Sociedad
¿Por qué no me he contagiado de covid pese a vivir con alguien que ha dado positivo?

“Mi pareja tenía covid y, aunque dormí con ella, yo no lo he pillado”. Esta frase la dice Ana, de 37 años, pero se repite una y otra vez con múltiples variaciones: hijos que no contagian a sus padres, abuelos a sus nietos, o contactos estrechísimos sin transmisión aparente. Pese a ser un patógeno sumamente infeccioso, el SARS-CoV-2 no es infalible. Múltiples razones, algunas seguramente por descubrir, explican por qué es frecuente que en un mismo hogar sin medidas demasiado estrictas haya quien enferme y quien no dé positivo.
No es nuevo. Ya desde los primeros meses de convivencia con la covid se comprobó cómo había personas mucho más transmisoras que otras, así como individuos que parecían naturalmente inmunes: por muy cerca que estaban del virus, no se contagiaban. El sistema inmunitario de cada persona funciona de una forma diferente y, tras siete olas (en España) y millones de vacunas inyectadas, el de cada uno puede estar en un momento muy distinto que haga diferente la reacción de su cuerpo ante el contacto con el virus.
No es raro que cuando el patógeno accede al organismo el sistema inmunitario lo rechace y no dé lugar a acumular una carga suficiente para dar positivo en un test de antígenos, que son los que se pueden comprar en las farmacias. Esto puede suceder incluso con síntomas de por medio, que serían la reacción provocada por la inmunidad para defenderse del virus.
Otro caso: Enrique, de 76 años y con la cuarta dosis de la vacuna recién puesta, lleva unos días con síntomas de resfriado y haciendo una vida totalmente normal con Clara, su esposa, también con el segundo recuerdo de la inyección reciente. Después de unas noches con tos se hace una prueba y da positivo. Clara no desarrolla ni un leve signo de la enfermedad. ¿Ha pasado la infección sin darse cuenta? Es posible. Puede que incluso ella fuera la que contagió a Enrique. O que nunca la haya llegado a tener.
“Cuando la vacuna es muy reciente, es posible que los anticuerpos específicos neutralizantes hayan sido capaces de impedir que esa carga viral aumente”, explica Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología.
Las vacunas no impiden el contagio, pero sí reducen las probabilidades, especialmente en las semanas y meses posteriores a la infección. Estadísticamente, no es raro que, con las mismas dosis y exposición, unas personas se infecten, con o sin signos, y otras no. Y esto sucede con las vacunas, pero también con la respuesta inmunitaria natural, que es más efectiva si se ha pasado la enfermedad, y lo es aún más cuanto más cerca está ese evento.
José Antonio López Guerrero, catedrático de microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid, explica que hay muchos factores implicados en un contagio: “Si estás vacunado (o infectado previamente), al volverte a infectar por las vías oro o nasofaríngea, tu sistema inmune puede estar armado muy eficientemente, desencadenar una respuesta efectiva y causar síntomas antes, incluso, de que tengas cantidad suficiente de carga viral como para dar positivo en un test de antígeno. O, incluso, no dar nunca positivo”.
También puede haber una variabilidad genética que haga a algunas personas incluso inmunes a la covid. No se ha descubierto ninguna mutación que haga esto posible, pero los científicos no descartan que salga a la luz con el tiempo, como ha sucedido con otras enfermedades, como el VIH o la malaria. Esto podría explicar los casos de algunos individuos que, pese a estar cerca del virus ola tras ola, nunca han dado positivo.
A todos estos factores, Juan Carlos Galán, jefe de Virología en el hospital Ramón y Cajal de Madrid, suma otro: la capacidad real de los test de detectar el virus. Para comprobar si ha llegado al organismo no valdría con una prueba de antígenos casera; sería necesaria una PCR, capaz de identificar incluso mínimas cargas virales. Los de las farmacias, pese a ser un buen predictor de la enfermedad en personas con síntomas, tienen un margen de error, que aumenta en las que no los presentan. Y, en muchos de los que se venden, su fiabilidad puede decaer con las nuevas variantes, ya que a medida que el virus evoluciona es posible que pierdan efectividad. “No están tan estudiados [como las PCR] y la toma de la muestra puede tener mucha variabilidad”, argumenta Galán.
¿Qué hacer ante un contacto?
