Sociedad
Antonio Vercher, fiscal de Medio Ambiente: “Todos tenemos perfectamente claro que El Algarrobico se va a demoler”
Antonio Vercher (69 años, Tavernes de la Valldigna, Valencia) es desde 2006 el fiscal coordinador de Medio Ambiente y Urbanismo de España, lo que le ha convertido en un observador de excepción de la evolución del derecho ambiental en el país. Autor de siete libros, acaba de publicar Delincuencia ambiental y empresas (Marcial Pons), donde vuelca una parte de su experiencia como fiscal, una carrera que arrancó en 1980.
Pregunta. ¿Qué es lo que más ha cambiado desde 2006?
Respuesta. Hay un amplio sector judicial, incluso jueces, a los que no les llamaría activistas ambientales pero que están cerca de eso. Algunos forman parte de ONG y esto antes era absolutamente insólito, impensable. Pero ahora hay un amplio sector de gente muy comprometida y muy activa en la temática ambiental.
P. ¿Cree que es un reflejo de la sociedad actual? ¿Hay más conciencia?
R. Creo que la respuesta adecuada a esto la daría un sociólogo, pero lo que sí es evidente es que el proceso de concienciación es lento, aunque va sobre seguro. Pero, lamentablemente, desde el punto de vista penal, con los delitos medioambientales no pasa lo mismo que con otros, como los robos o agresiones, cuyo efecto se detecta de inmediato. En los asuntos medioambientales la relación de causalidad o no aparece o tarda mucho en aparecer, con lo cual realmente es difícil que aparezca esa concienciación necesaria para que a su vez se desarrolle empatía. En cierta ocasión hicimos un pequeño experimento en el metro un grupo de alumnos y yo. Uno de ellos fingió un robo y la verdad es que reaccionó el vagón entero. Todo el mundo inmediatamente hizo causa con la víctima. Luego hicimos lo mismo en otra línea de metro, pero argumentando que olía fatal y que seguramente había un vertido de azufre. Y nos miraban como a taraos.
P. ¿El problema es que la gente pueda conectar el delito medioambiental con sus consecuencias?
R. Exactamente. Porque lo que está claro es que la gente empieza a reaccionar cuando siente que la víctima puede ser cada uno de los ciudadanos.
P. ¿Quizás ahora estamos en un punto de inflexión con el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos por el cambio climático?
R. Creo que todavía no hemos llegado a ese punto, estamos extraordinariamente lejos. La gente no tiene la oportunidad de centrarse en temas de esta naturaleza, que quedan relegados a lo tangencial o accidental. Lo que vemos en la primera página de todos los periódicos es el Parlamento, el Consejo General del Poder Judicial y las iniciativas políticas. No es ni malo ni bueno, simplemente está ocurriendo, es verdad. Pero creo que el aspecto ambiental tiene una importancia infinitamente superior a muchos temas que en este momento están primados. Esto lo vimos con el Prestige y lo vimos también con Doñana. Y lo que me temo es que en un determinado momento la llamada de atención sea realmente potente, algo mucho más serio que Doñana o el Prestige.
P. ¿A qué se refiere?
R. Pues, por ejemplo, a que el cambio climático se acelere infinitamente más de lo que los propios científicos están planteando, algo que puede pasar. Entonces veríamos que la temática ambiental se pondría en primer plano y toda la gente pasota que ha adoptado posturas de absoluta dejadez pediría más penas, penas brutales, y modificaciones legales con sanciones durísimas.
P. En su libro habla de los intentos que ha habido por elevar la protección del medio ambiente a un derecho fundamental. ¿Por qué es tan importante que ocurra?
R. Si colocas un derecho en su más alta instancia, tienes muchísimos más instrumentos para proteger ese derecho. Es igual que con la libertad de expresión, que todo el mundo clama por su protección. Si se produjera una evolución hacia esa consideración, creo que sería altamente positivo. El ejemplo del Tribunal Europeo de Derechos Humanos es muy positivo, porque es un caso insólito donde el derecho al medio ambiente, que no está previsto en la Convención Europea de Derechos Humanos de 1950, ha sido creado de la nada. Y de rebote. Porque mezclan el derecho a la intimidad, el derecho a la vida, a la integridad física y el derecho a la salud. Han empezado con problemas que tienen que ver con el medio ambiente acústico, con aeropuertos en Inglaterra, y luego lo han ampliado a otros temas.
