (de los cuales unos 536.000 son importaciones de EE UU).
Por otra parte, las voces más alarmistas deben ser puestas en contexto. En EE UU, altos mandos han señalado repetidamente la fecha de 2027 como un horizonte inquietante, siendo el que Xi apunta para el cumplimiento de ciertos objetivos de modernización de sus fuerzas armadas. El jefe de operaciones de la Armada de EE UU dijo en octubre pasado que deberían, sin embargo, considerarse fechas tan tempranas como este mismo año como posibles para un ataque chino contra Taiwán. “Cierta retórica en parte responde al intento de elevar la presión para que el Congreso y el Ejecutivo inviertan suficientemente en ciertas capacidades de Defensa, o espolear conversaciones diplomáticas sobre cómo reaccionar”, comenta Nouwens.
Los expertos señalan que hay múltiples factores que, racionalmente, inducen a pensar que China no tiene ningún interés en lanzarse ahora a un conflicto. “Si bien han dado pasos de gigante en las últimas décadas, todavía les queda un amplio recorrido para completar la modernización del país. Esto para ellos es una prioridad absoluta. Para lograrlo, necesitan estabilidad. Y, claro está, un conflicto alrededor de Taiwán dinamitaría ese camino de desarrollo”, señala Ríos. China se halla ahora embarcada en una campaña para elevar su grado de autosuficiencia manufacturera y económica, y lo lógico es pensar que, de entrada, querrá desarrollarlo antes de cualquier maniobra arriesgada.
En términos parecidos se pronuncia Nouwens con respecto a la dimensión militar. “Es cierto que en algunas áreas están reduciendo la brecha de distancia con respecto a EE UU, pero en otras no tanto. Este es un factor que me induce a pensar que una guerra no es inminente”, dice Nouwens.
En una reciente entrevista concedida a este diario, el director del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, Dan Smith, introducía otro elemento que induce a pensar que al menos en el corto plazo no habrá movimientos: la guerra de Ucrania. “Creo que China estará observando con mucho detenimiento el desarrollo de ese conflicto”. Algunas de las lecciones sin duda invitan a la cautela: las enormes dificultades que representa una invasión, la distancia que puede haber entre el estatus de potencia con fuerzas modernizadas y la eficacia real en el campo de combate, la reacción unitaria de Occidente, entre otras. En este contexto, Pekín observará con especial atención cuán duradera y sólida es la unidad de los occidentales.
El riesgo
Pero estos elementos no permiten llegar a la conclusión de que el riesgo de conflicto en el medio plazo es irrisorio. La dinámica es negativa en ambos planos principales.
En el general, Nouwens coincide con Bland en manifestar “preocupación” ante la constatación de que ambos Gobiernos parecieron buscar un freno al deterioro, que se visibilizó en la cumbre de Bali en noviembre, pero el intento “no ha funcionado”.
En la cuestión de Taiwán, todo se mueve en la dirección que señalaba Bland de reducir el margen de ambigüedad necesario para preservar el equilibrio. Xi, señalan los expertos, es un líder mucho más asertivo que los anteriores, y su lenguaje en la materia se ha ido afilando. Ha vinculado claramente la “reunificación”, según el lenguaje de Pekín, a su gran objetivo del “rejuvenecimiento” del país. “Xi es un líder que ha demostrado una disposición a sacrificar intereses económicos en nombre de objetivos políticos-estratégicos, de la ideología”, observa Legarda.
La retórica en Washington también es cada vez más afilada, con palabras cada vez más gruesas, sobre todo desde las filas republicanas, pero en definitiva con cierto consenso bipartidista. Mientras, la sociedad taiwanesa avanza en dirección contraria a los intereses de Pekín.