Una situación frecuente, que sucedió en los ejemplos mencionados, es enterarse del positivo de alguien de la familia o de contactos muy estrechos tras varios días de síntomas, cuando ya ha habido mucha convivencia. En ese momento, ¿tiene sentido comenzar un aislamiento o medidas para evitar la transmisión, o la suerte está echada? Aquí tampoco hay respuestas inequívocas y todo se mueve dentro del terreno de las probabilidades y la precaución.
López Hoyos cree que al menos habría que tomar ciertas cautelas, como usar mascarilla, para evitar propagar el virus en el entorno. “En el momento que es positivo puede tener más carga viral y trataría de tener cierta protección”, argumenta. Su colega López Guerrero coincide y es lo que ha hecho en los dos casos en los que ha vivido una situación similar: “Todavía esa persona puede ser infecto-contagiosa y es mejor [hacer algo] tarde que nunca. Mi mujer dio positivo estando juntos y ese día se aisló. Y medio año más tarde di yo positivo y ella, que estaba en casa de su hija cuando me hice la prueba, se quedó allí una semana. Ni ella me contagió a mí, ni yo a ella”.
Galán es más contundente: “La transmisión es un evento probabilístico y, mientras no se demuestre lo contrario, el individuo que no está infectado debe evitar aumentar más las probabilidades de exposición. Por lo tanto, después de un contacto estrecho, el individuo expuesto debe vigilar su evolución, testarse y evitar más exposición a la fuente”.
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Sociedad
La reforma educativa transforma la asignatura de inglés: “No puede enseñarse como el latín”

“El inglés no es latín, no tiene sentido que se aprenda solo leyendo y escribiendo”. La frase de Vicente López, profesor de inglés en el instituto público Virxe do Mar, en Noia (A Coruña), podría parecer una obviedad, si no fuera porque en la última Selectividad 16 de las 17 comunidades autónomas solo incluyeron en los exámenes de la asignatura preguntas escritas. La prueba de acceso a la Universidad tiene tal fuerza de atracción que condiciona cómo se estudian las materias en el Bachillerato e incluso en la ESO. Si en la Selectividad no hay oralidad, en clase habrá poca. Muchos docentes tratan pese a ello de fomentarla, pero lo hacen en contra del diseño del sistema. El Ministerio de Educación ha incluido por primera vez con carácter general una tarea de listening (escucha) en las pruebas que ha realizado de la nueva Selectividad. Y ello, unido al nuevo currículo de la asignatura, que potencia la oralidad y un enfoque más práctico de la lengua, contribuirá, según la decena de docentes entrevistados para este artículo, a mejorar el aprendizaje y el nivel de inglés con que los chavales salen del instituto. Al examen de Selectividad, advierten, sigue faltándole un ejercicio de expresión oral, que exigiría un gran esfuerzo logístico.
“Muchos profesores llevamos años insistiendo en que el inglés se aprende desde la comunicación, interactuando y generando actividades para que los alumnos hablen y participen”, dice Michael Artiles, que da clases en el instituto Sant Vicent Ferrer de Algemesí (Valencia). “La reforma educativa ya nos lo había validado, pero aun así al llegar al Bachillerato teníamos que parar en seco por la presión de la Selectividad; tener que preparar una prueba de comprensión lectora y escrita hace que la comunicación oral se reduzca mucho en primero de Bachillerato y se reduzca a la mínima expresión en segundo”. El hecho de que en la Evaluación de Acceso a la Universidad (Evau) haya una prueba de listening, continua Silvia Borrull, docente en el instituto Districte Marítim de Valencia, “hará que en clase se dedique mucho más tiempo a preparar esa destreza”. Potenciar la oralidad cobra más sentido en un contexto en el que la inteligencia artificial está empezando a hacer por los estudiantes las tareas escolares escritas que se les encargan, cree Borrull. “Lo sé porque conozco su nivel cuando hacen las pruebas escritas delante de mí, y veo luego el nivel de las redacciones que me traen de casa”.
La forma tradicional de aprender inglés en España ―que explica por qué la Evau ha tardado tanto en cambiar o por qué en el segundo ciclo de primaria hay alumnos que ya tienen exámenes escritos de la asignatura― es poco aconsejable, opina Mercedes Hernández, directora del British Council School de Madrid, que trabajó tres décadas en el Reino Unido. “El desarrollo natural del aprendizaje de una lengua se hace siempre desde la escucha. Es contraproducente empezar de otra manera, porque puede generar rechazo y falta de confianza”.