P. ¿No tiene la sensación de que la Unión Europea es lo mejor que le ha podido pasar al medio ambiente en España?
R. Sí, sin duda. Es interesante el sentido común que está demostrando la Unión Europea.
P. ¿Qué le parece la condena contra España que acaba de dictar el Tribunal de Justicia de la UE por la contaminación en Madrid y el área metropolitana de Barcelona?
R. Se veía venir desde hacía bastante tiempo, no es ninguna sorpresa. La sentencia pone de manifiesto que las cosas van en serio. Es una importante llamada de atención a las diferentes autoridades españolas, básicamente a las de carácter local, en relación con estas obligaciones. Las consecuencias del incumplimiento de las sentencias de la UE a nivel económico pueden ser francamente altas. Tenemos el camino perfectamente trazado y hasta cierto punto puede ayudar a clarificar las cosas. Desde esa perspectiva, a lo mejor incluso nos facilita la labor.
P. En su libro también explica que una parte muy importante del trabajo de los fiscales de Medio Ambiente en España se centra en el urbanismo. ¿Por qué?
R. Primero porque el urbanismo fue determinante de la creación de la especialidad. En 1977, el Consejo de Europa ya recomienda a todos los Estados miembros que especialicen a jueces y fiscales en medio ambiente. En España no se hace hasta 2006 y creo que el pistoletazo de salida fueron los casos Malaya y Ballena Blanca. Ahí se vio que había graves problemas de corrupción ligados al blanqueo de dinero, muchísimo procedente de la droga, a través de la construcción. Era escandaloso. Y aquello determinó que se tomara la decisión por el Gobierno de entonces, en 2006, de crear la Fiscalía especial con el respaldo del Parlamento.
P. ¿Por qué es tan complicado en España que se ejecute la demolición de una edificación ilegal?
R. Porque no hay tradición. Aquí históricamente jamás se ha demolido y tengo la impresión de que una parte importante es por razones políticas. Las competencias esenciales para demoler están en los ayuntamientos y normalmente demoler el edificio a alguien supone que el entorno familiar y de amistades te identifiquen como el que ordena la demolición. En fin, es verlo con cierto estrabismo, por llamarlo de alguna manera.
P. ¿Una cuestión de votos?
R. Exactamente. Aunque insisto en que no soy sociólogo. Pero me baso en la praxis y en lo que he observado.
P. ¿Cómo le podemos explicar a la sociedad que 16 años después de que se paralizaran las obras del hotel de El Algarrobico este edificio declarado ya ilegal siga en pie?
R. Una demolición es extraordinariamente cara y ese es un aspecto que también se olvida. Y claro, el que se ve obligado a afrontar una cosa así [los propietarios y subsidiariamente la administración local] va a recurrir a todos los medios y todos los aspectos legales a su disposición en defensa de sus intereses. Esto es comprensible, nos guste más o menos.
P. ¿Pero no es un mensaje dañino para la sociedad que este símbolo tan evidente del ladrillazo siga en pie?
R. Es un mensaje dañino, sin duda. Pero hay algo positivo: lo que sería realmente perturbador y preocupante es que aquello se hubiera puesto en marcha. Desde luego, estéticamente es infame, pero el hecho de que esté parado pone de manifiesto a su vez que ha habido una serie de reacciones sociales importantes. Yo confío en que se va a demoler. Creo que todo el mundo tiene perfectamente claro que la demolición va a ser el resultado final. Pero hay estos otros aspectos, generalmente de contenido económico, e importantes responsabilidades, y hay quien puede intentar escurrir el bulto.
P. Su departamento ha mostrado algunas dudas sobre la ley de bienestar animal que se tramita en el Congreso.
R. Cuando la recibimos, nos ceñimos estrictamente a lo que tenía que ver con la intervención del Ministerio Fiscal. Y punto, por razones evidentes. Básicamente, nuestra competencia es sobre normativa procesal penal. Lo demás hubiera sido especulativo y poco ético.
P. ¿Y qué le parece la polémica por la inclusión o no de los perros de caza?
R. La verdad es que no tengo el tema estudiado con suficiente rotundidad como para poder expresarme. Lo que sí tengo claro es que hay una realidad social en el país que no se puede obviar. Es decir, el robo lo tiene todo el mundo claro, y no hay nadie en España que dude de las características del robo. Pero hay toda una serie de aspectos que van a obligar a un sector de la población a revisar sus principios. Esto hay que hacerlo con mucha paz, con mucha tranquilidad, con mucha ecuanimidad y sentándose de forma tranquila y ponderada. Y no es precisamente el momento mejor para hacerlo. Pero no solo con esto. Hay un totum revolutum de aspectos importantísimos que están saliendo a la palestra al mismo tiempo y que dan una sensación de inseguridad y de incertidumbre.
