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La guerra de Ucrania es terrible. Estas otras también

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La invasión rusa de Ucrania, con el dramático sufrimiento infligido a los civiles de ese país y las graves repercusiones internacionales, ha copado la atención política y mediática global a lo largo de 2022. En el cono de sombra proyectado por esa guerra con características inauditas en décadas, sin embargo, decenas de millones de personas siguen viviendo —en muchísimos casos, sobreviviendo en condiciones terribles—pendientes del devenir de otros conflictos que no involucran de lleno a una potencia nuclear, pero cuyo impacto es igualmente brutal.

Los países occidentales han comprometido —y en buena medida ya desembolsado— más de 100.000 millones de euros de apoyo financiero, militar y humanitario a Ucrania a lo largo de este año, según datos recopilados por el instituto Kiel. Europa ha abierto de par en par las puertas a los refugiados procedentes de ese país. El contraste con la atención dedicada a otros conflictos y a quienes huyen de ellos es abismal.

El peso de la guerra en Ucrania repercute de varias maneras en otras guerras. De entrada, absorbiendo cuotas de atención política y mediática, que no son infinitas. “Cualquier comparación con Ucrania es odiosa. Hay frustración con Occidente”, comenta Pacifique Afuka, congoleño de 36 años que trabaja para una ONG local. Después, acentuando el sufrimiento de los civiles mediante el aumento del coste de la vida. “La subida de precios ha sido terrible”, dice Kirubel Tesfaye, médico etíope de 29 años.

Además, el encono de las relaciones entre potencias vinculado a Ucrania puede salpicar a otras crisis donde estas tienen un protagonismo, como en el caso de Siria o del Sahel, donde Rusia es un actor de peso. El balance de lo ocurrido en los conflictos en zona de sombra desde el inicio de la invasión rusa contempla algunas buenas noticias y varios giros inquietantes.

En Etiopía, el Gobierno y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray firmaron a principios de noviembre un alto el fuego permanente en una guerra que en dos años ha causado cientos de miles de muertos y millones de desplazados. En las últimas semanas, sin embargo, se han registrado alarmantes episodios de violencia en otra región del país, la de Oromia.

En Yemen, una tregua sellada en abril fue extendida dos veces, permitiendo el periodo de mayor calma desde el estallido de la guerra en 2014, pero el acuerdo expiró en octubre y no se ha renovado, abriendo un periodo de tensión en un país con una población extenuada por la mayor crisis humanitaria del mundo, según Naciones Unidas. De los cerca de 400.000 muertos, un 60% lo son por hambre o falta de agua potable o de cuidados médicos.

En Siria, recientes bombardeos aéreos de Turquía, Israel y Rusia recuerdan que se trata de un conflicto todavía irresuelto y profundamente internacionalizado; en Congo, se ha registrado un rebrote de la guerra que asuela el país y la región desde hace décadas; en el Sahel, la retirada de las fuerzas francesas desplegadas en Malí marca un profundo giro en la dinámica de una región muy inestable; en Sudán del Sur, nuevas violencias han provocado la enésima ola de miles de desplazados en diciembre, así como en Somalia, donde siguen los combates entre fuerzas gubernamentales y el grupo yihadista Al Shabaab; un carguero vietnamita rescató en alta mar el día 9 a otros 150 rohinyás que huyen de la violencia que les persigue en Myanmar. Son solo algunos episodios de un mundo profundamente conflictivo.

El año 2021 terminó con unos 90 millones de refugiados y desplazados, según datos de ACNUR. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados proyecta que la cifra superará los 100 millones en el recuento de este año. Ucrania es una crisis de enormes dimensiones, pero no es la única. A continuación, un repaso al estado de algunos de los principales conflictos que azotan el planeta.

Etiopía

El mundo observa en vilo cómo las fuerzas rusas destruyen infraestructuras en Ucrania y el sufrimiento de los civiles en ese país por el corte del suministro eléctrico y de otros servicios. No son los únicos civiles que han aguantado penalidades de ese tipo. A principios de diciembre se reanudó, después de un año, la conexión eléctrica en Mekele, la capital de Tigray, región del norte de Etiopía que es el epicentro de un terrible conflicto. La anécdota es uno de los frutos del alto el fuego sellado un mes antes entre el Gobierno y el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés).


Fuente: elaboración propia.

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La guerra estalló a principios de noviembre de 2020 después de que el TPLF atacara varias bases militares en Mekele. Previamente, los líderes tigrayanos, que gobiernan en su región, habían desafiado al Gobierno federal celebrando elecciones regionales sin autorización. Desde la llegada al poder del primer ministro Abiy Ahmed en 2018 se había producido un incremento de la tensión. El TPLF había dominado la escena política etíope durante tres décadas y vio perder su influencia a consecuencia de las reformas introducidas por Ahmed. En marzo las partes habían firmado una tregua, pero a los cinco meses los combates volvieron a estallar.