En paralelo, las lecciones de la guerra de Ucrania tampoco son todas negativas para Pekín. “Por un lado, porque suministrar apoyo a Taiwán, una isla, sería mucho más complejo que lo que ocurre con Ucrania. Por otra parte, porque China ha trabajado muchísimo en cuestiones deficitarias clave de la campaña rusa, como aspectos de logística y manutención”, comenta Nouwens.
Y la deriva ideologizada de las relaciones internacionales no ayuda. Cuanto más se afirme el marco democracias frente a autocracias, más se convertirá Taiwán en una cuestión simbólica, emocional, y se alejará del territorio de las gestiones pragmáticas, lo que representa un nuevo obstáculo.
2024 será un año clave, con elecciones presidenciales en Taiwán y EE UU. Una nueva derrota del Kuomintang ―partido que representa para Pekín la mejor opción de solución pacífica― en la isla representaría un mensaje muy contundente para el continente. No es descontado que ocurra. “La dinámica a nivel social es claramente desfavorable para el continente, pero luego está la dinámica partidista, y en esa el Kuomintang sigue teniendo sus opciones”, observa Ríos. Pero sin duda hay claras posibilidades de que sufra un enésimo revés. Por otra parte, una victoria de un halcón republicano en la Casa Blanca tensaría aún más la situación.
La gran pregunta es, ante una creciente evidencia de que alcanzar su objetivo por la vía pacífica es imposible, qué hará Pekín ―y cuándo―. Todos los expertos consultados señalan que no hay ninguna prueba de que China haya tomado una decisión de agredir y que tenga una fecha fijada para ello.
Pero más allá de las decisiones de Pekín, con estos elementos, la principal preocupación es una escalada inintencionada. Un conflicto que brote no de una decisión ponderada, sino de una espiral de acciones y reacciones. El escenario base es el de tensiones y presiones crecientes, con medidas de baja intensidad, intentos de interferencia en el proceso político taiwanés, creciente apoyo de EE UU, etc.
“Un conflicto militar a escala total alrededor de Taiwán sigue siendo improbable. Pero considerando la actividad en la región, el riesgo de errores de cálculo, de incidentes, está creciendo”, apunta Nouwens.
“Sin duda, hay preocupación por una escalada no intencionada”, dice Bland. “Las tensiones están aumentando, no hay confianza, no hay buena comunicación. Hay muchas incertidumbres. Cuando empiezas a tener más ejercicios y actividad militar en la zona, se eleva el riesgo de que las cosas descarrilen por error. Hay cada vez menos rampas de salida. Así que el riesgo está al alza. Sabemos que en el pasado algunas guerras empezaron de forma muy deliberada y explícita. En otras, se entró como en un estado de sonambulismo. Hay sin duda un riesgo de eso”.
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Aerolínea argentina se convierte en la primera en ofrecer boletos como NFT en Algorand

Flybondi, una aerolínea de bajo costo en Argentina, se convirtió en la primera en su ramo en lanzar boletos de avión en forma de tokens no fungibles (NFT).
La iniciativa, denominada Ticket 3.0, ya está disponible para clientes que deseen volar a destinos nacionales.
Eliminar las restricciones habituales
La empresa Anunciado en su sitio web que cada boleto comprado se emitirá como un NFT en la cadena de bloques de Algorand. La integración es una expansión de la asociación existente de Flybondi con TravelX.
Ticket 3.0 permite a los clientes cambiar el nombre del pase, regalarlo o transferirlo a otra persona. Como tal, elimina los obstáculos habituales cuando uno intenta cambiar la propiedad. Al comentar sobre el desarrollo, el CEO Mauricio Sana dijo:
“Con el Billete 3.0, nuestros pasajeros tendrán mayor flexibilidad y control sobre sus viajes porque podrán transferir, renombrar o regalar sus billetes de forma sencilla y autónoma.
Con este lanzamiento buscamos generar un impacto positivo en la industria aeronáutica a través de la innovación y la aplicación de la tecnología blockchain. Cambiar las reglas del juego nunca es fácil, pero sabemos que nuestro objetivo es evolucionar y ofrecer a nuestros pasajeros una nueva etapa de la libertad de volar”.