El examen de inglés de la Evau del año pasado fue parecido en casi todas las comunidades. Se compuso, según la terminología andaluza, de tres bloques: uno de comprensión lectora, otro de uso de la lengua (con tareas del tipo rellenar huecos en frases) y una redacción. Algunas comunidades, como Castilla-La Mancha, incluyeron los polémicos ejercicios que tratan de cubrir la fonética por escrito, pidiendo al alumno, por ejemplo, que diga “cómo se pronuncia la u de hug [abrazo]: /u:/, /ʊ / o /ʌ”. Cataluña fue la única con actividad de escucha. Y ello, confirma Jorge Solans, que enseña en un instituto de Barcelona, facilita trabajar la oralidad. A pesar de que su centro está situado en un contexto socialmente desfavorecido, sus alumnos, cree Solans, terminan el Bachillerato con un nivel “bastante razonable” de comprensión auditiva.
Para que la nueva prueba general de listening salga bien es fundamental tener equipos adecuados. De nuevo puede parecer obvio, pero el profesor Vicente López asegura que en Galicia, donde el ejercicio existió durante décadas (se suprimió con la pandemia y no se ha recuperado), con frecuencia no ocurría: “Un año llegué a presentar una protesta porque conectaron un ordenador precario a un minibafle en un aula magna para 400 alumnos. La grabación, además, era defectuosa, y cuando subían el volumen era peor porque se distorsionaba, así que se oía lo mínimo. Hubo muchas reclamaciones, pero no sirvió de nada. Yo soy partidario de la prueba, pero no así”.
El nuevo examen de inglés de la Evau contiene más cambios. Todas las partes de la prueba giran en torno a un mismo tema vinculado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (en la prueba piloto, al acceso al agua potable en el mundo). “Y desembocaba en una gran tarea final de expresión escrita, en la que el alumnado debe utilizar lo que ha ido escuchando y leyendo en el ejercicio, reorganizarlo y aportar ideas propias”, explica el profesor Miguel Ángel Lara, ahora en el Instituto Nacional de Evaluación Educativa y coautor del ejercicio piloto. El examen es más coherente con el nuevo currículo de la asignatura, que potencia la oralidad y las tareas vinculadas a la realidad, dice María José Martínez, que trabaja en el centro de formación del profesorado de Alzira y participó en la elaboración del currículo valenciano de la asignatura. “Antes teníamos listas infinitas de contenidos para dar. Y ahora no es que se escatime conocimiento, pero el planteamiento es más realista. Más: ‘Vamos a enseñarles esto, porque es lo que van a necesitar utilizar”.
El giro educativo trata de aprovechar los intereses de los alumnos para facilitar el aprendizaje. Y en ese terreno, las plataformas televisivas y las redes sociales ofrecen grandes oportunidades a la asignatura de inglés, cree Martínez, porque los chavales ya se están exponiendo al idioma por su cuenta. Neus, que estudia Bachillerato en el Districte Marítim de Valencia, está de acuerdo: “Casi todo el mundo ve al menos algunos contenidos en inglés en redes sociales como Instagram o TikTok”.
Un examen todavía incompleto
Incorporar la escucha es un avance, pero los docentes coinciden en que la Evau seguirá siendo incompleta y condicionando para mal cómo se estudia en secundaria mientras no incluya una prueba de speaking (expresión oral). Hacerlo requeriría, sin embargo, una gran apuesta logística.
“Lo ideal sería que hubiera una prueba oral. Pero en la Escuela Oficial de Idiomas examinar oralmente a dos alumnos cuesta unos 45 minutos. Eso quiere decir que un docente puede examinar a unos 20 [estudiantes] al día”, afirma Ramiro Cebreiro, presidente de la Asociación de Profesores de Escuelas Oficiales Idiomas (EOI) de Madrid. A las pruebas de acceso a la universidad se presentan más de 200.000 estudiantes que, en tres o cuatro días, realizan hasta nueve exámenes. Concentrar la prueba oral de inglés en una jornada siguiendo el modelo de las EOI exigiría contar con unos 10.000 docentes de inglés (cuando para toda la Selectividad se movilizan cada año en torno a 15.000 docentes de todas las disciplinas). Cebreiro señala que podría utilizarse un “formato más corto de ejercicio”, y otras fuentes plantean que el examen oral podría celebrarse durante varios días o semanas, flexibilizando la estructura la Evau. Cada vez que se ha planteado el ejercicio oral, las universidades han advertido, por su parte, de que para garantizar las reclamaciones de nota habría, además, que grabar todas las pruebas.