El nuevo alto al fuego genera grandes esperanzas en medio también de grandes cautelas. “Puede haber un alto el fuego en el norte, pero el conflicto etíope está ahí todavía”, asegura el médico Kirubel Tesfaye, de 29 años. “El gran elefante en la habitación es la pugna entre nacionalistas, ya sean tigrayanos, oromos o de otras regiones, y federalistas. Es un auténtico problema de construcción de la identidad nacional y no está resuelto en absoluto”, continúa. Nacido en Adís Abeba, ejerce su profesión en un hospital público de Jima, donde de vez en cuando llegan heridos por el conflicto que, según la Universidad de Gante (Bélgica), ha causado entre 380.000 y 600.000 muertos.

Una de las incógnitas para el mantenimiento de la paz en Tigray es la actitud de Eritrea, cuyas fuerzas se han implicado en el conflicto. Portavoces del TPLF acusan a los militares eritreos de seguir “arrasando” en el territorio.

Mientras la guerra en Tigray se apaga de momento, el fuego se aviva en Oromía. “Cientos de personas han sido asesinadas, pero no se habla mucho, hay una pérdida de sensibilidad en la sociedad”, añade. Oromía es la mayor región de Etiopía, donde desde hace semanas crecen tensiones y conflictos entre la etnia oromo —la más numerosa del país, con quejas históricas de infrarrepresentación— y la amhara, la segunda. Es difícil obtener datos precisos acerca de lo que está ocurriendo, pero la Comisión etíope de Derechos Humanos asegura que hay ya cientos de muertos y 100.000 desplazados por combates entre fuerzas oromo, amhara y gubernamentales que luchan unas contra otras. El potencial de desestabilización es elevado.

Los dos años de guerra en el norte han sido duros para todo el país. “La subida de precios ha sido terrible, creo que es algo que pasó en todo el mundo, pero en Etiopía fue dramático. A eso hay que sumar la limitación de la movilidad, pues era muy difícil ir de una ciudad a otra. El tercer impacto, que todavía perdura, es el miedo. La enorme tensión entre distintos grupos étnicos puede conducirnos a un conflicto abierto y generalizado”, añade el doctor Tesfaye. Uno de los peores momentos fue cuando los rebeldes tigrayanos lograron situar el frente de guerra a decenas de kilómetros de la capital. “No sabíamos bien qué estaba pasando, la información ha circulado con dificultad durante toda esta guerra”, comenta.

Precisamente el control de la comunicación por el Gobierno etíope y por los rebeldes tigrayanos en conflicto provocó que, en ocasiones, la propaganda ganara la batalla a las noticias, lo que, a juicio de Tesfaye, se vio suplido por las redes sociales. “Es verdad que en los medios internacionales era difícil encontrar información y que, dentro de Etiopía, dependiendo de qué medio, ofrecían una versión u otra, pero en redes como Telegram los vídeos de matanzas han circulado de manera descarnada. Para muchos ha pasado a ser una fuente [de información] fundamental”, explica.

Víctimas de la guerra hacen cola para recibir raciones de alimentos de emergencia, el día 8 en la provincia de Amran, Yemen.
Víctimas de la guerra hacen cola para recibir raciones de alimentos de emergencia, el día 8 en la provincia de Amran, Yemen.YAHYA ARHAB (EFE)

Yemen

Un alto el fuego firmado en abril y posteriormente renovado dos veces ha abierto este año una ventana de esperanza en el brutal conflicto yemení, con unos 23 millones de ciudadanos que dependen de ayuda para sobrevivir sobre una población de unos 30 millones, según datos de la ONU, que reclama 50.000 millones de euros de financiación internacional para atenuar la crisis en 2023. Sin embargo, al expirar a principios de octubre, la tregua no ha sido renovada, precipitando una fase de mayores incógnitas para gente como Intisar Al Salami, que admite con incomodidad desde la capital, Sana, su dependencia de la ayuda para comer, tras haber vendido el oro familiar para alimentar a sus hijos y buscar a su esposo, al que un grupo de hombres se llevó del lugar de trabajo cuando comenzó la guerra. Su casa ha sido cerrada a cal y canto y su coche, incendiado, señala mientras envía fotografías de ambos.


Consejo de Trans. del Sur

Al Qaeda en la pen. arábiga

Fuente: elaboración propia.

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Al Qaeda en la pen. arábiga

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Gobierno internacionalmente reconocido

Consejo de Transición del Sur

Al Qaeda en la península arábiga

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El fin de la tregua no ha supuesto la reanudación de los combates abiertos, pero a mediados de noviembre los rebeldes Huthis, el grupo asentado en el norte y apoyado por Irán, lanzaron una ofensiva sobre una base militar en Taiz, la ciudad del sudoeste del país en la que Abdulrahman al Dobai ha visto morir a varios de sus vecinos durante los siete años que lleva bloqueada. “La guerra lo ha arruinado todo. Antes había bombardeos y muertos; ahora, las enfermedades están generalizadas y todo es carísimo […]. La mayoría de la gente es pobre y algunas familias no pueden encontrar comida, ni casa, ni ropa”, asegura desde Taiz a través de mensajes de texto. Al Dobai, estudiante universitario de 20 años, admite que la situación ha mejorado con la tregua, pero la califica de “broma” porque ha alternado “épocas de bombardeos con épocas de calma”. Desde la ofensiva de noviembre, la ciudad no ha sido bombardeada, señala.