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Sociedad
Sequía en Cataluña: riego de campos de golf en pueblos donde el agua llega con cubas

La sequía hace estragos en la Cataluña central, tierra de pastos y cultivos, a medio camino de la ruta que va de Barcelona a los Pirineos. El Moianès suma apenas ocho años de vida como comarca, se creó oficialmente en 2015, pero su juventud no le evita padecer mala salud por culpa de una mala hidratación. La falta de agua en varios municipios ha obligado a habilitar camiones cisterna para asegurar que los vecinos y las empresas tengan agua asegurada. Un suministro de emergencia que pone en aprietos al presupuesto municipal. Mientras, la regulación de la Generalitat para contener la sequía da luz verde a mantener el riego (con restricciones del 50%) en los dos campos de golf que hay en la comarca.
Los niveles de los embalses catalanes están al 27% y el Govern advierte que es menester administrar con el máximo rigor las escasas reservas de agua que aun resisten. El bajo nivel de los acuíferos afecta negativamente a la calidad del agua, algo que se ha convertido en un problema “preocupante” en el Moianès, según ha declarado recientemente el presidente comarcal, Ramon Vilar. Nueve de los diez municipios de la comarca dependen de pozos propios porque no están conectados a la red general de suministro de la Agencia Catalana del Agua (ACA). Los pozos están apurados y hay que buscar alternativas. El municipio de Castellcir, unos 800 vecinos, lleva “casi un año” recurriendo a camiones cisterna para poder tener agua, explica su alcalde, Eduard Guiteras. “Cuatro camiones al día inyectan 100.000 litros a la red”. Caso similar pasa en el pequeño pueblo de Granyena, y también conocen la problemática en Castellterçol, 2.600 habitantes. En el término de Castellterçol está uno de los dos campos de golf que hay en el Moianès. El alcalde, Isaac Burgos, pone de relieve que “durante años el campo de golf se apañaba con el agua de las lluvias, pero desde hace tres años recurre a un pozo de su propiedad”. Burgos habla con conocimiento porque fue socio del club de golf, manifiesta que ya no paga la cuota, y afirma que el campo “hace un buen uso del agua”.
En Moià, la capital de la comarca, está otro campo de golf. “Tenemos una restricción de riego del 50%”, afirman desde el club. La consejería de Acción Climática justifica que “la práctica totalidad de los campos, si no todos, usan agua regenerada”. El agua regenerada proviene de un tratamiento primario en las depuradoras. En la práctica, hay campos de golf, como los del Moianès, que riegan con aguas de pozos propios. “Los ayuntamientos no podemos hacer nada. No podemos prohibirlo , como tampoco podemos prohibir que la gente llene las piscinas [pese a que el decreto de la Generalitat no lo permite]. Solo podemos recurrir a la pedagogía”, manifiesta Eduard Guiteras, alcalde de Castellcir. Calcula que el consistorio ha gastado “más de 300.000 euros” con el tráfico diario de cubas de agua. “Es insostenible”, dice, y apunta que el presupuesto municipal es de 1 millón de euros. Los camiones llegan al pueblo desde Mollet del Vallès, tras recorrer un trayecto de 35 kilómetros. “Poder abastecernos de agua en un punto más cercano rebajaría los costes de transporte”, observa.

“En 2019 ya encargamos una diagnosis de los problemas de agua que tiene la comarca”, pone de relieve Sonsoles Letang, consejera comarcal encargada del área de Territorio. “Que haya pueblos que antes del verano ya necesiten recurrir a cubas es muy mala noticia”, observa. La comarca tiene varias explotaciones ganaderas, y las granjas también acusan la faltan de agua. “Un caballo puede beberse 20 litros de agua al día y una vaca hasta 40. Hay ganaderos que tienen que ir a buscar agua en pozos fuera de sus fincas para poder abrevar al ganado”.