Muchos profesores defienden que la oralidad debería estar presente en los exámenes de más asignaturas de la Evau. Especialmente en Lengua Castellana y Literatura, para mejorar la forma en que la materia se estudia en secundaria. Uno de los partidarios es Francisco Amaya, docente de Lengua y secretario general de Educación de Extremadura: “Siempre les digo a mis alumnos que si son capaces de dominar su lengua oralmente y por escrito, van a tener mucho conseguido”.
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Sociedad
‘Influencers’, tiendas de barrio y festivales: estrategias para crear una nueva generación de vapeadores
En un bazar de Salou, donde Víctor y sus amigos fueron a celebrar que habían terminado la selectividad, había bebidas, alimentos variados, aperitivos de todo tipo y vapeadores. Compraron unas cervezas para tomar en la playa y decidieron probar también este dispositivo, similar a un cigarrillo electrónico. Desde entonces, se ha convertido en habitual para él cada vez que sale de fiesta. “Sé que es malo para la salud, pero creo que lo puedo controlar. Tabaco nunca fumaría, me da más respeto”, confiesa.
El vapeador y el cigarrillo electrónico (dos dispositivos que sirven para inhalar un aerosol con sustancias variadas, con o sin nicotina) van mostrando cada vez más efectos perniciosos, que van desde el daño que hacen las micropartículas que se inhalan en el sistema respiratorio, hasta enfermedades cardiovasculares o mayor riesgo de cáncer. A falta de más tiempo de estudio sobre sus efectos, la evidencia no lo equipara al tabaco tradicional, uno de los mayores problemas de salud pública en el mundo. Pero la regulación más laxa para estos nuevos productos en España está permitiendo a la industria llegar a un sector de población joven, una generación que la Unión Europea pretende que viva libre de tabaco.
Es frecuente ver promociones de estos dispositivos en festivales de música, hay campañas en redes sociales en las que participan influencers con un público muy joven entre el que abundan adolescentes, y se pueden encontrar en tiendas de todo tipo, adornados con colores atractivos y anunciados con aromas dulces que recuerdan a golosinas. No hay mucho disimulo en la estrategia de fomentar este producto perjudicial para la salud entre la población más joven.
Los datos dicen que lo están consiguiendo. Aunque la última Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España (Estudes), publicada en 2022, muestra una pequeña caída en el consumo con respecto a 2019, indica que el 44% de los adolescentes de entre 14 y 18 años había probado los cigarrillos electrónicos, lo que supone más del doble que en 2016. La mayoría de los estudiantes que vapean se decantan por cartuchos sin nicotina (60,7%), el 14,9% prefieren los que sí llevan, y el 24,4% utiliza de los dos tipos.
Uno de los discursos que ha esbozado la industria del vapeo y el cigarrillo electrónico (que a menudo es también la tabaquera) es que los dispositivos están sobre todo pensados para quien fuma, incluso para ayudar a dejarlo, y no para atraer a nuevos adeptos. La Unión de Promotores y Empresarios del Vapeo (UPEV), que aglutina 600 pequeñas y medianas empresas y que registró en 2022 un récord en el negocio (95 millones de euros), asegura que su vocación es la de ayudar a la cesación tabáquica y tiene entre sus buenas prácticas “intentar disuadir a los no fumadores de que compren un dispositivo, aun cuando soliciten que sea sin nicotina”.
Blu, una filial de Imperial Tobacco que se denomina líder en el sector del cigarrillo electrónico, responde —a preguntas de EL PAÍS— que se dirige “exclusivamente a consumidores adultos” y que sus campañas “se llevan a cabo solo en los soportes y canales que permite la normativa vigente y en los términos que contempla la legislación”. “Aunque aún estamos lejos de las cifras de países de nuestro entorno como Reino Unido, Francia o Alemania, son muchos los fumadores que han decidido reducir o abandonar el tabaco convencional gracias al vapeo. Concretamente, el último estudio de Edades afirma que cerca del 45% de los usuarios de cigarrillos electrónicos utilizan estos dispositivos como sustitutivo del tabaco”, señala un portavoz de la compañía.