Los Huthis sí atacaron, en cambio, días más tarde una terminal petrolera en territorio controlado por el Gobierno reconocido internacionalmente y respaldado por Arabia Saudí. El Banco Central ha respondido con medidas para congelar activos y comercio con entidades que exportan combustible al norte, según informa la agencia Reuters. Los golpes económicos tienen potencial de exacerbar la tensión.

La comunicación entre las partes sigue fluyendo, pero la situación no es estable. Los Huthis, grupo político-militar que se proclama defensor de la minoría chií zaydí, no parecen mostrar gran disposición a hacer concesiones. Controlan menos territorio, pero es el más poblado, y ven sus acciones como un puñetazo en la mesa frente a la corrupción y los intereses de Occidente y de su aliada Riad. Por otra parte, como subraya la experta Helen Lackner en un informe publicado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU) “están buscando reducir su implicación” en el país. Ambos se emplearon para combatir a los Huthis —aliados de su gran enemigo, Irán— con cierto apoyo desde Estados Unidos. Este último ha ido menguando con el tiempo, y ahora las relaciones entre Washington y Riad son especialmente frías.

Lackner señala que la menor implicación de esos dos países —EAU retiró sus tropas en 2019, pero mantiene fuertes lazos con milicias anti-Huthis— puede provocar un cambio en varios elementos del conflicto, incluso en la propia zona controlada por los Huthis, que no es un monolito, y en la que el paso atrás de los actores exteriores puede provocar cambios de posiciones en los mil fragmentos que componen la sociedad yemení.

Siria

Aunque los enfrentamientos armados en Siria son mucho más reducidos con respecto al largo apogeo de las hostilidades hace unos años, el país se halla muy lejos de la pacificación. Una serie de bombardeos ocurridos en las últimas semanas lo ejemplifica bien.

Las fuerzas armadas turcas atacaron en noviembre diferentes objetivos kurdos en el norte del país y en Irak como respuesta a un atentado perpetrado en Estambul, del que culpan a grupos armados kurdos. Estos niegan su participación. Los bombardeos fueron “solo el principio”, advirtió días más tarde el presidente, Recep Tayyip Erdogan, quien anunció que irán acompañados “en el momento conveniente” de una operación terrestre. El objetivo: completar una franja de seguridad de 30 kilómetros de ancho en la parte controlada por las Fuerzas Democráticas de Siria, una alianza opositora que vertebra la milicia kurda Unidades de Protección Popular, aliada de EE UU y clave en la derrota del Estado Islámico. Desde la ciudad de Qamishli, situada en ese territorio, la kurda Eylul, de 28 años, señala que los bombardeos no cesan, pero se han reducido en los últimos días. “Sí, tenemos miedo de otra operación turca. Llevamos 11 años en estado de guerra e inestabilidad”, apunta por correo electrónico.


Zonas de actuación de células del ISIS

Milicias rebeldes y grupos yihadistas

Fuente: Liveuamap y elaboración propia.

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Zonas de actuación de células del ISIS

Milicias rebeldes y grupos yihadistas

Fuente: Liveuamap y elaboración propia.

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Zonas de actuación de células del ISIS

Milicias rebeldes y grupos yihadistas

Zona desmilitarizada y

base

de EEUU

Fuente: Liveuamap y elaboración propia.

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Además, las fuerzas israelíes atacan con regularidad en el país vecino objetivos vinculados a la presencia iraní en el territorio. Teherán es uno de los grandes respaldos del presidente Bachar el Asad. El liderazgo israelí suele hablar con ambigüedad (sin confirmar ni desmentir) de estos ataques, pero su jefe del Estado mayor, Aviv Kojavi, se salió de la norma el pasado miércoles al confirmar uno contra un cargamento de armas en la frontera con Irak, aparentemente para recordar al enemigo sus “avanzadas capacidades” militares. Kojavi subrayó que Israel sabía que las armas iban justo en el octavo camión de 25 y que sus cazas evitaron 70 proyectiles lanzados por las defensas antiaéreas.

A su vez, el régimen sirio y su aliado ruso golpean con regularidad la zona de Idlib, en manos rebeldes, donde malviven unos cuatro millones de personas que solo pueden sobrevivir con ayuda internacional, según datos ONU. Estados Unidos también lleva a cabo ataques puntuales contra objetivos yihadistas o grupos combatientes vinculados a Irán.

La dimensión internacional del conflicto sigue pues completamente vigente, como lo está el sufrimiento de millones de ciudadanos. La ONU calcula que unos 15 millones de personas necesitan ayuda humanitaria, más de la mitad de la población. Unos 12 millones tienen dificultades para acceder a alimentos. En las últimas semanas, la gran escasez y carestía de los combustibles ―provocada entre otras cosas por la retirada de subsidios por parte de un Estado prácticamente en quiebra― aboca a muchos sirios a pasar frío y tener graves dificultades de movilidad.