La posibilidad de expropiación
El decreto ley contra la sequía aprobado este miércoles por el Govern prevé “la ocupación temporal y de expropiación forzosa” de redes de abastecimiento de agua. Esquerra logró aprobarlo con apuros. La abstención de Junts, del PSC, de En Comú Podem y de la CUP le da margen a Pere Aragonès, que en el Parlament cuenta con el apoyo de apenas 33 diputados sobre 135, para aplicar una batería de medidas que persiguen, incluso con sanciones si procede, recortar el consumo de agua. Las restricciones más severas afectan a 224 municipios del sistema del Ter-Llobregat, que abastece Girona, Barcelona y toda su área metropolitana. Son unos 6 millones de personas. El Govern alega que Cataluña sufre el periodo más largo sin lluvias desde que existen registros (1905).
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Sociedad
Hemofilia: una revolución terapéutica en marcha para ‘destronar’ a la enfermedad de los reyes
Una boda, celebrada en Londres el 10 de febrero de 1840, sacó la hemofilia de las precarias consultas médicas de la época y la situó en el centro de la alta política y las relaciones internacionales. La reina Victoria de Inglaterra se casó en esa fecha con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha y, sin saberlo, introdujo en el ADN de su descendencia el gen defectuoso que causa la enfermedad al impedir la coagulación de la sangre. Los nueve hijos de la pareja extendieron la hemofilia por las monarquías de casi toda el continente, incluida la española. Pese a todo su poder, estas sagas se vieron abocadas a partir de entonces a convivir con hemorragias incapacitantes y muertes prematuras.
Casi dos siglos más tarde, en un pueblo cercano A Coruña, un operador de sistemas de seguridad se ha convertido en uno de los primeros ciudadanos del mundo en haber vivido algo por lo que muchos monarcas habrían dado media corona: la remisión completa de los síntomas de la hemofilia durante más de tres años gracias a una terapia génica. “Ha sido un proceso alucinante”, exclama Iván Torcal.
Este hombre de 38 años recuerda su infancia como un susto casi constante. “Tengo hemofilia severa. No solo tengo hemorragias por un pequeño golpe o el mínimo corte, sino que ocurren de forma espontánea en las articulaciones: codos, rodillas, tobillos… Se hinchan, duelen, pierdes movilidad… Necesitas llevar una vida muy planificada, tener mucho cuidado, ir varias veces a la semana al hospital a ponerte el factor de coagulación… Si ya es difícil vivir así cuando eres mayor, imagina siendo un niño. Tienes los padres todo el día encima”, ironiza.
Un día de agosto de 2019, Iván acudió al Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña (CHUAC, de la sanidad pública) para enrolarse en un ensayo clínico. Le tumbaron en una camilla y le pusieron una inyección intravenosa. En realidad, le estaban poniendo un virus modificado en el laboratorio convertido en una especie de lanzadera para hacer llegar al hígado el gen sano que permite sintetizar de forma correcta los factores de coagulación que los hemofílicos no tienen.
“Fue todo bastante lento y tranquilo. Me tuvieron unas horas en vigilancia, pero como todo iba bien, ya pude ir a dormir a casa”, recuerda. Al despertar al día siguiente, Iván estaba curado. Los análisis mostraron enseguida niveles altísimos de factor: el hígado había empezado a producirlos como en cuaqluier otra persona. “Tras toda una vida de cuidados constantes, todo cambia de repente. Ya no te pasa nada si te das un golpe, puedes ir en bici tranquilo, te dejan de doler las articulaciones…. Al principio es todo muy extraño”, afirma.
Ivan sufre de hemofilia A, causada por un déficit congénito en el factor VIII de coagulación. Casi la mitad de los pacientes que sufre este tipo de hemofilia desarrolla la forma grave o severa. El resto, según los niveles del factor en sangre, desarrollará la forma moderada —los sangrados se producen por pequeños golpes y heridas— o leve —solo con traumatismos importantes o cirugías—. Según informes del Ministerio de Sanidad, la prevalencia de la hemofilia A en la Unión Europea es de unos seis casos por cada 100.000 habitantes y en España hay algo más de 2.600 afectados.
La hemofilia B, causada por un déficit en el factor IX, es más rara aunque los trastornos que provoca son similares. En España, según Sanidad, hay “genotipadas unas 77 personas con hemofilia B severa y 50 con la forma moderada, aunque el número total de afectados pudiera estar en torno a los 300″. Existe un tercer tipo de hemofilia, la C, aún menos frecuente y en general mucho más leve.