Esto no es así entre los más jóvenes. La encuesta Estudes señala que solo un 8,5% de los estudiantes que han fumado cigarrillos electrónicos manifiestan que su intención era reducir su consumo de tabaco o dejar de fumarlo. En el sondeo que menciona Blu (Edades), que aborda una mayor franja de edad, se comprueba que únicamente dos de cada 10 jóvenes de entre 15 y 24 años que vapean lo hacen motivados por dejar de fumar.
Entre las campañas de Blu en redes sociales se pueden encontrar promociones con influencers que se dirigen a un público muy joven, con muchos adolescentes entre sus seguidores, que promocionan el cigarrillo electrónico. Esto publicaba (sin las tildes bien puestas) hace unos meses Telmo Trenado en su perfil de Instagram, con 150.000 seguidores: “SORTEO!! Quieres irte de viaje por Europa con quien tú quieras y que os pille un fotógrafo de Tik Tok infraganti??? Pues participa y llévate un Waynabox así. Dale like al post. Sigue a @bluspain y a mí”.
Campañas similares se pueden ver en perfiles de otros influencers con miles de seguidores, como Jorge Amor, Fer López, Paula Gureta o Bertuss, entre muchos otros. En el perfil de este último, un usuario le respondía: “No sé si publicitar tabaco a público joven (muchos menores de edad) es muy legal o ético, la verdad. Ya tienes un seguidor menos”. Otro añadía: “Tío mira que me encantas, pero ojalá no hubieras hecho publi de esto. Creo que eres un referente muy guay para mucha gente y muchos jóvenes, pero creo que con esta campaña estás publicitando un producto nocivo para la salud y no creo que sea la mejor estrategia”.
Y no solo aparece en promociones explícitas, el cigarrillo electrónico se puede ver en contenido audiovisual de todo tipo, incluidos canales de Youtube o Twich, que naturalizan su consumo. Streamers como El Rubius o AuronPlay, con millones de seguidores en estas plataformas (muchos de ellos menores), han aparecido en ellas vapeando (lo que no quiere decir que hayan cobrado por ello).
Beatriz Arranz, técnica de Prevención y Promoción de la Salud de la Asociación Española Contra el Cáncer, explica que la industria continúa con una vieja técnica que parece funcionarle muy bien: “Lo relacionan con personas jóvenes, atractivas, guais. El significante social es el mismo que el del tabaco: fumo porque me parece guay, porque lo hacen personas a las que admiro, porque me ayuda a ligar, a hacer amigos, porque en mi grupo se percibe como positivo. Lo asocio con sensaciones que me van a ayudar a relajarme”.
Eso argumenta Carla, de 19 años, que empezó en paralelo con el tabaco y el vapeo cuando tenía unos 15: “En periodos de mucho estrés uso más el vapeo. Y aunque sé que no es saludable, me parece menos sucio que el tabaco, que huele peor”. Explica que tiene rachas de más tabaco o más cigarrillo electrónico, pero que si tuviera que elegir uno solo se quedaría con este último por “olor y comodidad”.
En el sector de la salud (sociedades científicas y plataformas antitabaco) consideran que la normativa debería equipararse a la del tabaco para restringir su promoción y los puntos de venta: los cigarrillos convencionales no podrían estar patrocinando festivales, anunciándose en redes, ni de venta en tiendas de barrio sin una licencia concreta, por ejemplo. En este sentido iba el borrador de la estrategia contra el tabaco que el Ministerio de Sanidad tiene guardado en un cajón desde hace más de un año. El Plan Integral de Prevención y Control del Tabaquismo 2021-202 está sin aprobar y parece improbable que el departamento de Carolina Darias —que está a punto de dejar el puesto para presentarse a la alcaldía de Las Palmas por el PSOE— vaya a desempolvarlo antes del fin de la legislatura.
Arranz se queja de que pueda pasar lo mismo que con el tabaco, que se relaciona con un tercio de todos los cánceres: “Igual que en los sesenta (en los ochenta las mujeres) una generación de fumadores comenzó sin conocer bien sus peligros y lo lamentaron unas décadas después, es posible que, si no hacemos nada, en 20 años estemos lamentando que uno de cada tres tumores tengan que ver con el vapeo”.