Vehículos de la misión de la ONU en Congo, incendiados por una multitud que le reprocha su inacción ante el avance del grupo armado M23, en la ciudad oriental de Goma, el uno de noviembre.
Vehículos de la misión de la ONU en Congo, incendiados por una multitud que le reprocha su inacción ante el avance del grupo armado M23, en la ciudad oriental de Goma, el uno de noviembre. Moses Sawasawa (AP)

Congo

El terrible conflicto que azota el este de Congo desde hace décadas con amplias implicaciones internacionales ha dado inquietantes señales de rebrote este año. En un episodio reciente, la ONU considera que la guerrilla del M23 ha ejecutado a al menos 130 civiles. La milicia tutsi, según expertos de la ONU y el Gobierno de Congo, recibe apoyo de Ruanda, que niega su implicación. Las hostilidades han rebrotado con intensidad en marzo y a lo largo del año el M23 ha conquistado varias localidades cerca de las fronteras con, precisamente, Ruanda, y con Uganda. La violencia ha causado cientos de miles de desplazados.


REPÚBLICA

DEMOCRÁTICA

DEL CONGO

Fuente: elaboración propia.

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Pacifique Afuka vive en Goma, una ciudad que vuelve a sentir el aliento de la guerra. “Las tropas del M23 no están lejos. Los relatos de los desplazados que han llegado huyendo de los asesinatos y las violaciones son terribles y a ello se suma el recuerdo fresco de la invasión de la ciudad por los rebeldes en 2012. Hay una auténtica psicosis, incluso pánico, pensamos que en cualquier momento los enfrentamientos se van a reanudar y nos van a alcanzar”, asegura este licenciado en Comunicación Digital que trabaja promoviendo el empleo juvenil para una ONG local. “Organizaciones internacionales ya se han trasladado cerca de la frontera con Ruanda por si hay que salir corriendo”, añade.

Afuka, de 36 años, se lamenta de lo que llama “la doble vara de medir” de la comunidad internacional. “La República Democrática del Congo (RDC) es un país agredido por otro, Ruanda, tal y como han reconocido Estados Unidos y la propia Unión Europea. Sin embargo, Occidente sigue apoyando a Ruanda y nosotros estamos bajo embargo. Cualquier comparación con Ucrania es odiosa. Normal que haya protestas contra la ONU, nadie se fía. En esas manifestaciones han aparecido banderas rusas y carteles con el rostro de [Vladímir] Putin, ese es el resultado de la frustración cada vez menos oculta que sentimos con Occidente. China y Rusia emergen como alternativas”, comenta.

Su trabajo también consiste en excavar pozos y fomentar la agricultura urbana para que Goma dependa menos del exterior, pero en un contexto bélico como el actual todo se hace cuesta arriba. “La fruta y la verdura proceden de Rutshuru, nuestro granero, pero esa zona está ahora ocupada por los rebeldes. Igual pasa con el carbón, la principal fuente de energía de la mayor parte de la población. Un saco de carbón cuesta ahora 50 dólares, que puede ser el salario de una familia humilde. Todos los precios se han multiplicado por cuatro o por cinco. La vida se ha vuelto imposible”, explica, “existe una enorme incertidumbre”.

Sahel

La región del Sahel sigue sumida en una preocupante inestabilidad. El principal desarrollo del año es la retirada de las fuerzas francesas desplegadas en Malí hace una década, cuando la insurgencia tuareg y una ofensiva islamista desataron todas las alarmas. Otras fuerzas europeas se hallan en fase de repliegue y reorganización. Los grupos islamistas radicales siguen operativos y el conflicto tiene envergadura regional. Además de Malí, Burkina Faso y Níger son los países más afectados de una crisis que ha provocado hasta ahora unos 50.000 muertos y más de 3,5 millones de refugiados y desplazados. La amenaza islamista se ha extendido, preocupando de forma creciente a países costeros.


Fuente: elaboración propia.

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Fuente: elaboración propia.

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Cuando los yihadistas ocuparon la ciudad de Tombuctú en 2012, Fatouma Harber, profesora de Secundaria de 44 años, tuvo que huir a toda prisa e instalarse en Bamako. Pese a su regreso un año más tarde, tras la intervención militar francesa, nada volvería a ser igual. “Antes me levantaba, iba a mi trabajo y volvía con total despreocupación. Ahora tengo que estar pendiente todo el tiempo de mi seguridad personal porque hay atentados dentro de la propia ciudad, contra los cuarteles de la Minusma [misión de la ONU] y del Ejército, pero también contra individuos concretos”, revela.

Todos los funcionarios públicos, pero especialmente el sector educativo, son un objetivo para los grupos terroristas. “Cuando viajo, lo hago camuflada como ama de casa y madre de familia. Si descubren que soy un agente del Estado me arriesgo a ser secuestrada”, comenta. En el caso de Harber el temor está aún más fundado pues ella se ha significado en la defensa de los derechos de las mujeres a través de un blog en el que publica regularmente. La alternativa para poder salir y entrar a Tombuctú es el avión, pero la Minusma ha recortado estos trayectos internos lo que prácticamente confina a Fatouma Harber y otros activistas en su propia ciudad.

“Los profesores y maestros hemos sufrido muchísimo con esta guerra”, añade Harber. Según el Consejo Noruego de los Refugiados, a finales de 2021 el conflicto del Sahel había provocado el cierre de unas 5.500 escuelas en Malí, Níger y Burkina Faso, tanto por ataques directos de los yihadistas como por la inseguridad, que provoca que los maestros huyan de las zonas donde no hay policía o militares. Muchos de sus amigos han muerto en estos atentados que ocurren por sorpresa. Todavía recuerda un incidente que ocurrió en 2019 cuando un chófer al que conocía bien se negó a detenerse en un control improvisado por un grupo armado. “Tenían un arma automática y dispararon contra el vehículo. Fue a menos de 30 kilómetros de Tombuctú. Murió en el acto”, asegura.