Las leyes de la genética son las que provocan que casi siempre sean los hombres los que padecen la enfermedad, explica Victor Jiménez Yuste, vicepresidente de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) y jefe de servicio de la especialidad en el Hospital de La Paz (Madrid). “El gen responsable de la hemofilia A y B está en el cromosoma X. Como las mujeres tienen dos cromosomas X, pueden ser portadoras pero no desarrollar la enfermedad, ya que siguen teniendo un gen sano. Pero una mujer portadora tiene un 50% de posibilidades de transmitir el cromosoma afectado a sus descendientes. En el caso de los hombres, como solo tienen un cromosoma X [el otro es Y], si lo reciben, es seguro que serán hemofílicos”, explica.
Este especialista califica de “auténtica revolución” la vivida por los tratamientos disponibles. “Hemos avanzado en unos pocos años lo mismo que en las anteriores tres o cuatro décadas. Antes teníamos solo tratamientos meramente sustitutivos del factor 8 o 9 con derivados de la sangre de donantes. Luego surgieron los fármacos recombinantes”, detalla. Este tipo de fármacos, sintetizados en laboratorio, dio a los pacientes mucha mayor seguridad tras décadas en las que eran frecuentes los contagios por virus llegados a través de los hemoderivados. La Federación Española de Hemofilia (Fedhemo) estima que un millar de hemofílicos fallecieron en España por VIH y hepatitis C en las dos últimas décadas del siglo XX.
Poco a poco, el avance de la medicina permitió que la esperanza de vida de los hemofílicos se fuera acercando a la de la población normal. Pero la calidad de vida seguía sin ser la misma: “Los enfermos necesitan ir varias veces a la semana al hospital a recibir por vía intravenosa estos fármacos como profilaxis. Solo los casos leves pueden llevar una vida más o menos normal y recibir el factor solo cuado se ha producido la herida”, cuenta Jiménez Yuste. Algunos pacientes, además, desarrollan anticuerpos frente al factor que reciben, que el organismo identifica como extraños, lo que empeora el pronóstico y complica los tratamientos.
La salida al mercado del Hemlibra (Roche), introducido en la sanidad pública española en 2019, supuso un salto cualitativo para los pacientes con hemofilia A. Este tratamiento puede administrarse con un simple pinchazo bajo la piel de frecuencia semanal, quincenal o mensual, según el caso. “Las terapias génicas son el último gran salto que nos faltaba dar”, defiende Jiménez Yuste.
Iván Torcal recibió, aún en fase de ensayos clínicos, la primera terapia génica aprobada por la Agencia Europea del medicamento (EMA, en sus siglas en inglés), el Roctavian, cuya comercialización fue autorizada por la Comisión Europea para la hemofilia A en agosto de 2022. Hace solo un mes, el 20 de febrero, la Comisión autorizó el Hemgenix (CSL Behring) para la hemofilia B.
“Son tratamientos con una eficacia inicial muy elevada, que suben mucho el factor 8 o 9, según el caso, en una primera fase. Pero a partir de los seis meses, los niveles empiezan a bajar y no sabemos durante cuánto tiempo van a ser efectivos. Por esto la EMA los ha aprobado de forma condicional, hasta que las compañías aporten más datos”, explica Vicente Arocas, miembro del Grupo GENESIS de evaluación medicamentos de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH).
La otra gran cuestión pendiente de resolver es la de la seguridad. “Los ensayos y datos de vida real incluyen a muy pocos pacientes, por lo que todavía no conocemos los efectos secundarios menos frecuentes. Sí sabemos que tienen toxicidad hepática y también que el ADN utilizado puede introducirse en otras células del organismo, lo que tiene el riesgo de que puedan contribuir al desarrollo de algunos tipos de cáncer”, sigue Arocas.
Iván Torcal explica que, pese a los buenos resultados obtenidos, tuvo “las transaminasas altas”, lo que le obligó a tomar corticoides durante cerca de un año y medio. “Gané como 10 o 12 kilos de peso, en esa parte el tratamiento sí resulta bastante molesto”, recuerda. Lo peor, sin embargo, es que los niveles del factor de coagulación le han bajado mucho y, tres años y medio de recibir el Roctavian, ya está a las puertas de tener que volver a tomar los tratamientos que tomaba antes de recibir la terapia génica.
Fernanda López es la jefa de servicio de hematología del hospital de A Coruña que ha atendido a Iván. “Los niveles de factor de coagulación de los que cuatro pacientes que tenemos han bajado mucho desde el primer año, pero todos se mantienen en hemofilia leve, lo que les permite llevar una vida casi normal, aunque en el caso de Iván son ya casi de hemofilia moderada”, cuenta.