El esfuerzo de Flybondi llega en un momento en que el sector del turismo intenta recuperarse después de que el bloqueo global de COVID-19 suspendió gran parte del transporte durante años. Fundada en 2016 y con sede en Buenos Aires, la aerolínea vuela a 13 destinos. Además de cubrir algunos puntos locales famosos, comenzó a operar vuelos entre la capital de Argentina y Río de Janeiro en octubre de 2019.
Relación de Crypto con el sector de las aerolíneas
La industria de las criptomonedas ya ha interactuado con múltiples compañías aéreas, siendo los Emiratos de Dubái un ejemplo. La aerolínea nacional de los Emiratos Árabes Unidos lanzó NFT y «experiencias emocionantes en el metaverso» para sus clientes y empleados la primavera pasada. Además, reveló sus planes para adoptar bitcoin como método de pago.
Una de las aerolíneas más grandes de España, Vueling, se asoció con BitPay varios meses después para permitir también los acuerdos criptográficos. Su oferta incluye 13 activos digitales, como Bitcoin (BTC), Ether (ETH), Bitcoin Cash (BCH), Dogecoin (DOGE), Shiba Inu (SHIB) y más.
Vicepresidente de Marketing de BitPay – Merrick Theobald – fijado que Vueling «reconoce el potencial de las criptomonedas para transformar la industria de las aerolíneas, haciendo que los pagos sean más rápidos, más seguros y menos costosos a escala global».
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Artistas chinos ponen a prueba la nueva línea roja de la censura

Después de dos años y medio de la política de cero covid de China, Hu Mendong se cansó. La medida cada vez mayor en la que su ciudad iba a mantener a raya al covid-19, como los hisopos de garganta obligatorios cada tres días, se sentía sofocante. Una noche de agosto, escribió lo que creía que pensaba la mayoría de la gente, pegando caracteres chinos en ocho cabinas de prueba diferentes repartidas por su vecindario. Cuando se juntan, dicen: «Ya llevo tres años entumecido».
La justificación del gobierno para las medidas había sido la protección —“la gente primero, la vida primero”—, pero Hu no sentía que realmente estuviera viviendo. “Me hizo sentir como un animal domesticado”, dice el artista de 30 años (que prefirió usar un seudónimo). La suya era una voz solitaria que tendría eco tres meses después durante las llamadas “protestas del libro blanco”, en las que los chinos salían a la calle con hojas de tamaño A4 en blanco para manifestarse contra la política de covid cero.
En agosto, Hu no había pensado que se metería en muchos problemas, como máximo una multa o una detención de quince días, e incluso publicó su travieso acto a sus amigos en WeChat, la aplicación de mensajería de China. Él cree que alguien poderoso debe haberse dado cuenta cuando figuras públicas prominentes recogieron imágenes de su graffiti y se volvieron virales, atrayendo la atención internacional. La policía llegó a la casa de Hu poco después y lo arrestó por buscar peleas y provocar problemas, abreviatura común para desorganización política. Nadie le dijo cuánto tiempo estaría en prisión.
Hu había cruzado una de las líneas rojas del estado en un momento delicado, con inquietud por el aumento de la política de covid cero y funcionarios en busca de actos subversivos en el período previo al congreso del partido del 20 de octubre. En un país donde los artistas y galeristas han encontrado durante mucho tiempo formas de evitar las áreas grises de la censura, el trabajo que podría haber sido tolerado antes de la pandemia ahora estaba siendo anulado, junto con una de las funciones cívicas más importantes del arte.
“El arte debe ser una herramienta para cambiar la sociedad y hacerla mejor”, dice el artista Jian An’er (quien también solicitó un seudónimo). “La responsabilidad del artista es sentir el dolor de la sociedad y encontrar el problema real”. Pero ahora, dice, “no hay espacio para esto en absoluto”.