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Aerolínea argentina se convierte en la primera en ofrecer boletos como NFT en Algorand

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Flybondi, una aerolínea de bajo costo en Argentina, se convirtió en la primera en su ramo en lanzar boletos de avión en forma de tokens no fungibles (NFT).

La iniciativa, denominada Ticket 3.0, ya está disponible para clientes que deseen volar a destinos nacionales.

Eliminar las restricciones habituales

La empresa Anunciado en su sitio web que cada boleto comprado se emitirá como un NFT en la cadena de bloques de Algorand. La integración es una expansión de la asociación existente de Flybondi con TravelX.

Ticket 3.0 permite a los clientes cambiar el nombre del pase, regalarlo o transferirlo a otra persona. Como tal, elimina los obstáculos habituales cuando uno intenta cambiar la propiedad. Al comentar sobre el desarrollo, el CEO Mauricio Sana dijo:

“Con el Billete 3.0, nuestros pasajeros tendrán mayor flexibilidad y control sobre sus viajes porque podrán transferir, renombrar o regalar sus billetes de forma sencilla y autónoma.

Con este lanzamiento buscamos generar un impacto positivo en la industria aeronáutica a través de la innovación y la aplicación de la tecnología blockchain. Cambiar las reglas del juego nunca es fácil, pero sabemos que nuestro objetivo es evolucionar y ofrecer a nuestros pasajeros una nueva etapa de la libertad de volar”.

El esfuerzo de Flybondi llega en un momento en que el sector del turismo intenta recuperarse después de que el bloqueo global de COVID-19 suspendió gran parte del transporte durante años. Fundada en 2016 y con sede en Buenos Aires, la aerolínea vuela a 13 destinos. Además de cubrir algunos puntos locales famosos, comenzó a operar vuelos entre la capital de Argentina y Río de Janeiro en octubre de 2019.

Relación de Crypto con el sector de las aerolíneas

La industria de las criptomonedas ya ha interactuado con múltiples compañías aéreas, siendo los Emiratos de Dubái un ejemplo. La aerolínea nacional de los Emiratos Árabes Unidos lanzó NFT y «experiencias emocionantes en el metaverso» para sus clientes y empleados la primavera pasada. Además, reveló sus planes para adoptar bitcoin como método de pago.

Una de las aerolíneas más grandes de España, Vueling, se asoció con BitPay varios meses después para permitir también los acuerdos criptográficos. Su oferta incluye 13 activos digitales, como Bitcoin (BTC), Ether (ETH), Bitcoin Cash (BCH), Dogecoin (DOGE), Shiba Inu (SHIB) y más.

Vicepresidente de Marketing de BitPay – Merrick Theobald – fijado que Vueling «reconoce el potencial de las criptomonedas para transformar la industria de las aerolíneas, haciendo que los pagos sean más rápidos, más seguros y menos costosos a escala global».

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Artistas chinos ponen a prueba la nueva línea roja de la censura

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Después de dos años y medio de la política de cero covid de China, Hu Mendong se cansó. La medida cada vez mayor en la que su ciudad iba a mantener a raya al covid-19, como los hisopos de garganta obligatorios cada tres días, se sentía sofocante. Una noche de agosto, escribió lo que creía que pensaba la mayoría de la gente, pegando caracteres chinos en ocho cabinas de prueba diferentes repartidas por su vecindario. Cuando se juntan, dicen: «Ya llevo tres años entumecido».

La justificación del gobierno para las medidas había sido la protección —“la gente primero, la vida primero”—, pero Hu no sentía que realmente estuviera viviendo. “Me hizo sentir como un animal domesticado”, dice el artista de 30 años (que prefirió usar un seudónimo). La suya era una voz solitaria que tendría eco tres meses después durante las llamadas “protestas del libro blanco”, en las que los chinos salían a la calle con hojas de tamaño A4 en blanco para manifestarse contra la política de covid cero.

En agosto, Hu no había pensado que se metería en muchos problemas, como máximo una multa o una detención de quince días, e incluso publicó su travieso acto a sus amigos en WeChat, la aplicación de mensajería de China. Él cree que alguien poderoso debe haberse dado cuenta cuando figuras públicas prominentes recogieron imágenes de su graffiti y se volvieron virales, atrayendo la atención internacional. La policía llegó a la casa de Hu poco después y lo arrestó por buscar peleas y provocar problemas, abreviatura común para desorganización política. Nadie le dijo cuánto tiempo estaría en prisión.

Hu había cruzado una de las líneas rojas del estado en un momento delicado, con inquietud por el aumento de la política de covid cero y funcionarios en busca de actos subversivos en el período previo al congreso del partido del 20 de octubre. En un país donde los artistas y galeristas han encontrado durante mucho tiempo formas de evitar las áreas grises de la censura, el trabajo que podría haber sido tolerado antes de la pandemia ahora estaba siendo anulado, junto con una de las funciones cívicas más importantes del arte.