Pese a el “gigantesco avance” que han supuesto las primeras terapias génicas, esta especialista considera que aún hay potencial de mejora. “Actualmente, no pueden ser utilizada en niños, ni en pacientes hepáticos o personas que tengan anticuerpos frente al virus utilizado como vector”, añade.
Actualmente hay un decena de otras terapias génicas en desarrollo frente a los dos tipos de hemofilia, lo que plantea un horizonte en el que la curación o remisión casi total de los síntomas durante plazos de tiempo mucho más largos “no está lejos”, confía López. Los datos disponibles plantean una duración de la etapa de remisión de síntomas de hasta 10 años en la hemofilia A y de 20 en la B, aunque estos resultados de ensayos suelen verse rebajados con la llegada de los tratamientos al mundo real.
En España, queda un importante escollo por superar: la incorporación del Roctavian y el Hemgenix a la sanidad pública, algo que el Ministerio de Sanidad negocia con las farmacéuticas, que piden precios muy elevados. Aunque estos datos son confidenciales, las informaciones disponibles en otros países indican que el precio de partida solicitado por BioMarin para el Roctavian se acerca a los 1,5 millones de euros, mientras el oficial fijado por CSL Behring para el Hemgenix de 3,3 millones de euros, lo que le convierte en el medicamento más caro del mundo actualmente.
“Son tratamiento muy innovadores y, por tanto, requieren también sistemas innovadores de financiación. Una fórmula que consideramos que debe explorarse, y que ya se ha aplicado con otros medicamentos innovadores, es la del pago por resultados, que podría incluir un pago anual mientras el tratamiento sea eficaz y que la sanidad pública deje de abonarlo cuando deje de serlo. Hay que tener en cuenta que el coste medio actual del tratamiento de un paciente con hemofilia se acerca a los 200.000 euros De nada nos sirve un producto maravilloso si se le impone un precio tan elevado que los sistemas sanitarios no pueden asumir”, concluye Daniel-Aníbal García Diego, presidente de Fedhemo.
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Sociedad
El nuevo tablero global de las universidades: sin la tutela occidental y con otros objetivos

La primera universidad del mundo se fundó en Fez (Marruecos) en 859 y le siguió la Universidad de al-Azhar (Egipto). Sin embargo, a ojos equivocados de los occidentales, esta no nació hasta 1088 en Bolonia (Italia). Siglos después, los campus se expandieron a la vez que el colonialismo, siempre con una visión muy eurocéntrica; pero ese tiempo de ombliguismo ha quedado muy atrás. Estados Unidos es la superpotencia y, no solo el sudeste asiático y Australia sustentan su progreso económico en la ciencia, sino que India, África o Sudamérica llaman a la puerta y no quieren tutelas en su Universidad. EL PAÍS ha recabado la opinión de ocho figuras académicas de renombre sobre este nuevo tablero en el que Europa trata de reubicarse. Fue durante el encuentro Reinventing Higher Education 2023, celebrado en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), al que este diario acudió invitado por IE University, organizadora de la reunión con universidades de los cinco continentes.
El ránking de Shanghái, creado por el Gobierno chino en 2003 para cartografiar la calidad de las universidades del mundo antes de dar becas en el extranjero a sus investigadores, refleja la fuerte competencia. Estados Unidos lidera en los primeros puestos, pero ha pasado en dos décadas de situar a 58 instituciones entre el centenar mejor a 39 el pasado año, mientras los británicos posicionan ocho (una menos) y Japón se desinfla (de cinco a dos). En paralelo, Australia coge fuerza (de dos a siete instituciones), emergen China, Singapur y Corea del Sur ―pasando de cero a nueve, dos y una universidades, respectivamente― y otros países se mantienen (Alemania con cinco, Holanda y Suecia con tres o Israel con dos).
“¿Cómo debe interactuar África y lo que se llama el sur global con países que tienen una tradición colonial? Ese es el elefante en la habitación [verdad ignorada]”, plantea Martin Paul, rector de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania). “Hay un modelo de ayuda al desarrollo en el que básicamente los gobiernos velan por sus intereses, es un postcolonialismo. Pero está produciéndose un cambio de juego; a nuestros socios en África les hemos preguntado qué temas les interesan y sobre ello trabajamos”, continúa Paul. Su prestigiosa universidad se caracteriza por acoger a muchos refugiados y por buscar la total integración de los inmigrantes. “Nosotros deberíamos no solo aceptar estudiantes de esos países, sino también enviar a los nuestros”, prosigue Paul, quien antes fue rector de la Universidad de Maastricht (Países Bajos).