Mao Zedong vio a los artistas como la base de su “ejército cultural”, y para Xi Jinping juegan un papel similar. “La literatura y el arte son el toque de corneta para el progreso de los tiempos”, dijo el presidente chino en un foro de artistas y escritores en 2014, y agregó que el arte estaba en su mejor momento cuando estaba “al servicio del pueblo y al socialismo”, y debería ser conmovedor, “como la luz del sol en un cielo azul o una brisa fresca de primavera”.
Para un trabajo que carece del lado soleado y ventoso, las consecuencias van desde ser «invitado a tomar el té» (interrogatorio en la estación de policía local) hasta cadena perpetua. Janet Marstine, exprofesora de estudios de museos en la Universidad de Leicester y experta en censura en los espacios de los museos, señala que tal presión «no significa que te cierres», citando una plétora de métodos que ha encontrado que los artistas chinos usan para jugar el actual sistema.
Tomemos como ejemplo a Nut Brother, un artista conocido principalmente por montar obras en China para concienciar al público sobre la contaminación ambiental. En febrero intentó montar una exposición, titulada No hay entrada, en Chengdu, una ciudad con reputación de ser relativamente relajada con respecto al arte. La galería mostró retratos dibujados, pintados o garabateados por internautas a quienes sus padres habían instado u obligado a casarse, según las descripciones de sus padres de parejas ideales. Nut Brother, escribiendo en su cuenta de WeChat, afirmó que la exposición fue clausurada antes de que la policía local la inaugurara, citando su actitud hacia el feminismo. Sin desanimarse, él y los curadores organizaron el espectáculo como una ventana emergente en un parque local, eligiendo un lugar conocido por los lugareños como un lugar para encontrar citas a ciegas.
La exhibición ‘No Entry’ de Nut Brother se exhibió en una azotea y en el departamento de un amigo durante la etapa de Beijing © Nut Brother
Deng Yufeng, un artista de performance cuyo trabajo llama la atención sobre los problemas de privacidad y vigilancia de los datos, llenó todo el espacio de una galería de Wuhan en 2018 con los datos privados de sus ciudadanos, que había encontrado y comprado en línea ilegalmente. Llevó su trabajo al exterior en 2020, creando una intrincada carrera de obstáculos en una calle de Beijing para los miembros del público, lo que ilustró lo difícil que es evitar la mirada de las cámaras de circuito cerrado de televisión de la ciudad. Para Deng, el arte tiene un valor social; es “una ventana que nos permite ver la verdad” del mundo en el que vivimos. Ha sido arrestado y sus exposiciones cerraron antes de tiempo, pero aún cree que es importante crear arte que traspase los límites.
Aun así, nunca está claro dónde están estos límites. “Ninguna de las reglas se explica claramente”, explica Marstine. Hay algunas cosas obvias que los artistas deben evitar: las llamadas «tres T» (Tíbet, Tiananmen, Taiwán), las protestas de Hong Kong, el feminismo, los problemas LGBTQ, pero más allá de eso, todo lo que tienen que hacer es anécdotas de lo que ha funcionado y lo que no.
Una cuenta de WeChat llamada BAFA Art Gallery recopiló anécdotas de estudiantes de varias academias de arte chinas y ideó un modelo general de lo que se puede y no se puede mostrar en las exposiciones de posgrado: evitar la desnudez, el horror, los títulos en inglés y representar a extranjeros. Pero insta a los estudiantes a ser conscientes de que, incluso si utilizan una buena ideología socialista, “la obra puede ser prohibida debido a los gustos, disgustos personales y malas interpretaciones del censor”. Aconsejó que el trabajo con más probabilidades de aprobar era la pintura realista sin ideología política y sin «importancia en el mundo real».