“El arte debe ser una herramienta para cambiar la sociedad y hacerla mejor”, dice el artista Jian An’er (quien también solicitó un seudónimo). “La responsabilidad del artista es sentir el dolor de la sociedad y encontrar el problema real”. Pero ahora, dice, “no hay espacio para esto en absoluto”.

Mao Zedong vio a los artistas como la base de su “ejército cultural”, y para Xi Jinping juegan un papel similar. “La literatura y el arte son el toque de corneta para el progreso de los tiempos”, dijo el presidente chino en un foro de artistas y escritores en 2014, y agregó que el arte estaba en su mejor momento cuando estaba “al servicio del pueblo y al socialismo”, y debería ser conmovedor, “como la luz del sol en un cielo azul o una brisa fresca de primavera”.

Para un trabajo que carece del lado soleado y ventoso, las consecuencias van desde ser «invitado a tomar el té» (interrogatorio en la estación de policía local) hasta cadena perpetua. Janet Marstine, exprofesora de estudios de museos en la Universidad de Leicester y experta en censura en los espacios de los museos, señala que tal presión «no significa que te cierres», citando una plétora de métodos que ha encontrado que los artistas chinos usan para jugar el actual sistema.

Tomemos como ejemplo a Nut Brother, un artista conocido principalmente por montar obras en China para concienciar al público sobre la contaminación ambiental. En febrero intentó montar una exposición, titulada No hay entrada, en Chengdu, una ciudad con reputación de ser relativamente relajada con respecto al arte. La galería mostró retratos dibujados, pintados o garabateados por internautas a quienes sus padres habían instado u obligado a casarse, según las descripciones de sus padres de parejas ideales. Nut Brother, escribiendo en su cuenta de WeChat, afirmó que la exposición fue clausurada antes de que la policía local la inaugurara, citando su actitud hacia el feminismo. Sin desanimarse, él y los curadores organizaron el espectáculo como una ventana emergente en un parque local, eligiendo un lugar conocido por los lugareños como un lugar para encontrar citas a ciegas.

La exhibición ‘No Entry’ de Nut Brother se exhibió en una azotea y en el departamento de un amigo durante la etapa de Beijing © Nut Brother

Deng Yufeng, un artista de performance cuyo trabajo llama la atención sobre los problemas de privacidad y vigilancia de los datos, llenó todo el espacio de una galería de Wuhan en 2018 con los datos privados de sus ciudadanos, que había encontrado y comprado en línea ilegalmente. Llevó su trabajo al exterior en 2020, creando una intrincada carrera de obstáculos en una calle de Beijing para los miembros del público, lo que ilustró lo difícil que es evitar la mirada de las cámaras de circuito cerrado de televisión de la ciudad. Para Deng, el arte tiene un valor social; es “una ventana que nos permite ver la verdad” del mundo en el que vivimos. Ha sido arrestado y sus exposiciones cerraron antes de tiempo, pero aún cree que es importante crear arte que traspase los límites.

Aun así, nunca está claro dónde están estos límites. “Ninguna de las reglas se explica claramente”, explica Marstine. Hay algunas cosas obvias que los artistas deben evitar: las llamadas «tres T» (Tíbet, Tiananmen, Taiwán), las protestas de Hong Kong, el feminismo, los problemas LGBTQ, pero más allá de eso, todo lo que tienen que hacer es anécdotas de lo que ha funcionado y lo que no.

Una cuenta de WeChat llamada BAFA Art Gallery recopiló anécdotas de estudiantes de varias academias de arte chinas y ideó un modelo general de lo que se puede y no se puede mostrar en las exposiciones de posgrado: evitar la desnudez, el horror, los títulos en inglés y representar a extranjeros. Pero insta a los estudiantes a ser conscientes de que, incluso si utilizan una buena ideología socialista, “la obra puede ser prohibida debido a los gustos, disgustos personales y malas interpretaciones del censor”. Aconsejó que el trabajo con más probabilidades de aprobar era la pintura realista sin ideología política y sin «importancia en el mundo real».

Los maestros también están menos dispuestos a discutir temas riesgosos con sus alumnos en las academias de arte. Neng Muruo, un curador independiente y ex profesor asistente en una universidad de élite de Beijing, comentando bajo un seudónimo, cita varios ejemplos durante los últimos años de profesores «invitados a tomar el té» o degradados por incluir temas políticos en sus clases de arte.

Sin embargo, superar los límites sigue siendo una tentación para muchos artistas, y el medio ha sido tradicionalmente más seguro para esto que otras formas de arte: a diferencia de la palabra escrita, «el lenguaje visual se puede interpretar de múltiples maneras», dice Neng.

La frase que usa Neng para imponer tales reglas es ca bian qiu, descrito por el Dr. Marstine como originado en un movimiento de ping-pong cuando aterrizas una pelota tan cerca del borde de la mesa que el otro jugador no puede devolverla: tú ganas. Pero es arriesgado: si lo haces mal, la bola no cae en la mesa por completo: pierdes. Para algunos, simplemente no vale la pena, más aún ahora que el área para aterrizar tiros vanguardistas parece ser cada vez más pequeña.

Se considera que Jian An’er trabaja muy cerca del límite, explorando las raíces de los problemas sociales de China indirectamente a través de un trabajo con capas de referencias a eventos históricos. Para Jian, es una forma de “iluminar” a su audiencia mientras se mantiene a salvo.