¿Tiene sentido que los universitarios africanos estudien a Kant y no su propia filosofía? “Tenemos que redefinirnos a nosotros mismos. La mayoría de las universidades africanas fueron diseñadas cuando teníamos unos amos coloniales que querían tener una clase media formada muy barata. A día de hoy, eso no funciona. Así que estamos tratando de averiguar, en primer lugar, cuáles son nuestros desafíos”, explica Angela Owusu-Ansah, rectora de la Ashesi University (Ghana). “En el norte global investigan cómo llegar al espacio; pero nosotros investigamos cómo usar los plásticos de la basura como asfalto en las carreteras, que es más barato”. Owusu-Ansah sostiene que el África susahariana “tiene que asegurarse de que los cursos y los programas sean relevantes y con un liderazgo diferente” para lograr en 10 años el cambio que desean para sus países. En junio saldrá el primer ránking de universidades africanas. La rectora ghanesa, entusiasmada, cuenta que en el listado de Times Higher Education participarán un centenar de campus, de un total de 1.400.
“Lo interesante es que las universidades que han venido a Ciudad del Cabo de Tanzania, Ruanda, Ghana, Liberia… pueden saltarse todas las cosas malas de las universidades. Hay algunas vacas sagradas que hay que sacrificar para bien y eso en las que tienen una tradición centenaria es difícil”, sostiene Santiago Íñiguez, presidente ejecutivo de IE University. Estos campus pueden ser más ágiles en su funcionamiento y adaptarse mejor a los cambios que los europeos, que se transforman a paso de tortuga.
Los retos a los que se enfrenta la ciencia y la tecnología son cada vez más complejos y con las alianzas de universidades europeas ―auspiciadas por la Unión Europea que las financia― se trata de afrontarlos desde distintos puntos. En Alemania van a la cabeza. “Ahora desarrollamos lo que llamamos la triple hélice: una agenda conjunta de la industria, el sector público y la universidad para tratar temas que son interesantes para nosotros y también para otros, como el cambio climático o la transición energética”, explica Paul, quien remarca que no por ello hay que desatender las problemáticas locales.
Sharan C. Singh, vicerrector de Relaciones Estratégicas de Minerva University (Estados Unidos), elogia esta proyección empresarial de Europa: “Está muy por delante del resto del mundo en investigación real, práctica, significativa y aplicada. Los ránkings son solo un juego”. Se suma a la admiración Sally Wheeler Obe, vicerrectora de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Australia: “Hay que fijarse también en su modelo verde y su sostenibilidad social y financiera. Si observa los últimos datos de la Unesco sobre la inversión de los países en investigación e innovación, los países europeos están muy lejos del resto del mundo, además de Estados Unidos y China. Australia invierte mucho menos”.
“Si tuviera que decir algo negativo al respecto de Europa, es que es demasiado cautelosa para abrazar cosas que son fundamentales, como la interdisciplinariedad y tiene una excesiva regulación; por eso sus estudiantes salen con profundos conocimientos técnicos, pero sin amplitud de miras”, defiende Sharan C. Singh. “Un buen ingeniero tiene también que saber comunicarse y tener sentido comercial en un mundo interconectado”. El vicerrector cree que “Europa no pasa por una crisis existencial”, pero considera que “en el resto del mundo, hay un hambre, una ansiedad y una urgencia que Europa parece no tener por ser audaces y disruptivos y cambiar el modelo que hay en Europa”.
Para Wheeler Obe, en Europa pesa más que en otros lugares “el velo de la tradición y las expectativas de la sociedad” tras siglos de historia académica y eso se traslada a todos los ámbitos, ”porque una disrupción en la universidad también afecta a la sociedad”. En su país, Australia, la mayoría de los campus tienen menos de 70 años, cuenta, y están más abiertos que el viejo continente a los cambios en a forma de gestionarse, la forma de impartir clase o de interactuar con las empresas.