Qué se sabe de los efectos para la salud del vapeo
Al contrario del tabaco, cuyo residuo es un humo maloliente que se impregna en el cuerpo y la ropa de quienes lo fuman y de los que están a su alrededor, el cigarrillo electrónico genera un vapor de (según los gustos) agradables aromas. Pero “es engañoso”, según Arranz, porque realmente son aerosoles que contienen cancerígenos, metales pesados y diversas partículas nocivas para el organismo, incluso si no llevan nicotina.
Los efectos a corto plazo en las vías respiratorias de estos dispositivos son “similares a los del tabaco”, según expone un informe de Sanidad publicado en 2022 que hace una revisión de toda la evidencia científica que hay al respecto. “Se han encontrado sustancias cancerígenas en líquidos y aerosol de los cigarrillos electrónicos. Se han descrito numerosas intoxicaciones y efectos adversos relacionados con estos productos, algunos de ellos severos. Su utilización genera emisión de propilenglicol, partículas PM 2.5 [partículas muy pequeñas que penetran en el organismo], nicotina y sustancias cancerígenas que pueden contaminar los espacios cerrados, con los consecuentes riesgos por exposición pasiva”, enumera.
Es cierto que no está claro cuáles son los efectos a largo plazo, algo que no se podrá saber hasta que pasen décadas desde su implantación. Pero las sociedades científicas comparten el consenso de que no es razonable consumirlo ese tiempo para después luego medirlo, dados los riesgos obvios que ya se conocen.
Más controvertido es hasta qué punto pueden servir para dejar de fumar, uno de los argumentos de parte de la industria para defender el producto. “Los cigarrillos electrónicos podrían reducir el deseo de fumar y otros síntomas característicos del abandono del tabaco. No obstante, aunque algunos fumadores podrían cambiar temporalmente el consumo de tabaco por estos productos, una proporción muy baja parece llegar a la cesación sostenida en este modo. Según los datos disponibles, no están claras a largo plazo ni la duración del cambio de consumo ni la cesación completa”, señala el documento de Sanidad.
Los expertos del ministerio sí advierten del peligro que supone la promoción de estos productos, ya que “podrían incorporar a nuevos adictos a la nicotina”. Para muchos jóvenes y adolescentes, el vapeo no supone una salida del tabaco, sino más bien la puerta de entrada para comenzar a fumar.
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Sociedad
Cómo será el bum del reciclaje textil en 2025 y a dónde irá la ropa usada
Hemos interiorizado que el vidrio va al contenedor verde; el plástico, al amarillo y el cartón, al azul. Pero la ropa la seguimos tirando al cubo de los desperdicios. En España se desechan unas 900.000 toneladas de ropa al año, y el 88% acaba en vertederos, según el informe Análisis de la recogida de la ropa usada en España El otro 12% va a contenedores de ropa y, de allí, a modernas plantas que seleccionan las prendas —incluso aquellas en mal estado— y las reúsan o reciclan. La nueva ley de residuos impone que en 2025 los ayuntamientos —también los pequeños— tendrán que recoger los residuos textiles de forma separada, por lo que se verá un auge de contenedores de ropa en las calles: Madrid y Málaga, por ejemplo, van a duplicar los instalados. Las marcas de moda también tendrán que implicarse en la recogida de prendas usadas en sus tiendas, no podrán tirar los excedentes —por lo que crecerán las opciones de segunda mano— y deberán crear consorcios para gestionar sus desechos. Estos son los cambios que traerá el nuevo reto del reciclaje.
“En dos años se debe instalar en todas las ciudades un sistema para que los ciudadanos puedan depositar los residuos textiles, que además de ropa incluyen toallas, sábanas, tapicerías… En las tiendas de moda podrás dejar ropa usada, y veremos multiplicarse los contenedores de ropa que hay por las calles”, resume Enric Carrera, director del Instituto de Investigación Textil y Cooperación Industrial de Terrassa (Intexter) de la Politècnica de Catalunya (UPC). “No obstante, el reto no es tanto recoger, como qué hacer luego con ello, porque África está empezando a no querer ropa usada europea para desarrollar su propia industria, y con la nueva ley ya no se permite quemar los excedentes de producción, así que estas 900.000 toneladas pueden convertirse en 1,2 millones que habrá que tratar. Estamos ante un reto de una magnitud espectacular”, prosigue.