Lanzó su último proyecto durante Art Basel Hong Kong este mes en una galería no participante en la ciudad, un trabajo que considera demasiado peligroso para exhibir en el continente, ya que examina la censura artística contemporánea.

Al exhibir en Hong Kong, dice que está «probando el agua» para ver qué es aún posible en la ciudad después de la aprobación de la ley de seguridad nacional. Pero esta obra está cerrada al público, en una galería privada a la que solo se puede acceder con cita previa; cualquier otra cosa “y me metería en un lío”, dice Jian. Aunque la censura aún no está al mismo nivel que en el continente, la ciudad está cambiando rápidamente: “No Rioters” de Patrick Amadon fue retirado de la exhibición pública durante la feria de arte por enumerar los nombres de activistas a favor de la democracia encarcelados.

Hoy en día, los galeristas se enfrentan no solo al gobierno, sino también a una impredecible cultura de cancelaciones. En agosto de 2022, el Centro de Arte Contemporáneo de UCCA en Beijing vio el cierre de una exposición completa, que ya contaba con la aprobación de la censura, una semana antes de lo planeado, debido a una queja pública sobre una pintura del destacado artista Li Songsong que representaba pilotos kamikazes japoneses. La pieza había sido expuesta en 2011 sin tales problemas.

Un curador de una destacada galería de Beijing, que pidió permanecer en el anonimato, dijo que es común que el público proteste por el contenido de una muestra y dijo que una parte del trabajo del censor siempre ha sido prevenir los disturbios sociales. El curador señaló que desde la pandemia, los controles en Beijing sobre los museos y galerías de arte se “volvían más estrictos”.

Jian ha discutido extensamente con otros artistas hasta dónde están dispuestos a llegar empujando los límites. La conclusión fue que un período de alrededor de un mes en la cárcel era un castigo con el que podían vivir. Pero para él no tiene sentido ser un «mártir» y arriesgarse a castigos más severos; es mejor mantenerse a salvo y en el juego. “Los artistas no deberían luchar contra la censura, sino luchar contra el sistema detrás de esa censura”, dice.

Algunos optan por abandonar China por completo, como hizo Ai Weiwei en 2015. Pero incluso eso ya no es del todo seguro. Un informe de Index on Censorship del año pasado entrevistó a varios artistas chinos y de Hong Kong que trabajaban en el extranjero y descubrió casos de presión e intimidación de las ramas del gobierno de China sobre artistas chinos e instituciones extranjeras para que dejaran de exhibir obras críticas con la política interna china.

La gente muestra papeles en blanco como forma de protesta

La gente en Shanghai el año pasado muestra páginas en blanco como una forma de protestar contra la política de cero covid de China © Hector Retamal/AFP a través de Getty Images

El artista de Hong Kong con sede en Londres, Polam Chan, señala que una exposición de la que formó parte en Londres el año pasado, que reunió obras de diferentes artistas de Hong Kong, fue presentada por Wen Wei Po, un periódico propiedad de la Oficina de Enlace de Hong Kong de la República Popular China. El artículo mencionaba a cada artista por su nombre, acusándolos de hacer campaña por la independencia de Hong Kong. La nueva ley de seguridad nacional de Hong Kong reclama jurisdicción sobre la “organización y perpetración de actividades terroristas” por parte de cualquier “persona que no sea residente permanente”.

Para Jian, la única forma verdadera de crear libremente es pasar a la clandestinidad, citando un colectivo de arte con sede en Guangzhou en el que se inspira (pero prefiere no nombrar), que encuentra seguridad a través de la responsabilidad colectiva y no asignando piezas a ningún individuo. Pero esto inevitablemente significa que menos personas terminan viendo el trabajo de los artistas participantes.

Neng está de acuerdo en que todavía es posible que los artistas creen de forma clandestina, siempre que no se muestren en público o en las redes sociales. En público, dice, cada vez más artistas están tratando de «tumbarse», eliminando las exploraciones de los problemas sociales de sus lienzos.

Pero el impulso creativo de un artista es algo extraño. No siempre es lógico, controlable o sugestivo de cielos azules y brisas primaverales. Mientras exista este impulso, los artistas chinos que critican y exploran los problemas sociales también existirán, de una forma u otra. “Esto es solo un instinto humano, creo”, dice Jian.

Las restricciones en China van y vienen con la marea política. Queda por ver si se relajarán un poco ahora que se ha abolido el covid cero, Xi finalmente inauguró su tercer mandato, o si se trata de otra vuelta de tuerca permanente.

Para su sorpresa, Hu fue liberado de la prisión después de 108 días, una vez que los funcionarios habían comenzado a retroceder a cero-Covid, dejando obsoleta su causa. No sabe qué causó esta liberación, o si volvería a hacer este tipo de trabajo: su sentimiento en el momento superó lo que era o no era racional. “Sentí que necesitaba pronunciar las palabras, así que lo solté sin pensar demasiado”.

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La negociación en el mínimo de 10 años en el primer trimestre a medida que la crisis bancaria golpea la confianza

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La negociación global sufrió su comienzo de año más débil en una década, ya que un panorama económico cada vez más oscuro deprimió la actividad y una crisis bancaria transatlántica frenó la toma de riesgos.