Los maestros también están menos dispuestos a discutir temas riesgosos con sus alumnos en las academias de arte. Neng Muruo, un curador independiente y ex profesor asistente en una universidad de élite de Beijing, comentando bajo un seudónimo, cita varios ejemplos durante los últimos años de profesores «invitados a tomar el té» o degradados por incluir temas políticos en sus clases de arte.
Sin embargo, superar los límites sigue siendo una tentación para muchos artistas, y el medio ha sido tradicionalmente más seguro para esto que otras formas de arte: a diferencia de la palabra escrita, «el lenguaje visual se puede interpretar de múltiples maneras», dice Neng.
La frase que usa Neng para imponer tales reglas es ca bian qiu, descrito por el Dr. Marstine como originado en un movimiento de ping-pong cuando aterrizas una pelota tan cerca del borde de la mesa que el otro jugador no puede devolverla: tú ganas. Pero es arriesgado: si lo haces mal, la bola no cae en la mesa por completo: pierdes. Para algunos, simplemente no vale la pena, más aún ahora que el área para aterrizar tiros vanguardistas parece ser cada vez más pequeña.
Se considera que Jian An’er trabaja muy cerca del límite, explorando las raíces de los problemas sociales de China indirectamente a través de un trabajo con capas de referencias a eventos históricos. Para Jian, es una forma de “iluminar” a su audiencia mientras se mantiene a salvo.
Lanzó su último proyecto durante Art Basel Hong Kong este mes en una galería no participante en la ciudad, un trabajo que considera demasiado peligroso para exhibir en el continente, ya que examina la censura artística contemporánea.
Al exhibir en Hong Kong, dice que está «probando el agua» para ver qué es aún posible en la ciudad después de la aprobación de la ley de seguridad nacional. Pero esta obra está cerrada al público, en una galería privada a la que solo se puede acceder con cita previa; cualquier otra cosa “y me metería en un lío”, dice Jian. Aunque la censura aún no está al mismo nivel que en el continente, la ciudad está cambiando rápidamente: “No Rioters” de Patrick Amadon fue retirado de la exhibición pública durante la feria de arte por enumerar los nombres de activistas a favor de la democracia encarcelados.
Hoy en día, los galeristas se enfrentan no solo al gobierno, sino también a una impredecible cultura de cancelaciones. En agosto de 2022, el Centro de Arte Contemporáneo de UCCA en Beijing vio el cierre de una exposición completa, que ya contaba con la aprobación de la censura, una semana antes de lo planeado, debido a una queja pública sobre una pintura del destacado artista Li Songsong que representaba pilotos kamikazes japoneses. La pieza había sido expuesta en 2011 sin tales problemas.
Un curador de una destacada galería de Beijing, que pidió permanecer en el anonimato, dijo que es común que el público proteste por el contenido de una muestra y dijo que una parte del trabajo del censor siempre ha sido prevenir los disturbios sociales. El curador señaló que desde la pandemia, los controles en Beijing sobre los museos y galerías de arte se “volvían más estrictos”.
Jian ha discutido extensamente con otros artistas hasta dónde están dispuestos a llegar empujando los límites. La conclusión fue que un período de alrededor de un mes en la cárcel era un castigo con el que podían vivir. Pero para él no tiene sentido ser un «mártir» y arriesgarse a castigos más severos; es mejor mantenerse a salvo y en el juego. “Los artistas no deberían luchar contra la censura, sino luchar contra el sistema detrás de esa censura”, dice.
Algunos optan por abandonar China por completo, como hizo Ai Weiwei en 2015. Pero incluso eso ya no es del todo seguro. Un informe de Index on Censorship del año pasado entrevistó a varios artistas chinos y de Hong Kong que trabajaban en el extranjero y descubrió casos de presión e intimidación de las ramas del gobierno de China sobre artistas chinos e instituciones extranjeras para que dejaran de exhibir obras críticas con la política interna china.