La interconexión tiene que llegar de todos los lados. “Ninguna institución por sí sola puede volver a abordar los problemas de manera eficiente. En mi opinión, el siguiente paso es que estas alianzas europeas también busquen socios con ideas afines fuera de Europa”, prosigue el rector de la Universidad Ruhr de Bochum. El socio mejor preparado, cercano y ávido de colaborar es el Reino Unido, que se ha quedado fuera de estos potentes consorcios por el Brexit ―al que se oponía radicalmente el mundo académico― y del programa de movilidad Erasmus. Tampoco la Unión quiere renunciar a algunas de las mejores universidades del continente ―Oxford y Cambridge― y a los equipos con los que se coinvestiga desde hace décadas.
Agnes Nairn, vicerrectora de la Universidad de Bristol, no oculta el interés: “Obviamente, el acuerdo de Irlanda del Norte ―que acaba de resolverse― era una barrera para que el Reino Unido prosiga en Horizonte Europa [el programa marco de investigación e innovación de la UE, vigente entre 2021 y 2027] de la que depende gran parte de nuestra financiación. Así que con suerte eso sucederá y, con suerte, también volveremos a Erasmus de nuevo. No queremos quedarnos marginados”.
El aislamiento es una barrera al conocimiento. La Universidad Americana de Beirut, que concentra casi toda la producción investigadora del Líbano, es consciente de ello. “Tenemos convenios con más de una docena de universidades estadounidenses, varias canadienses, de Latinoamérica, de Australia… pero no tenemos vínculos estrechos con ninguna universidad árabe que no sea la Universidad Americana del Cairo”, reconoce su rector, Fadlo Khuri, que tiene propósito de enmienda. “Tal vez no los hemos abordado como iguales a las universidades árabes. Tal vez sea nuestra culpa y han sentido que el Líbano políticamente ahora es un desafío”, sostiene. Su institución siempre han mirado hacia el oeste y ahora gira hacia el este. “Visité China, donde hay universidades de primer nivel, pero ahora mismo hay mucha rotación; y estamos construyendo relaciones en Pakistán e India”. Khuri admite que manejan tantos fondos, que es una excelente carta de presentación para encontrar socios. Entre ellos no estarán por motivos políticos universidades de Irán, aunque reconoce que las hay “sobresalientes”.
El español Ignacio de la Vega, rector asociado para Asuntos Académicos e Internacionalización del Tecnológico de Monterrey ―una referencia en México, de carácter privado― pone un ejemplo que tiene cerca para comparar los sistemas universitarios. “Hace 30 años México era uno de los países con el PIB más alto del mundo. En muchos indicadores entre el 11 y el 12; mientras Corea del Sur o Singapur estaban mucho más atrás. Y miras ahora los indicadores de prosperidad, de desarrollo o educación de esos dos países y están adelante”. De la Vega, que ha trabajado en Indonesia, se hace una pregunta retórica: ¿Qué ha pasado? “Muy fácil. Esos países asiáticos han invertido de forma permanente en talento, ciencia e innovación, mientras otros países no lo han hecho; y se ha producido ese gap [brecha] extraordinario. Todo es una cuestión de talento. Si inviertes, tienes buenos científicos, un ecosistema de investigación favorable, más proyectos, más citas [en revistas]…”.
De la Vega reconoce en especial el empeño que ha puesto Singapur: “Tiene, sobre todo, consistencia en todos los niveles educativos. En Latinoamérica son otras condiciones, tienes que pensar dónde inviertes. En la mayoría de esos países el 70% de la población está por debajo del umbral de pobreza, ha habido otras prioridades y cierta miopía política, no han visto que invirtiendo en educación viene la prosperidad, el desarrollo, la innovación…”.
Paul se muestra optimista sobre el futuro de Europa pese a la gran competencia entre países: “Tiene una historia colonial muy horrible; pero si le das la vuelta a eso y dices, ‘está bien, hemos aprendido de eso y estamos abiertos a aprender de los demás’, entonces podemos tener una contribución valiosa. Tenemos unos valores ―la libertad de expresión, los principios democráticos, la tolerancia…― que ofrecer al mundo”.
Estos valores europeos a los que alude Paul están ganando importancia. Íñiguez, del IE, subraya un viraje en los ránkings de las escuelas de negocios que, a corto plazo, cree llegarán a las universidades: “De repente, las escuelas americanas han perdido puestos en la tabla y eso ha favorecido a las europeas. Eso es un cambio copernicano, porque en el mundo de los negocios, lo que se valora es la empleabilidad. Y los ránkings ahora priman también la sostenibilidad, los temas medioambientales, estimular los temas de diversidad, inclusión, igualdad… en los que Europa destaca”.
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