El primer trimestre de 2023 fue el comienzo de año más lento desde 2013, ya que el aumento de las tasas de interés puso fin a la ráfaga de acuerdos que siguió al inicio de la pandemia de Covid-19 y los bajos costos de endeudamiento que trajo consigo.

El valor de las fusiones y adquisiciones cayó un 45 % interanual a 550.500 millones de dólares entre enero y marzo, la mayor caída en el primer trimestre desde 2001, según datos de Refinitiv.

“El entorno para las transacciones de fusiones y adquisiciones sigue siendo muy desafiante”, dijo Frank Aquila, socio senior de fusiones y adquisiciones de Sullivan & Cromwell. «Las crecientes preocupaciones sobre la economía en general y la perspectiva de una recesión a finales de este año en los Estados Unidos ciertamente han hecho que los tomadores de decisiones duden en seguir adelante con las transacciones en algunos sectores».

Un trimestre que ya era lento se convirtió en uno de tumultos históricos en marzo con el colapso de Silicon Valley Bank en los EE. UU. y la adquisición de rescate de Credit Suisse por parte de su rival local UBS.

Los asesores temen que esos episodios reduzcan aún más el potencial de un repunte de la actividad, dada la mayor volatilidad de los mercados y el riesgo de una recesión en EE. UU. a finales de este año.

“La otra pregunta en la mente de todos es si esta crisis bancaria se ha evitado o simplemente se ha aplazado”, dijo Naveen Nataraj, codirector del negocio de asesoría de EE. UU. de Evercore.

Europa fue el principal rezagado en el último trimestre, con una disminución de la actividad de acuerdos regionales del 63 por ciento a $ 81,6 mil millones, mientras que EE. UU. experimentó una caída del 47 por ciento a $ 271,7 mil millones y la región de Asia-Pacífico solo disminuyó un 24 por ciento a $ 134,6 mil millones.

Sectores como el sanitario, el tecnológico y el industrial fueron puntos destacados. Los acuerdos de atención médica representaron casi una quinta parte de los acuerdos, alcanzando un máximo de dos años en el período, impulsados ​​​​por la transacción más importante del trimestre: la adquisición de Seagen de biotecnología centrada en oncología por parte de Pfizer por $ 43 mil millones.

“Las grandes farmacéuticas quieren activos de primera línea que estén lo menos expuestos posible al riesgo”, dijo Philippe Gallone, director gerente de Moelis & Co especializado en atención médica, quien advirtió que solo hay un número limitado de objetivos disponibles.

En el mercado cambiante, las empresas financieras más pequeñas han podido aumentar su cuota de mercado. Mientras que JPMorgan y Goldman Sachs lideraron las clasificaciones de asesores de fusiones y adquisiciones, Centerview Partners, de menor tamaño, ocupó el tercer lugar en la mejor posición para una operación boutique en décadas.

Si bien se ha vuelto un poco más fácil pedir fondos prestados para financiar acuerdos, las empresas de compra acordaron su valor más bajo de transacciones este trimestre desde 2020, en $ 136,1 mil millones.

Un obstáculo principal para las transacciones sigue siendo la caída de las valoraciones, y las empresas aún dudan en negociar acuerdos que cristalicen la realidad de precios más bajos. Sin embargo, la presión sobre las firmas de capital privado para negociar acuerdos podría generar una oleada de actividad una vez que se reabra el mercado, según Simona Maellare, codirectora global del grupo de capital alternativo de UBS.

“Si quiere vender, debe estar preparado porque habrá un atasco de tráfico” cuando el mercado vuelva a abrir, dijo.

El aumento de las tasas de interés también ha afectado la capacidad de los compradores para financiar adquisiciones más grandes. Las transacciones medianas han sido más resistentes, según los banqueros.

Aún así, algunas corporaciones y firmas de inversión buscaron aprovechar la caída de los precios para realizar transacciones estratégicas.

Por ejemplo, CVS acordó adquirir el operador del centro de atención primaria Oak Street Health por 10.600 millones de dólares, un movimiento que acelerará su avance hacia otras partes de la cadena de atención médica.

“Estamos empezando a ver a las empresas asomar la cabeza y ver si puede existir alguna oportunidad”, dijo Daniel Mendelow, quien es codirector del negocio de asesoría de EE. UU. de Evercore.

Los grupos de crédito privados han seguido desempeñando un papel destacado para ayudar a financiar las transacciones. Empresas como Apollo, Ares y Blackstone están preparadas para suscribir el préstamo directo más grande registrado en $ 5.5 mil millones para ayudar a financiar la adquisición de Carlyle de una participación del 50 por ciento en la compañía de análisis de atención médica Cotiviti, informó FT.

Mientras tanto, Silver Lake reunió uno de los controles de capital más importantes para una compra de capital privado en su adquisición de Qualtrics por $12.500 millones junto con el fondo de pensiones más grande de Canadá.

“Los últimos tres trimestres hemos visto más creatividad en el capital privado”, dijo Kevin Brunner, codirector de fusiones y adquisiciones globales de Bank of America. “También estamos viendo varias transacciones, principalmente en sectores de crecimiento, donde la gran mayoría del precio de compra se financia a través de capital”

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