Por ahora, la mayoría de las urbes permiten la colocación en sus calles de contenedores de ropa de entidades sociales, aunque algunos consistorios comienzan a instalar también puntos de recogida municipales. Algunos ejemplos: Madrid tiene ahora 770 contenedores y a final de año pretende llegar a los 1.600, mientras Málaga doblará los 233 actuales. Vigo tenía 50 y los aumentó hasta los 300 el año pasado, anticipándose a la normativa. Según el Análisis de la recogida de la ropa usada en España, elaborado por Moda re- (entidad de Cáritas) en 2021 y el más completo hasta la fecha, hay ahora mismo unos 21.000 de ellos en España, la mayoría de los cuales (más de 19.500) están en el espacio público y pertenecen a entidades sociales, aunque también hay algunos (más de 1.500) en parroquias y centros comerciales, a los que se suman unos 700 puntos limpios municipales.
Su número crecerá mucho. “En los próximos dos años se van a inundar las calles de contenedores de textil, lo empezamos ya a ver en algunas ciudades, pero llegará a todas”, apunta Manuel León, coordinador de Moda re- (entidad de Cáritas). Es muy difícil precisar en cuánto pueden crecer, pero si se quiere pasar del actual 12% a un 30% habría, al menos, que triplicarlos. El mismo informe (que se actualizará este año) señala que a la red actual llegan unas 108.000 toneladas anuales, unos 19 kilos por persona y año —Transición Ecológica no cuenta con datos distintos—.
El camino a la reutilización
¿A dónde va la camiseta o el pantalón depositado en estos contenedores? En general, a alguno de los cinco grandes centros de reciclaje textil que existen ahora en España. La visita a uno de ellos, el que tiene Koopera en Valencia, permite entender cómo es el proceso que sigue la ropa usada en su camino a la reutilización. A la enorme nave de Ribarroja de Turia — que gestiona anualmente 6.000 toneladas de ropa usada procedente de más de 700 puntos de recogida— llegan cada día camiones y furgonetas con las prendas recogidas en los contenedores de Cáritas, que depositan en bolsas en una especie de gran contenedor.
Mònica Torres
Desde ahí se mandan a una larga cinta transportadora que las eleva hacia una estructura industrial amarilla en cuyo interior hay varios habitáculos de una línea de separación. “Clasificamos cada prenda según varios parámetros, la temporada, la calidad, el género…”, explica Emi Carmona, coordinadora de esta empresa social. En cada habitáculo hay dos personas, un tutor y un aprendiz de inserción social; primero, dan a un botón para que aparezca ropa; luego, pasan cada elemento por una máquina con un software que ayuda a realizar ese primer cribado. “Mujer, vestido, verano”, dice una de las aprendices. “Pantalón, vaquero, niño”, dice otro. Una vez pronunciadas las palabras mágicas, un fuerte soplo mecánico manda la prenda a otra cinta transportadora, que la depositará en una de las más de 60 canastas que esperan al final de este proceso.
“La ropa de más calidad (sobre un 10%) se vende en nuestras tiendas de Moda re-”, explica Carmona. “La que tiene menos calidad pero está en buen estado se exporta a países de África y Oriente Próximo (un 70%). Hay una tercera opción que es separar la ropa en hilos (donde acaba otro 10%), lo que se llama hilaturas; para eso tenemos una máquina que revisa la composición de la ropa con un láser, y tiene un porcentaje de acierto del 99%”, continúa.
Mònica Torres
¿Qué ocurre con la que no sirve para nada de estas cosas? “Alrededor de un 10% de lo que nos llega se incinera y se convierte en energía, es lo que se llama revalorización energética”, prosigue la coordinadora. En cualquier caso, es importante que todo el residuo textil, incluso el que esté en mal estado, se eche al contenedor de ropa usada para pasar por este proceso. En Koopera tienen además otra línea manual, donde separan y clasifican ropa, pero también zapatos y complementos. “Así podemos clasificar más ropa. Los zapatos se pueden mandar a tienda, e incluso aprovechamos los pares sueltos, que en África sirven para elaborar productos como bolsos”, continúa Carmona.