La gente en Shanghai el año pasado muestra páginas en blanco como una forma de protestar contra la política de cero covid de China © Hector Retamal/AFP a través de Getty Images
El artista de Hong Kong con sede en Londres, Polam Chan, señala que una exposición de la que formó parte en Londres el año pasado, que reunió obras de diferentes artistas de Hong Kong, fue presentada por Wen Wei Po, un periódico propiedad de la Oficina de Enlace de Hong Kong de la República Popular China. El artículo mencionaba a cada artista por su nombre, acusándolos de hacer campaña por la independencia de Hong Kong. La nueva ley de seguridad nacional de Hong Kong reclama jurisdicción sobre la “organización y perpetración de actividades terroristas” por parte de cualquier “persona que no sea residente permanente”.
Para Jian, la única forma verdadera de crear libremente es pasar a la clandestinidad, citando un colectivo de arte con sede en Guangzhou en el que se inspira (pero prefiere no nombrar), que encuentra seguridad a través de la responsabilidad colectiva y no asignando piezas a ningún individuo. Pero esto inevitablemente significa que menos personas terminan viendo el trabajo de los artistas participantes.
Neng está de acuerdo en que todavía es posible que los artistas creen de forma clandestina, siempre que no se muestren en público o en las redes sociales. En público, dice, cada vez más artistas están tratando de «tumbarse», eliminando las exploraciones de los problemas sociales de sus lienzos.
Pero el impulso creativo de un artista es algo extraño. No siempre es lógico, controlable o sugestivo de cielos azules y brisas primaverales. Mientras exista este impulso, los artistas chinos que critican y exploran los problemas sociales también existirán, de una forma u otra. “Esto es solo un instinto humano, creo”, dice Jian.
Las restricciones en China van y vienen con la marea política. Queda por ver si se relajarán un poco ahora que se ha abolido el covid cero, Xi finalmente inauguró su tercer mandato, o si se trata de otra vuelta de tuerca permanente.
Para su sorpresa, Hu fue liberado de la prisión después de 108 días, una vez que los funcionarios habían comenzado a retroceder a cero-Covid, dejando obsoleta su causa. No sabe qué causó esta liberación, o si volvería a hacer este tipo de trabajo: su sentimiento en el momento superó lo que era o no era racional. “Sentí que necesitaba pronunciar las palabras, así que lo solté sin pensar demasiado”.
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La negociación en el mínimo de 10 años en el primer trimestre a medida que la crisis bancaria golpea la confianza

La negociación global sufrió su comienzo de año más débil en una década, ya que un panorama económico cada vez más oscuro deprimió la actividad y una crisis bancaria transatlántica frenó la toma de riesgos.
El primer trimestre de 2023 fue el comienzo de año más lento desde 2013, ya que el aumento de las tasas de interés puso fin a la ráfaga de acuerdos que siguió al inicio de la pandemia de Covid-19 y los bajos costos de endeudamiento que trajo consigo.
El valor de las fusiones y adquisiciones cayó un 45 % interanual a 550.500 millones de dólares entre enero y marzo, la mayor caída en el primer trimestre desde 2001, según datos de Refinitiv.
“El entorno para las transacciones de fusiones y adquisiciones sigue siendo muy desafiante”, dijo Frank Aquila, socio senior de fusiones y adquisiciones de Sullivan & Cromwell. «Las crecientes preocupaciones sobre la economía en general y la perspectiva de una recesión a finales de este año en los Estados Unidos ciertamente han hecho que los tomadores de decisiones duden en seguir adelante con las transacciones en algunos sectores».
Un trimestre que ya era lento se convirtió en uno de tumultos históricos en marzo con el colapso de Silicon Valley Bank en los EE. UU. y la adquisición de rescate de Credit Suisse por parte de su rival local UBS.
Los asesores temen que esos episodios reduzcan aún más el potencial de un repunte de la actividad, dada la mayor volatilidad de los mercados y el riesgo de una recesión en EE. UU. a finales de este año.