“Todas las plantas que hay ahora mismo en España son de tratamiento manual, pero esto va a cambiar muy pronto”, augura Igor González, presidente de Ecotextil —una asociación que asesora en reciclaje a marcas de moda—. “Hay empresas que han pedido fondos europeos Next Generation para iniciar plantas mucho más avanzadas”, señala. Pueden ser de selección mecánica de la ropa, o bien de separación física de los componentes (por composición de la prenda) o incluso química (para disgregar las fibras)”. El experto Enric Carrera explica que la separación física supone triturar la prenda para obtener hilos, “aunque el resultado todavía de calidad media-baja”, mientras la química consiste en disolver los hilos para luego regenerarlos. “Es un proceso todavía muy caro”, admite.
González considera que, con la nueva norma, las propias marcas de moda tendrán que incentivar el desarrollo de plantas de tratamiento que ayuden para reutilización y reciclaje de la ropa. “Los productores asumirán ese gasto con una tasa, y van a tener que financiar la recogida y el tratamiento”. De hecho, siete grandes marcas —Decathlon, H&M, Ikea, Inditex, Kiabi, Mango y Tendam— acaban de crear la Asociación para la Gestión del Residuo Textil, una entidad que en 2025 deberá gestionar sus residuos dentro del principio quien contamina, paga. Es una figura similar a Ecoembes, que aglutina a fabricantes de envases para recoger su propia basura. Las demás empresas de moda deberán sumarse a esta asociación o crear otras distintas.
Cambios en las tiendas de ropa
Mientras llega ese momento, las compañías ya se están adaptando. Mango, por ejemplo, ha puesto contenedores de recogida textil en todas sus tiendas y envía lo que recibe precisamente a Koopera, un ejemplo que también siguen otras marcas —como El Corte Inglés— y que será obligatorio en 2025. Mientras, Primark anima a sus clientes a donar ropa no deseada en sus propias instalaciones, y pretende que toda su ropa esté fabricada con materiales reciclados “o de origen más sostenible” para 2030.

Otra novedad de la ley es la prohibición de destruir los excedentes de ropa no vendida, una práctica muy habitual en la moda. Inditex, matriz de Zara, dona sus prendas sobrantes a tiendas de inserción sin ánimo de lucro y a entidades sociales como Acnur, Cruz Roja y Cáritas, mientras que El Corte Inglés se los reparte a más de 60 ONG. De hecho, prácticamente todas las grandes marcas del sector tienen o planean acuerdos de donación similares.
Esto se traducirá en un auge de la segunda mano textil, dado que cada vez llegarán más prendas nuevas sin usar a la par que aumentará la recogida de usadas. Moda re-, por ejemplo, tiene 120 tiendas en 84 urbes españolas, pero además ha abierto 20 espacios de ropa usada en diferentes supermercados Alcampo, empresa que a su vez dona sus excedentes a Moda re-. Mientras, Humana cuenta con casi medio centenar de establecimientos, algunos de ellos vintage para atraer al público más joven, que ya está dejando de considerar la ropa usada como cutre y cada vez más la ve como algo ‘cool’.
“Estas tiendas nos permiten dignificar la entrega social”, apunta Manuel León, de Moda re-. “Antes, quien lo necesitaba iba a su parroquia y le daban una bolsa con ropa, que le podía servir o no. Ahora, a estas personas se les entrega un cheque por un importe que pueden canjear en nuestras tiendas, así que van a una de ellas, escogen lo que quieren y cajean ese cupón. Los demás no tienen por qué saber si paga con dinero o con otra cosa, y además las personas vulnerables pueden elegir lo que les venga mejor”, prosigue.

INMA FLORES
Otra tendencia será remendar las prendas. “Arreglar la ropa es subversivo. Interesa que compremos, nos cansemos de ello y volvamos a comprar. Rehabilitar implica autosuficiencia, concentración y paciencia”, apunta Marta D. Riezu, autora de La moda justa (Anagrama, 2021), que aboga por zurcir la ropa vieja como una forma de “vestir con ética”. La percepción de los tradicionales remiendos, vistos hasta ahora como algo de pobres, también está cambiando y ya llega al mundo de la moda: Zara, por ejemplo, ha lanzado una plataforma que ofrece servicios de reparación de sus prendas, venta entre particulares y donación, y otras marcas ensayan programas similares. Igor González lo resume así: “La mejor ropa es la que se vuelve a usar, y tenemos que trabajar para hacerlo cada vez más”.
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