“La otra pregunta en la mente de todos es si esta crisis bancaria se ha evitado o simplemente se ha aplazado”, dijo Naveen Nataraj, codirector del negocio de asesoría de EE. UU. de Evercore.
Europa fue el principal rezagado en el último trimestre, con una disminución de la actividad de acuerdos regionales del 63 por ciento a $ 81,6 mil millones, mientras que EE. UU. experimentó una caída del 47 por ciento a $ 271,7 mil millones y la región de Asia-Pacífico solo disminuyó un 24 por ciento a $ 134,6 mil millones.
Sectores como el sanitario, el tecnológico y el industrial fueron puntos destacados. Los acuerdos de atención médica representaron casi una quinta parte de los acuerdos, alcanzando un máximo de dos años en el período, impulsados por la transacción más importante del trimestre: la adquisición de Seagen de biotecnología centrada en oncología por parte de Pfizer por $ 43 mil millones.
“Las grandes farmacéuticas quieren activos de primera línea que estén lo menos expuestos posible al riesgo”, dijo Philippe Gallone, director gerente de Moelis & Co especializado en atención médica, quien advirtió que solo hay un número limitado de objetivos disponibles.
En el mercado cambiante, las empresas financieras más pequeñas han podido aumentar su cuota de mercado. Mientras que JPMorgan y Goldman Sachs lideraron las clasificaciones de asesores de fusiones y adquisiciones, Centerview Partners, de menor tamaño, ocupó el tercer lugar en la mejor posición para una operación boutique en décadas.
Si bien se ha vuelto un poco más fácil pedir fondos prestados para financiar acuerdos, las empresas de compra acordaron su valor más bajo de transacciones este trimestre desde 2020, en $ 136,1 mil millones.
Un obstáculo principal para las transacciones sigue siendo la caída de las valoraciones, y las empresas aún dudan en negociar acuerdos que cristalicen la realidad de precios más bajos. Sin embargo, la presión sobre las firmas de capital privado para negociar acuerdos podría generar una oleada de actividad una vez que se reabra el mercado, según Simona Maellare, codirectora global del grupo de capital alternativo de UBS.
“Si quiere vender, debe estar preparado porque habrá un atasco de tráfico” cuando el mercado vuelva a abrir, dijo.
El aumento de las tasas de interés también ha afectado la capacidad de los compradores para financiar adquisiciones más grandes. Las transacciones medianas han sido más resistentes, según los banqueros.
Aún así, algunas corporaciones y firmas de inversión buscaron aprovechar la caída de los precios para realizar transacciones estratégicas.
Por ejemplo, CVS acordó adquirir el operador del centro de atención primaria Oak Street Health por 10.600 millones de dólares, un movimiento que acelerará su avance hacia otras partes de la cadena de atención médica.
“Estamos empezando a ver a las empresas asomar la cabeza y ver si puede existir alguna oportunidad”, dijo Daniel Mendelow, quien es codirector del negocio de asesoría de EE. UU. de Evercore.
Los grupos de crédito privados han seguido desempeñando un papel destacado para ayudar a financiar las transacciones. Empresas como Apollo, Ares y Blackstone están preparadas para suscribir el préstamo directo más grande registrado en $ 5.5 mil millones para ayudar a financiar la adquisición de Carlyle de una participación del 50 por ciento en la compañía de análisis de atención médica Cotiviti, informó FT.
Mientras tanto, Silver Lake reunió uno de los controles de capital más importantes para una compra de capital privado en su adquisición de Qualtrics por $12.500 millones junto con el fondo de pensiones más grande de Canadá.
“Los últimos tres trimestres hemos visto más creatividad en el capital privado”, dijo Kevin Brunner, codirector de fusiones y adquisiciones globales de Bank of America. “También estamos viendo varias transacciones, principalmente en sectores de crecimiento, donde la gran mayoría del precio de compra se financia a través de capital”
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